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Aguas de Valencia estrena imagen corporativa y restauración de su sede

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VALENCIA. Han sido dos años de trabajos: un año de planificación y otro de trabajo arquitectónico en sentido estricto.

La obra en sí no está terminada, según admiten desde Aguas de Valencia, ya que aún se están perfilando "detalles". Matices que incluyen una renovación de la identidad corporativa que ha realizado un importante estudio de diseño de Valencia y que se dará a conocer en breve por parte de la empresa.

Ahora, a simple vista, lo que se puede admirar es el trabajo arquitectónico que ha realizado el estudio de Fran Silvestre con Andrés Alfaro Hoffman en la sede histórica de la empresa valenciana. Una obra que ha permitido actualizar, adaptar y llevar al siglo XXI a una de las piezas más reconocibles del modernismo valenciano, el edificio realizado en 1905 por Antonio Martorell.

Su trabajo de renovación se percibe parcialmente a la fachada y, sobre todo, en el interior del edificio, que como explica el propio Silvestre se ha reconvertido de viviendas a despachos. Porque la que es la sede de Aguas de Valencia fue una construcción pensada para albergar a familias pudientes de la sociedad valenciana, entre ellos el propio Martorell, pero paradójicamente se ha dedicado la mayor parte de su tiempo de vida a oficinas.

En principio la obra sólo iba a afectar a una planta. Después fueron dos. Al final ha sido toda el edificio el que ha sido remozado. Un cambio que apenas ha alterado la vida cotidiana de la empresa ya que para ello se realizaron trabajos previos encaminados a organizar una ordenada ocupación del edificio. Esto incluía alquileres de oficinas próximas a las cuales eran derivados aquellos departamentos que se veían afectados directamente por las obras. "Ha sido un trabajo complejo", convenía este martes Silvestre. Y lo admitía con la satisfacción de haber llegado a buen puerto.

La solución arquitectónica ha sido diferente en la planta baja, en la primera planta donde se ubicará la dirección, y las tres restantes. Para los tres últimos pisos, si bien se partía de una solución arquitectónica común, cada uno de ellos ha sido después modificado y adecuado a las funciones de los departamentos que iba a albergar. El resultado es un trabajo en el que se percibe la mano del estudio de Silvestre, su querencia por determinados materiales, su gusto por los espacios diáfanos, siempre sin alterar el espíritu original de la construcción de Martorell.

Este arquitecto es conocido por algunos de sus inmuebles en la calle La Paz, como el edificio Gómez, de viviendas, sito en el número 21 de dicha travesía que realizó con Francisco Mora Berenguer y Enric Sagnier Villavechia, o los edificios Trenor, ubicados en los números 42 y 44 de esta misma calle. Aunque quizás la obra por la que es más conocido sea el edificio Chapa, situado en los números 63-67 de Gran Vía Marqués del Turia, uno de los grandes inmuebles del Ensanche Valenciano, que da a la calle Conde Salvatierra y la plaza de Cánovas, construido en 1916 y proyectado por Martorell con Emilio Ferrer Gisbert.

El reto con el edificio de Aguas de Valencia ha sido pues conseguir que "no se note" que se ha cambiado todo, en palabras de Silvestre, ese difícil equilibrio entre el respeto al pasado y la huella del presente. "Intervenir en un edificio histórico es una empresa importante y cuando lo haces bien parece no has hecho nada", bromeaba.

Desde hace 15 días las cinco plantas que albergarán a más de 200 trabajadores han comenzado a ser ocupadas de nuevo por todos los empleados. Se están terminando de encajar las piezas, algo para lo que el calendario se ha devenido como un aliado, ya que entre los festivos de Semana Santa y antes Fallas, el regreso ha sido más escalonado y fácil. Todo ello, sin dejar de funcionar la empresa. En Aguas de Valencia no tienen aún fecha decidida para la inauguración del edificio, ya que según explican aún están "aterrizando". Una apertura que irá acompañada de la presentación de la nueva identidad corporativa. Una metáfora de la metamorfosis con la que Aguas de Valencia entra en el siglo XXI, y que abarca desde la distribución de sus despachos hasta sus correos electrónicos.

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