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Más caras, más duras: Iker Jiménez vuelve al lugar del crimen

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VALENCIA. No contento con dedicarle dos horas al más que amortizado fenómeno de las caras de Bélmez, Cuarto Milenio regresó ayer con una nueva entrega. Se centró en lo que fue el núcleo de uno de los libros de mayor éxito de Iker Jiménez: Tumbas sin Nombre (2003). Prometí la semana pasada no escribir más sobre el tema, pero la cantidad de insultos que me cayó me pareció tan modesta que he vuelto a por más. Eso sí, seré breve.

En el episodio anterior Iker Jiménez echó el resto. Primero encargó un estudio para demostrar que no están realizadas con pintura. Para ello analizó una cara que sabía que no había sido pintada (según el CSIC, era el contorno de una suela de zapato de la talla 39) y, lógicamente, no encontró nada. A la que sin duda tiene rastros de pintura, la conocida como La Pava, ni se acercó no vaya a ser que muerda. Por cierto, le tomé la palabra al periodista y le pedí el informe ya que lo puso a disposición de "cualquiera". Sigo esperando.

HONESTOS SÍ, SINVERGÜENZAS NO

Pero lo mejor fue la sesión de espiritismo tecnológico, muy científico sin duda. Se les manifestó el alma de la difunta María Gómez Cámara, la descubridora del fenómeno, nada menos que 27 veces. Eso sin contar con el medio centenar de psicofonías que grabaron. Tienen razón los que me insultan: fue el festival del rigor.

Al final, Iker se puso serio y se despidió dirigiéndose a los "ufanos que, sin ningún tipo de vergüenza" siguen diciendo que todo es un timo. Al espectador le pidió que, "si usted es honesto, que sé que sí", creyera a pies juntillas lo que él les había dicho. Si es verdad que había ‘algo' inteligente que intentó comunicarse con el presentador y su troupe, tal y como dijo, estoy seguro que no era miembro del programa.

TUMBAS SIN NOMBRE

Como explicó, el origen de la hipótesis de Tumbas sin Nombre fue del ínclito Ricardo Bru en un programa que emitían Canal Sur y Canal 9 llamado Flash Back, utilizando a una médium (con la que acabó a gritos tiempo después). La idea era vincular Bélmez con el asedio de los republicanos al Santuario de la Virgen de la Cabeza (a más de cien kilómetros del lugar) y, tras algo de teatrillo, tenía que encontrar una estatua del citado icono desaparecido tiempo atrás. Dicen las malas lenguas que ya tenía hasta el carpintero que se la iba a hacer. El caso es que un día los vecinos casi lo apedrearon y la historia quedó en suspenso hasta que la recuperaron Iker y Luis Mariano Fernández.

El gran misterio era que las caras pertenecían a los rostros de los miembros de la familia de María que murieron en el asedio al citado Santuario durante la Guerra Civil. Era el secreto mejor guardado, nos dijeron, de la pobre mujer, algo que nadie sabía... tan secreto y misterioso que media provincia tenía familiares que habían muerto allí e incluso hubo una película atávica de 1949, El Santuario no se rinde, protagonizada por Alfredo Mayo.

EL ANÁLISIS FOTOGRÁFICO

Para demostrar su tesis, que las Caras de Bélmez pertenecían a la familia de María, en su día Iker encargó una comparativa fotográfica para Tumbas sin Nombres. Las manipuló para el libro pese a que los autores del estudio (José Manuel García Bautista y Rafael Cabello) dijeron que no se parecían en nada (a partir del min. 43). Por eso decía Iker este domingo que el informe fue "polémico" y pasó tan de puntillas.

Y también por eso volvió a llamar a su amigo Luis Alamancos que, por supuesto, llegó a la conclusión de que las Caras eran prácticamente las fotos del DNI de los finados. Si eso fuera así, lo lógico sería pensar que el que las pintó se inspiró en ellas. Los que no conozcan la historia probablemente no entenderán lo que contó del bigote manipulado (le echó la culpa a Canal Sur pero no es cierto) pero no tenía ni pies ni cabeza. En todo caso, si es cierto como dice el presentador, que en Bélmez han aparecido unos 600 rostros ¿de quién son las demás?

EL DEBATE

Por último llegó el debate, no para ver si las caras son un fraude o no, sino para estar todos de acuerdo. Incluso Joaquín Abenza se presentó como escéptico, aunque en su vida ha escrito una línea cuestionando el fenómeno. Soledad Blanco Soler, Enrique de Vicente, José Miguel Gaona... ni una voz crítica. Eso sí, se citó al profesor universitario Michael Persinger (Universidad de Ontario), cuyos resultados son tan sorprendentes como imposibles de reproducir.

La cantidad de chorradas que pudieron soltar a lo largo del programa es imposible de reproducir. Que si María (una mezcla entre Madame Curie y Teresa de Calcuta) adivinaba el futuro, que si hubo microtelekinesis, puertas abiertas con el Más Allá, cruces hiperfísicos, un túnel (inexistente) que provoca alteraciones neurológicas ... Ni el profesor Bacterio se hubiera atrevido a tanto.

Si tan científica e intachable es toda la investigación que se ha hecho ¿tanto costaba llevar a algún escéptico a poner orden? En El Gato al Agua hay más diversidad. Pero quizás lo más curioso es que eran seis en la mesa y llegaron a 17 hipótesis distintas.

En definitiva, sólo hay dos opciones. O Bélmez es un timo y lo de Iker un montaje, o el misteriodista ha conseguido responder a la eterna pregunta sobre la vida después de la muerte y le ha salido que sí. Para salir de dudas, propongo hacer lo que el presentador nunca se atreverá a hacer: quitar la Pava de la pared y mandarla a dos laboratorios independientes. A ver qué sale. Inquietante, Carmen.

Javier Cavanilles es coautor de Los Caras de Bélmez (disponible en Kindle y ePub)

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