Cultura y Sociedad

‘Pyongyang', un cómic usado como fuente de la ‘prensa seria'

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MADRID. El presidente de Corea del Norte es un gordo, hijo de papá y con un corte de pelo ridículo. Aunque más patético era su padre, también hijo de popá, que era alcohólico, se pasaba el día viendo la tele, llevaba alzas en los zapatos, otro cabello de risa floja y secuestraba actrices extranjeras con una maldad que ni Fu Manchu. Pero peor era el abuelo, no te lo pierdas, que se creía Dios e inventó su propio evangelio.

Hasta ahí, bien. Así llevamos todos riéndonos desde que Corea del Norte entró en crisis a finales de los setenta, cuando era un país industrializado y relativamente próspero, como podría serlo cualquier otro de la órbita comunista, si bien ellos no aplicaron el régimen partiendo de un nivel como el de las naciones centroeuropeas, sino desde la edad media. Como muestra, un dato: Antes del punto de inflexión de la crisis del petróleo, Corea del Norte era donante de fondos de Ayuda al Desarrollo.

La pregunta es obvia: dentro de la rigidez de los regimenes asiáticos ¿cómo han podido llegar a tal nivel de aislamiento, represión y la preparación clandestina de la bomba atómica? En cuatro párrafos no se puede dar un diagnóstico, y menos de un país tan hermético, pero lo que tampoco es de recibo es que la información general se quede en el detalle. En cómo está el país ahora, en su aislamiento, las excentricidades de sus líderes.

Una y otra vez, una y otra vez, crisis tras crisis. Al menos no debería tratarse así este tema sin mentar que en los años cincuenta, durante la guerra con Estados Unidos, Corea del Norte fue bombardeada hasta quedar como la palma de la mano y gran parte de su población terminó viviendo en cuevas, o que sobre ella se lanzaron bombas químicas y se cometieron barbaridades de toda clase que no son crímenes de guerra que nos abrumen porque ninguna película se ha molestado en recordado.

DOS MIL CABEZAS NUCLEARES

Rodeada por potencias como China, Japón, la URSS y un régimen títere de Estados Unidos durante muchos años, el del Sur, si se tienen en cuenta las circunstancias dantescas en las que se hallaban, una defensa de la soberanía a ultranza, por muy extravagante que resulte, ya no parece tanto fruto de la hilaridad.

Del mismo modo, con dos mil cabezas nucleares apuntándoles, actualizadas a principios de los noventa, con guerras desatadas en el mundo que han brillado por su unilateralidad, como la de Yugoslavia del 99 o la de Iraq, tampoco debería llamar a engaño que el gobierno norcoreano haya desarrollado la bomba atómica como principal carta diplomática, especialmente tras ser incluido en el Eje del Mal por el gabinete de Bush Jr. Pero la prensa lo sigue explicando todo recurriendo al hermetismo del régimen, los peinados del líder. Una relación causa efecto la que nos dan, seamos sensatos, bastante pobre.

Todo esto no quiere decir que exista gran literatura sobre el tema que pueda ser consultada. O la postura diplomática de Rusia y China a lo largo de los años. Incluso, hasta hay una amplia minoría étnica coreana en China que puede servir como fuente, pues entre sus miembros no faltan quienes han escapado de la tiranía. Pero hacemos la foto fija: son malos.

Y hasta tal punto ha llegado esta pobreza informativa que para sorpresa de quien esto escribe, el diario más importante de España, El País, empleó como fuente el pasado fin de semana un cómic, ‘Pyongyang', para explicar la situación cotidiana de este pequeño país, ahora que apunta algunas bombas atómicas contra las miles que les rodean desde hace años.

Este tebeo, obra de un quebequés, Guy Delisle, ha vuelto a los estantes de las librerías de Madrid, en posición privilegiada, junto a los sempiternos como ‘Maus'. Curiosamente, el género autorreferencial está muy extendido en la novela gráfica. Sería digno de estudio valorar si hay mucha más proporción con respecto a otras formas de expresión, como el cine o la literatura, pero el caso es que de la historieta biográfica han surgido obras magnas como el citado Maus, el periodismo en viñetas de Peter Bagge con su ‘Todo el mundo es idiota menos yo' o la ‘Pyongyang' que nos ocupa, que ha terminado en la sección de internacional de un periódico. Un galardón como cuando a Vangelis, grupo entre los pioneros de la música electrónica, le cogieron una canción para la sintonía de un informativo. El novamás.

Este dibujante acudió a Corea del Norte a supervisar la producción de dibujos animados de su empresa. Como es lógico, estaban allí abaratando costes. Sus experiencias tienen el valor que quiera dársele, pero momentos como cuando tiene que depositar un ramo de flores nada más llegar en la estatua de Kim Il Sung coinciden con los mostrados también, por ejemplo, en el documental que firmó Pilar Bernal para Telecinco en un programa de reportajes en profundidad, ‘Documenta Cinco', presentado por Hilario Pino, del que nunca más se supo.

Viñeta a viñeta, lo que documenta Delisle es un país en penumbras, sin energía ni para los turistas protegidos a los que se pretende disfrazar la realidad del territorio. En su hotel, sólo hay una planta que disponga de luz. El trato con los naturales es surrealista. De repente desaparecen trabajadores y son sustituidos de un día para otro. Hay cines que sólo proyectan películas cada dos años, o un lugar de esparcimiento, el ‘Diplomatic club', que se trata de la antigua embajada megalómana de la Rumanía de Ceaucescu, gran admirador del régimen que lo importó para su país, reconvertida. Un show todo ello, en definitiva.

Pero los personajes norcoreanos zumbados que deambulan por sus páginas, con su inocencia, o los guías estrictos que le importunan con tonterías, no dejan de ser también parte del cartón-piedra que a él, como extranjero, le corresponde ver sin posibilidad alguna de rascar nada más. Cada capricho que tiene, cada iniciativa de averiguar algo, le lleva a otro escenario nuevamente de cartón piedra, que termina por agotar, más que satisfacer, su curiosidad. Bien es cierto que todo esto lo expone con sinceridad.

No obstante, la mirada de Delisle, aunque ponga de manifiesto las incoherencias del sistema de un país en una situación tremebunda, no deja de estar limitada a lo que querían que viera, que no es otra cosa que un paripé. En cualquier caso, al menos este trabajo, con una visión que quiere ser aséptica porque no le va ningún interés geoestratégico o informativo en ella, llega bastante más lejos que documentales profesionales a toda imagen para la televisión. Ya es un logro.

Es romántico que un tebeo alcance tanta relevancia. Pero para que en Corea del Norte haya un deshielo hará falta un plan a largo plazo con compromisos multilaterales que se cumplan. Por el momento, por muy penoso que sea este neoestalinismo, no son ellos precisamente quienes se han pasado por el forro continuadamente los acuerdos diplomáticos. Está documentado.

De modo que para indagar en qué lleva a qué y en si se puede evitar tanto la guerra como la putrefacción -aún mayor- de este pueblo bajo una dictadura impenitente, hará falta algo más que el recordatorio de que los norcoreanos hacen mosaicos en estadios en honor a su líder como si estuviesen tarados. Eso sí, lo mismo de siempre, sienta mejor en historieta que en imagen asusta viejas de la CNN. Por eso merece la pena realmente este tebeo.


FICHA

Nombre: PYONGYANG

Autor: GUY DELISLE

Editorial: ASTIBERRI, 2013 (7ª Edición)

Nº de páginas: 184 págs.

Precio: 18 euros.

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