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La triste historia del museo abandonado

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VALENCIA. Desde el Ayuntamiento de Valencia dicen que hay un plan, pero desde 2009 el Museo de Historia de Valencia se encuentra colapsado por la falta de mantenimiento. Inaugurado en mayo de 2003 como una de las grandes apuestas del consistorio en materia museística, el centro nació con un objetivo claro: explicar el pasado de la ciudad desde un punto de vista diferente, mostrando que la historia la hacen las personas, no los grandes nombres. Que la visita a un museo puede ser divertida y hasta apasionante

En parte se puede decir que sigue el modelo del famoso poema de Bertolt Brecht 'Preguntas de un obrero que lee': "¿Quien construyo Tebas la de las siete Puertas? /En los libros figuran sólo los nombres de reyes. /¿Acaso arrastraron ellos bloques de piedra?", dice el poema. "¿Quiénes construyeron Valencia?" se pregunta y responde el museo.

La mayoría del discurso museístico se apoyaba en unas proyecciones que reproducían momentos concretos de la historia de la ciudad. Desde la Valentia romana al modernismo, pasando por la Balansiya musulmana o la Valencia medieval, las diferentes salas acercan al visitante cómo era Valencia en cada época, cómo se vivía y qué problemas afectaban a las valencianos.

LA HISTORIA ES MUCHO MÁS QUE LAS BATALLAS, LAS FECHAS...

"La historia es mucho más que las batallas, las fechas y los personajes ilustres", dice la web oficial del museo. "Detrás de éstos, ocultos bajo el polvo del tiempo, hay un universo de datos anónimos, de episodios en apariencia triviales que atañen a personas comunes, historias diminutas pero que son en realidad las que nos ayudan a construir el pasado".

Con representaciones y diálogos de actores se mostraba, por ejemplo, el efecto que había tenido en la vida cotidiana hechos concretos como los decretos de Nueva Planta de 1707 que abolieron los fueros de Valencia. Los problemas de herencia, los cambios en los negocios, las dificultades de las personas comunes son la columna vertebral. Con imágenes a tamaño real que hacían que los visitantes se sintieran parte del suceso, esa era, en palabras de su director, Javier Martí, "la magia" del Museo de Historia.

Se 'apoyaba' porque en la actualidad la mayoría de esas proyecciones no funcionan. Primero fue un proyector. Después, una máquina que reproducía la ciudad. Después otro proyector. Lentamente, todas las máquinas y artilugios ideados para dar esa sensación se fueron apagando, uno a uno. Y nadie los ha podido volver a encender porque el Ayuntamiento de Valencia no encontró nunca tiempo para llevar luz.

Unos carteles, impresos y dispuestos sobre mesas anuncian en tres idiomas que las máquinas se encuentra fuera de servicio. Son de los pocos carteles que tienen versión en inglés. Además de los proyectores tampoco funciona el servicio multimedia de la biblioteca donde los ordenadores, equipados con Windows 2000, permanecen apagados con sus pantallas negras mirando a los visitantes. Son la metáfora más clara del abandono.

UN PROYECTOR CUESTA ENTRE 5.000 Y 8.000 EUROS

En el Ayuntamiento de Valencia no disponen de presupuesto para el mantenimiento ni tampoco para reemplazar la maquinaria estropeada. No son especialmente caras. Así, un proyector tendría un coste estimado entre 5.000 y 8.000 euros. La vida activa de cada uno de ellos estaría en torno a los seis o siete años. Si se tiene en cuenta que el museo lleva once años en activo, que aún funcionen algunos hoy es casi un misterio.

Ante la incapacidad de solucionar el problema adecuadamente, el equipo del museo ha encontrado una solución que el director del centro califica de "digna". Consiste en sustituir los proyectores por pantallas de televisión al uso que reproducirán los vídeos. Con ello no se conseguirá el efecto original de hacer que el espectador se sitúe dentro de la historia pero al menos se mantendrá el espíritu didáctico.

La decadencia del museo es un problema del que tienen constancia en los despachos de la Plaza del Ayuntamiento. Además de las decenas de quejas de los visitantes, el director del centro ha remitido a lo largo de los últimos años informes en los que ha ido poniendo al corriente de las dificultades logísticas del museo.

A lo largo de estos años, el museo ha tenido que sobrevivir no sólo a la falta de financiación para mantenimiento sino también a la pérdida de algunos de sus elementos más destacados. Así, se expuso durante unos años nada más el retablo del Juicio Final de Van der Stock, una de las joyas del gótico flamenco valenciano que tenía la característica especial de ser una pieza encargada por los jurados de la ciudad, el equivalente a los actuales concejales. La imagen ha sido reemplazada por una mera reproducción del cuadro.

Otros problemas son más invisibles, como la falta de personal. Con todo se da la circunstancia de que el museo es uno de los que más plantilla dispone de cuantos están regidos por el Ayuntamiento de Valencia. Estos trabajadores están cansados de oír siempre la misma respuesta por parte del público que acude al museo: "Qué museo más bonito. Lástima de...". Unas frases que desde el centro saben que suponen menos visitantes.

EL GRAN DESCONOCIDO

A ello se une su ubicación en un extremo de la ciudad, cerca de Mislata, en lo que fue le primer depósito de agua de la ciudad, con serias dificultades para atraer público de otros lugares del municipio. De hecho al museo se le considera "el gran desconocido", la joya oculta, cada vez más apagada, cada vez más olvidada.

La concejal de Cultura, Mayrén Beneyto, asegura que uno de sus objetivos es conseguir revitalizarlo, si bien admite que la actual coyuntura de austeridad no es la mejor para afrontar las inversiones que precisa el centro. 

Desde que lo inauguró, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, no ha ido a visitarlo. De hecho, la última acción que se le recuerda fue cuando en 2008 sacó del museo un cuadro de Juan de Juanes para llevarlo a su despacho, extremo que fue denunciado por el entonces concejal socialista Juan Soto, ahora diputado en les Corts, y que recogió en su día el diario Levante.

El Museo de Historia de Valencia tuvo a lo largo de 2013 un número de visitantes que se situó en torno a los 20.000. Para suplir la carencia de proyectores y audiovisuales, el Museo ha apostado por incrementar el número de actividades, con conferencias, conciertos y exposiciones temporales que permiten que el público encuentre atractivos suficientes.

Pasear por el centro es pasear por salas oscuras, vacías, sin nada que ofrecer, espacios llenos de pegatinas y carteles que anuncian que la maquinaria no funciona. Los escasos objetos expuestos se muestran en un centro que da una impresión de soledad acusada. "Es un poco triste esto, ¿no?", comentaba una turista sevillana a su pareja.

La sustitución de los proyectores por monitores de televisión está previsto que se realice en las próximas semanas pero todavía no hay fecha para ello. Para Martí es una solución que espera que sea "transitoria" a la espera de tiempos mejores que permitan que se recupere ese encanto especial que a duras penas ha durado unos años. Mientras tanto, el museo abandonado sigue languideciendo, olvidado por las autoridades y mantenido sólo por el voluntarioso esfuerzo de sus trabajadores.

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