Una conversación entre dos valencianos que teniéndolo casi todo en contra han hecho de sus luchas un acto de rebeldía contra la corrupción
VALENCIA. Es una tarde de julio aparentemente tranquila. El sol estás cerca de efectuar sus maniobras de descenso. Parece un huevo, dirá más tarde la fotógrafa al salir por la carretera. Polideportivo Anabel Medina de Torrent. El señor Pepe pone unas Coca-Colas y un colacao en leche fresca, aunque no tiene horchata. Más allá se juega a frontenis. Más aquí, buscando frondosidad y sombra, están hablando Beatriz Garrote y Antonio Penadés.
Ellos dos abren esta serie de entrevistas a dos voces en las que con el nombre de Amores de verano reuniremos en Valenciaplaza.com a personajes destacados de la vida pública valenciana.
Garrote se convirtió a golpe de necesidad en el rostro comandando una reclamación: que se les repusiera la verdad en el accidente de metro del 3 de julio de 2006 en Valencia. Penadés conocía Haití porque es el país de uno de sus cuatro hijos, había transitado solo por sus calles, rumiando peligro. Cuando supo del Caso Cooperación, o Caso Blasco -ayudas destinadas a países como Haití para construir hospitales y otros equipamientos sustraídas para el enriquecimiento de una trama-, estuvo tres noches sin dormir y tuvo la necesidad vital de personarse como acusación popular. Creó Acción Cívica. Garrote y Penadés, teniéndolo casi todo en contra, ganaron.
"Al principio -razona Penadés-, y durante muchos meses, nos miraban como diciendo: a dónde van estos mataos. Rafael Blasco era el personaje más poderoso, aunque dentro de esa trama él no es el peor de todos. El ambiente era de dónde van estos acusadores, no van a conseguir nada. Pero la abogada de la Generalitat, María José Rodríguez, fue una gran sorpresa para bien, cumplió con creces. Y junto con Vicente Torres y Jesús Carrasco, mientras yo iba con la moto de un lado a otro, hicimos un buen equipo".
Garrote y Penadés convirtieron sus luchas personales en una decantación para separar la dignidad de la indignidad. Son personajes admirados. Hace tan solo un instante no lo eran.
"Cuando me ponía la camiseta recordando los muertos y heridos sentía que incomodaba a los demás. De eso se pasó a 'qué guay, eres la del metro'", recuerda Beatriz Garrote. "Pasábamos por la plaza y no se acordaban de cuántos muertos, 'qué queréis si habéis cobrado', escuchábamos. Que tu propia ciudad lo olvidara... Incluso el círculo de nuestras amistades más cercanas te cuestionaba, había amigas que decían 'esta chica ve conspiraciones donde no las hay, no puede ser que todo funcione como nos lo está diciendo'. Algo que no se habían creído por mí se lo empezaron a creer con el programa de Évole".
El aislamiento, el silencio. Penadés rememora el momento en el que comenzó el juicio por el caso Cooperación. "La gran sorpresa fue cuando llegué al TSJ y me encontré que en frente teníamos a toda una batería de abogados penalistas, algunos de los mejores, como Javier Boix, para defender a Blasco como una piña, totalmente cohesionarnos. Por nuestra parte éramos muy pocos. ¿Aquí no hay nadie más con nosotros?, me preguntaba. Un caso de corrupción política que indigna a todo el mundo y no había prácticamente nadie a nuestro lado".
"Luego -continúa Penadés- muchos se subieron al carro, pero muchos de ellos para obtener réditos políticos, para poder combatir al enemigo, pero sólo les interesa como instrumentos. Gente que de verdad iba al caso por convicción, porque no quería esta sociedad para sus hijos, no vi a casi nadie. Posteriormente se sumó como acusación particular el PSPV, para decir que estaba, pero no hizo absolutamente nada. También se personó la coordinadora de ONGs, sobre las cuales uno de los principales argumentos de los ya culpables fue: cómo van a por nosotros por vía penal si cuando todo esto ocurría no decían ni mú ni recurrían las subvenciones que se concedían. En el contexto de ese tiempo las ONGs no querían levantar la voz por si no les daban las subvenciones. Había dinero para todos. Hay un libro que recomiendo: Blanco bueno busca negro pobre".
Beatriz Garrote: ¿Pero no tienes la sensación, Antonio, de que la gente les daba mucho más poder del que luego tenían? Nos hemos encontrado con infinidad de técnicos que no han querido acercarse a nosotros, infinidad de trabajadores de Canal Nou que no se han atrevido a dar la cara hasta lo que ya sabemos, técnicos que como trabajaban para FGV temían las represalias, y si trabajaban fuera de FGV trabajaban para alguna Conselleria, y si ya estaban jubilados tenían una hija que está trabajando, y si su hija no está trabajando está estudiando y quizá algún día opte por trabajar en infraestructuras... y todos temían que les afectara. Y tú dices, ¿qué miedo endémico existe? Pero al final nos hemos dado cuenta de que no pasa nada, les puedes plantar cara. Les dábamos la capacidad de destrozarnos la vida si no te plegabas a sus intereses. Como si su poder fuera indestructible. Pues no era indestructible.
