VALENCIA. Acaba de llegar a nuestras pantallas la mejor película de superhéroes de la historia. Ocupará el trono hasta que llegue la próxima, que puede ser Los Vengadores 2, Iron Man 4 o cualquier otra chorrada del estilo. Que todo el mundo sabe que estas películas suelen ser idioteces, pero lo curioso es que los críticos de los principales periódicos les buscan supuestas virtudes. Sucedió cuando se estrenó Iron Man, y ha vuelto a pasar con esta tercera entrega, de la que se ha dicho que desmitifica el mundo superhéroe, que no es una aventurilla al uso y bla, bla, bla.
El problema no es el género en sí, sino cómo se aborda desde el cine de Hollywood. Porque películas como Los increíbles han demostrado lo evidente, es decir, que es posible realizar películas inteligentes protagonizadas por superhombres que vuelan y disparan rayos láser. El meollo del asunto no radica en el envoltorio (el género) sino en cómo se utiliza éste, en lo que narra. Y hay que reconocerle a Iron Man 3 la inteligencia de hacer pasar el discurso más parafascista bajo el disfraz de película transgresora y que navega a contracorriente.
Iron Man 3 se presenta como un film diferente, que parte de un superhéroe para cuestionar los clichés del género. Para llevar a cabo esto, se sirve de dos estrategias. La primera es la construcción del personaje principal, un multimillonario graciosete y golferas, el madurito descarado que no para de tontear con todas las mujeres. A este retrato contribuye Robert Downey Jr., que su tiempo (y sus sustancias) se ha tomado para construirse esta imagen pública. El protagonista de la película es Tony Stark, un tipo multimillonario, un solterón empedernido que se gasta la pasta en construirse un apartamentazo de lujo con la última tecnología. De paso, usa esta tecnología para luchar contra el crimen. Vamos, un Bruce Wayne que no se viste de murciélago.
Con todo, tampoco hay que pasarse. Porque Stark es así, un cabra loca, pero moderado. De hecho, tiene una novia que le quiere mucho y que siempre se lo perdona todo. Será un tarambana, pero es buen tío y cuando su novia está en peligro, entiende que la quiere con locura y que daría la vida por ella. En definitiva, que es un descarriado moderado, al que le gusta desfasar pero con control.
Para que ya el personaje sintonice del todo con el público, tiene que ser divertido. Y Tony Stark lo es a raudales. Siempre está con el comentario gracioso en la boca. Es lo que llevamos padeciendo en el cine de acción norteamericano desde hace 25 años: ese modelo de tíos que se enfrentan al peligro pero con humor. Un modelo que consolidó la película Arma letal, con Mel Gibson y Danny Glover como los polis tan eficaces como ocurrentes. El guionista de aquella película, Shane Black, perfeccionó el modelo con cintas tan asquerosas y descerebradas como El último boy scout, de nuevo con un poli blanco y otro negro replicándose con gracietas e insultos el uno al otro mientras van matando por aquí y por allá.
Después de aquellos hitos, Shane Black decide llevar el modelo al cine de superhéroes, dirigiendo este Iron Man 3. Aquí también tenemos a un par de amigos que son los buenos, uno blanco y otro negro, y si no son policías en esta ocasión pues son militares, paramilitares o lo que sea. Tanto da la etiqueta porque lo importante es que están del lado bueno de la ley. Tienen la encomiable tarea de defender su país, que sufre la amenaza terrorista.
Y aquí llega la trampa de la segunda estrategia que articula la película. Porque el argumento nos presenta a Iron Man, el superhéroe (Robert Downey Jr.), y su amigo negro (Don Cheadle) enfrentándose a un terrorista árabe con rasgos similares a los de Bin Laden. Pero la película tiene un giro interesante: en un momento dado, Iron Man descubre que el terrorista es sólo un actor, un fumao contratado por un empresario que quiere rentabilizar la guerra contra el terror. Para ello, secuestra al presidente desde el mismo avión oficial y cargándose a todo su servicio de seguridad.
Este giro argumental esconde una trampa reveladora. Lo que parece que desmonta la mentira de la lucha antiterrorista es únicamente otra vuelta de tuerca a eso que nos venden constantemente desde Hollywood: Estados Unidos es un país amenazado y el presidente nunca ataca, sólo se defiende. Como en tantos y tantos productos de ficción de cine y televisión, la política exterior estadounidense es una mera cuestión de defensa, de supervivencia. Estados Unidos no parece la principal potencia militar, sino una especie de ONG que defiende la democracia allá donde se encuentre amenazada. Un país tan ingenuo e inmaculado que, si uno se pone a ello, puede secuestrar el presidente, un tipo débil al que hay que proteger.
¿Cómo se puede proteger al presidente? Pues con un ejército profesional, y privado, por supuesto. Los servicios de seguridad son insuficientes porque lo que hace que la tecnología progrese son los millonarios altruistas como Tony Stark o Bruce Wayne, los auténticos garantes de una democracia norteamericana que cada vez está más degradada. Además, las figuras más cuestionadas por el orden democrático suelen ser las más peligrosas. Aquí vuelve a ser el vicepresidente del país, un agente político con competencias un tanto indefinidas en el sistema político norteamericano. Es, de nuevo, el discurso patriotero que nos suena de series como 24 o de infinidad de películas que repiten una y otra vez el mismo patrón.
Iron Man 3 juega a lo mismo de siempre pero lo hace con esa habilidad para camuflar el asunto cuestionando, supuestamente, el estereotipo creado en torno a la figura del terrorista. Pero la mentira resulta evidente cuando tenemos un esquema reproducido desde hace ya décadas, cuando se nos vende otra vez la misma ideología asquerosa que nos hace creer que el enemigo siempre está ahí afuera, y que la solución, por lo tanto, pasa por invertir más en defensa, en misiles y rayitos láser. Y por invertir más en la próxima mejor película de superhéroes que legitime esta mentira.

Ficha técnica
Iron Man 3
EE.UU., 2013, 130'
Director: Shane Black
Intérpretes: Robert Downey Jr., Gwyneth Paltrow, Guy Pearce, Don Cheadle, Ben Kingsley, Rebecca Hall, Jon Favreau
Sinopsis: El millonario Tony Stark se enfrenta a un terrorista que amenaza a Estados Unidos. En realidad, el terrorista no es más que el títere de un empresario enemigo de Stark