VALENCIA. En el siglo XVIII, 1300 años después de los últimos Juegos Olímpicos de la antigüedad, el tema de las Olimpiadas estaba muy de moda, y prueba de ello es que muchos compositores escribieron óperas basadas en L’Olimpiade de Metastasio. Un próximo lanzamiento del sello Naïve, interpretado por la Venice Baroque Orchestra y un conjunto de solistas de primer orden, como Karina Gauvin, Romina Basso, Franziska Gottwald y Nicholas Phan, está estructurado para contener todas las arias originales de Metastasio. Puede considerarse un pasticcio en el sentido de que la música pertenece a 16 compositores diferentes entre los muchos que utilizaron el libreto entre 1733 y el fin del siglo XVII, como Leo, Hasse, Galuppi, Sarti, Myslivecek, Paisiello, Pérez, Vivaldi, Gassmann, Caldara, Traetta, Jommelli, Cherubini, Pergolesi, Piccinni y Cimarosa. De esta manera esta grabación incluirá 16 arias en primera grabación mundial. 

El CD se editará algunas semanas antes de las Olimpiadas de Londres, que tendrán lugar entre el 27 de julio hasta el 12 de agosto, y además el programa se interpretará en diversas salas de Europa, como la Queen Elizabeth Hall en Londres, el Théâtre des Champs-Elysées en París y la sala Bozar en Bruselas. La idea de la Venice Baroque Orchestra y su director musical Andrea Marcon para producir este disco vino en el 2006 tras su investigación de L’Olimpiade de Galuppi, cuando los componentes del ensemble se percataron de que existían obras de docenas de compositores que se habían inspirado en el libreto de Metastasio, lo que les llevó a la idea de crear este pasticcio. Tras el estreno de la obra de Galuppi en Venecia en diciembre del mismo año, la VBO encontró un director de escena griego que también estaba trabajando en el mismo concepto. La coincidencia definitiva fue sin duda que el clavecinista Markellos Chryssicos, el escogido para dirigirles en esta grabación, había estudiado algunos manuscritos para un proyecto griego en el que recientemente había dirigido L’Olimpiade de Caldara.  

La búsqueda de manuscritos llevó a los miembros de la VBO a librerías y conservatorios de Milán, Florencia, Nápoles, Venecia, París, Lisboa, Nueva York, Berlín y Washington... e incluso pudieron encontrar algunos por internet. El objetivo se convirtió entonces en introducir en el pasticcio importantes trabajos de diversos compositores escasamente conocidos, animando a otros músicos para continuar explorando el enorme potencial de la ópera italiana del siglo XVIII.