Antonio Penadés: Al principio cuando me personé tenía cierto temor, porque tengo cuatro hijos y me estoy enfrentando a una trama mafiosa, pero luego ves que puedes hacerlo. No exigo heroicidades. Un funcionario público con la plaza ganada por concurso y con su salario asegurado hasta que se muera no debería tener ningún temor. Como mucho lo pueden arrinconar durante unos pocos años a sacar punta a los lápices y está dentro de sus atribuciones elevar la voz cuando vea una irregularidad. En el caso Cooperación gracias a unos funcionarios se ha ganado el juicio. Entraron temblando. Yo se lo agradezco, pero no acabo de entender tanto miedo. Y muchos otros aún están acojonados, su prestigio profesional estará como mínimo mermado. Porque se ha demostrado que los acusados han delinquido y ellos se callaban mientras lo veían. Los que han estado sacando punta a los lápices es ahora cuando regresan con la cabeza bien alta ya de por vida.
Caso del accidente del metro, caso Blasco. ¿Alguna vez pensásteis en dejar la lucha?
Beatriz Garrote: No, yo no, no podía. Ha habido momentos de cuestionarme si debía seguir, aunque sabía que iba a seguir. Sabía que para mí no era una opción quedarme en casa, porque si lo hacía me pudría de remordimientos. Hacer esto ha sido un proceso de sanación.
Antonio Penadés: Te cambia el carácter, muchas veces en el juicio te dan ganas de vomitar, literalmente, porque es un caso vomitivo. Pero luego el carácter también se te tranquiliza porque cada uno, en la medida de sus posibilidades, debe hacer lo que esté en su mano, como dice Muñoz Molina, socio de honor de Acción Cívica. Muchas veces pienso que estoy renunciando a muchas de las cosas que más me gustan. Muchas veces pienso que no me merece la pena. Pero sí me la merece.
Garrote se refiere al proceso como una sanación. Su fotografía más reconfortante es la del 3 de julio de 2015. Reapertura de la comisión de investigación. Con un 'pero'. "Me hubiera gustado que fuera el PP quienes lo hubieran solucionado, necesitábamos que lo hubieran solucionado ellos. Agradezco a Alberto Fabra que ese 3 de julio me mirara a los ojos, pero me hirió cuando siendo responsable de todos los valencianos nos pisoteaban y nos hacían pasarlo mal, teniendo la capacidad de darnos las soluciones. Rita, en cambio, no me puede herir. La imagen que tengo de ella no es de una política, es de un títere. Me da igual la actitud que tenía mientras yo hablaba, ella no me puede herir. Sí me hirió Isabel Bonig, conociendo las pruebas y poniéndose al lado de los responsables, sí me hirió María José Catalá, dándonos muestras de apoyo pero luego no haciendo nada...".
¿Qué os gustaría que vuestras luchas ayudará a cambiar?
Beatriz Garrote: Me da miedo que esta aura de asociaciones cívicas, esta lucha por nuestros derechos, sea un boom y que dentro de dos años no se acuerde nadie. Espero que hayamos aprendido de los años de abuso de poder. Lo que más deseo es que hayamos aprendido. Antes no teníamos esta conciencia porque al ciudadano en general se la trufaba cómo se gestionaban las instituciones porque a nivel particular teníamos móvil, nos comprábamos adosados, estábamos en una clase social mejor que la de nuestros padres, los BMW inundaban nuestras calles... Eso es lo peligroso, con eso se nos compraba también la voluntad como ciudadanos. Me gustaría que quedara un poso de aquello para no olvidarnos. Porque en el momento en el que no te preocupan los derechos del de al lado, los tuyos están en riesgo. Esto no es un problema de que yo no iba en el metro ese día o que los negritos de Haití me la traen al pairo. Mañana va a ser el colegio de tus hijos o igual vas tú en el metro.
Antonio Penadés: Creo que en el próximo ciclo económico vamos a estar igual. Muchos de los que han delinquido van a ir a la cárcel. Pero se tienen que restaurar los controles administrativos. Se eliminaron un montón de controles. Los interventores, secretarios municipales no juegan ningún papel, los alcaldes se ríen de ellos en su cara. Hay agujeros en todas partes. Y teniendo los ayuntamientos competencias urbanísticas vas a tener corrupción. Cuando vuelvan los BMW a las calles vamos a estar exactamente igual si no reinstauramos los controles administrativos. La gente está concienciada de que quien ha delinquido lo tiene que pagar pero no de cómo volver a prevenirlo.