La tragicomedia plantea un dilema sobre la identidad y el sentido de pertenencia alrededor de la posibilidad de vender o no una casa familiar
VALÈNCIA. Tomar la decisión de vender o no una casa familiar ante una situación de dificultad económica. Una casa que ha sido de la familia toda la vida, heredada por dos hermanas que se pasan el día discutiendo alrededor de una veinteañera -hija de una de ellas- que no tiene nada claro en la vida. Y una duda. Todo ello narrado alrededor de estos tres personajes que representan la duda. ¿Apartar la memoria familiar y seguir adelante ‘renunciando’ de alguna manera a las propias raíces o quedarse atrapado en los recuerdos que evocan infinidad de trastos viejos en una casa de pueblo?
Esta es la historia que cuenta Familia Normal, la obra dirigida por Pau Pons y escrita por Núria Vizcarro que ha sido presentada en el Teatre Micalet durante la mañana del jueves. A la convocatoria, además de Pons, han acudido las actrices Verónica Andrés, Rosanna Espinós y Laura Pellicer; así como el productor ejecutivo de la obra Alfred Picó. Llegará a València el 15 de enero y se podrá ver hasta el día 31.
Familia Normal es una historia que ya dejó plasmada el dibujante valenciano Paco Roca con su cómic autobiográfico La casa, que ahora llega a las tablas de la mano de la compañía L’Horta Teatre. En la obra, tradición y actualidad son tratadas a través de un diálogo con tintes contemporáneos y raíces valencianas.
La idea de Familia Normal nació hace ya tres años, pero fue en 2020 cuando Pau Pons y Núria Vizcarro se pusieron manos a la obra. La confección del texto las pilló en pleno confinamiento, así que tuvieron que hacerlo todo online y desde casa. Pons explica que a la hora de dar forma a la historia tuvieron siempre en cuenta al elenco de las tres actrices que interpretarían a sus personajes. “Creo que el resultado fue un texto vivo, actual y cercano”.
La obra narra una tragedia: la disyuntiva de desprenderse o no del pasado, de la seguridad de lo conocido, para sumergirse en la incertidumbre. Sin embargo, lo hace desde el humor, con una tríada de personajes que, desde la diferencia total de opiniones y formas de ser, alcanzan un equilibrio armonioso. Como indica Pons, “Familia Normal plasma una serie de problemas que hacen que una familia vuelva a encontrarse, a compartir”. Partir de tres extremos diferentes para, a lo largo de poco más de una hora, ir comprendiéndose, empatizando unas con otras y llegando finalmente a un centro común.
“La historia refleja la ‘familia normal’ que puede tener cualquiera, algo que siempre solemos pensar. Sin embargo, cuando te miras a ti misma y a tu familia, ves que de normal tiene poco. Le ocurre a todo el mundo. Las situaciones narradas acaban superando al texto, se sobreponen unas encima de otras. El lenguaje utilizado es muy ágil, adaptado a la actualidad”.
De esta manera, los diálogos están plagados de expresiones autóctonas y el decorado está formado por objetos como una botella de Anís Tenis o el Naranjito del Mundial de Fútbol del 82.
Familia Normal trae a colación asuntos que, aunque sean tratados desde la perspectiva íntima de una particular familia, son perfectamente extrapolables a la sociedad actual. Se trata de ese temor a desprenderse de la memoria que hace querer aferrarse al patrimonio, de la necesidad de sentirse perteneciente a un lugar, o al miedo de perder la identidad ante un mundo en constante cambio.
Al respecto, Pau Pons explica que “hay una voluntad de mostrar a través de esta temática el cambio generacional que hace que las personas no sepan muy bien por dónde avanzar”. Esto es algo que la obra refleja en la figura de la hija, que no tiene claro a qué se quiere dedicar en la vida, o a las propias hermanas, quienes buscan desesperadamente una respuesta a su dilema. La relación entre ambas generaciones desencadena una serie de conflictos “en los que el tema y el discurso son universales”. “En una sociedad tan fugaz y cambiante ante la globalización y el consumismo -explica la directora-, es complicado respetar por un lado a tus padres -desde la perspectiva de la hija- y al mismo tiempo educar a tus hijos -desde la perspectiva de las hermanas-. La obra busca mantener la tradición pero al mismo tiempo hacerla contemporánea y atractiva al público actual”.
Del mismo modo, la narración somete al público a “contradicciones que hemos tenido todos”. En este sentido, el productor ejecutivo de la obra Alfred Picó, cuenta que una de las claves de Familia Normal es que “la historia es compartida con el público. Cuando tocas temas en los que el público está acompañado por ti, en los que compartes con ellos lo que cuentas, tienes mucho ganado, pues el viaje se hace conjuntamente”.
La casa se presenta como “un símbolo”. Pons añade que “el relato se podría extrapolar a cualquier otro tipo de objeto” y que “lo que importa es la memoria y las relaciones que se construyen a su alrededor. Si no tienes un espacio donde mantener esas relaciones, las situaciones son mucho más difíciles. La identidad está en los objetos, los espacios y las personas”.
Por medio de todas esas extrapolaciones, Pons y Vizcarro han construido una suerte de investigación teatral. La directora de la obra lo explica: “El argumento, la experimentación con el texto, su dinamismo y la interpretación del lenguaje también son un arte. Ha sido todo un reto”. Familia Normal tiene la pretensión de “investigar sobre los lenguajes, sobre la acumulación de la palabra”. Lo hace a través de la sucesión de diálogos, que se amontonan unos con otros haciendo que extraer conclusiones sea más y más difícil. Será la complicidad entre las tres mujeres lo que consiga hacerlas salir del entuerto.
“Lo importante al final es lo que pasa, y no exactamente lo que se dice, porque la situación en escena es muy viva, no para ni un momento”. Esto, según la directora, otorga al relato “una sensación de organicidad y de vida que a nivel teatral es muy interesante de analizar. Eso es justamente lo que queremos investigar. Es como un trocito de realidad”.