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María Fernández de la Serna
"Los institutos universitarios de I+D no tienen vocación de transferencia del conocimiento

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VALENCIA. Es directora de I+D en Labhuman, laboratorio perteneciente al Instituto de Investigación en Bioingeniería y Tecnología orientada al ser humano de la Universidad Politécnica de Valencia, que en estos momentos desarrolla más de 50 proyectos psicológicos y tecnológicos de todo tipo: juegos virtuales para ejercitar la memoria, muebles que captan las emociones de las personas, aparatos para tratar fobias, sensores para el estrés, aparatos para estimular emociones positivas... Es una joven apasionada, tanto con su trabajo como con sus objetivos. Es fan del tiro con arco, con el que se entrena para acudir este año al Campeonato de España.

Para María Fernández de la Serna (Valencia, 1982), la universidad tiene el mismo problema que las empresas, "no ha sabido reinventarse" de modo que gran parte de las investigaciones realizadas se han quedado en prototipos porque no se han transferido a la vida real. "Esto ha impedido que seamos más competitivos". 

-¿Por qué una licenciada en comunicación audiovisual se especializa en I+D?

-Nada más acabar la carrera empecé a trabajar en este sector. Me considero una persona afortunada porque no he parado de trabajar desde entonces. De todos modos en estos ocho años me he dado cuenta que no hay mucha diferencia entre la comunicación audiovisual y el I+D, ambos son trabajos creativos en los que hay que reinventarse constantemente.

-¿Sigue siendo difícil que los empresarios de la Comunidad Valenciana asimilen el I+D?
-El I+D es un concepto cultural, pero nadie nos ha enseñado en qué consiste. Por eso cuando me preguntan en qué trabajo prefiero decir que me dedico a desarrollar tecnología para mejorar las cosas. Sin embargo está claro que para poder competir hay que ser innovador y diferente. Si no lo sabes te quedas fuera del mercado. En los años de bonanza nadie buscaba su diferencia porque había negocio, ahora que no lo hay el I+D cobra más importancia, pero como desconocemos esa cultura nos quedamos paralizados.

-¿Entonces cree que el I+D ha sido como los experimentos con gaseosa, que cada uno lo ha aplicado como buenamente ha sabido.
-Sí porque no hay un manual. Salimos de la universidad siendo médicos, ingenieros, psicólogos... pero el I+D como profesión no existe. Es un proceso creativo de innovación continua y de mejora de los procesos, los recursos, etc.

-¿Quizá también un poco caro?
-Desde luego, el I+D ha movido mucho dinero en España, pero el problema es que nunca se ha sabido cuál ha sido el retorno real.

-¿El papel de la universidad en esta materia de l I+D ha cambiado en estos años de crisis?
-Debería. La base del I+D está en la universidad, pero ésta tiene un hándicap para transferir el conocimiento.

-¿Cuál?
-Ha caído en el mismo problema que las empresas, no ha sabido reinventarse. Creo que los institutos de investigación de la universidad no han crecido con la vocación de transferencia del conocimiento. Se ha hecho mucha investigación y buena, sobre todo en salud y educación, pero casi todo se ha quedado en un mero prototipo. Cuando no se transfiere a la vida real, hay que preguntarse para qué ha servido imaginar un mundo mejor. ¿Dónde están esas propuestas de intenciones?

-¿Cómo se le puede dar la vuelta a esta situación?
-Cambiando. No nos podemos quedar en la fase de experimentación y menos con investigaciones que son un éxito en el laboratorio. Después hay que mejorar nuestro modo de comunicarnos con el usuario final. Y finalmente cambiar nuestro concepto respecto al I+D. La época de vacas gordas hizo que el I+D no fuera visto como una herramienta sino como un fin en sí mismo. Todos se apuntaban a ello como una moda desarrollando y presentando cientos de proyectos que se publicaban en revistas prestigiosas. Proyectos que al final quedaban arrinconados en un cajón. Parecía que ese fuera el objetivo, publicar. Pero esto no es así. ¿De qué sirven los proyectos si no los pueden utilizar las personas reales a las que van destinados?

-Usted forma parte del equipo Labhuman que desarrolla una plataforma de realidad virtual para seleccionar personal laboral y evaluar directivos ¿esto va a ser real?
-Sí. Una de las claves para que un proyecto salga adelante es contar con el usuario final. En este caso la herramienta, que permite utilizar tecnología de realidad virtual para evaluar competencias en profesionales, la estamos trabajando directamente con las empresas que hacen selección de personal, por lo que su éxito está garantizado. A diferencia de otros proyectos de I+D sí hacemos transferencia del conocimiento. La necesidad de I+D tiene que partir de la empresa, no de la universidad.

-Volviendo al 3D, veo que desarrollan juegos virtuales para ejercitar la memoria, muebles que captan las emociones de las personas, aparatos para tratar fobias, etc... ¿conseguirán desarrollar tecnología para tener una mente más lúcida, entender a los demás y dejar de pensar mal?
-Eso estaría bien. Desde luego me gusta este trabajo porque combina dos mundos distintos, la psicología y la tecnología. Actualmente tenemos un proyecto europeo, Optimi, con el que intentamos desarrollar sensores que detectan el nivel de estrés de las personas y poder predecir si existe un inicio de depresión. Ya se sabe que hoy en día hay muchas bajas por depresión en las empresas y muchas empresas a las que les interesa como negocio medir estas cuestiones.

-¿El mal genio también se puede invertir?
-Sí, existen reguladores emocionales que a través de videojuegos estimulan emociones positivas. Igual que hay aparatos que estimulan la resiliencia de las personas en casos de crisis. Es decir ayudan a trabajar con lo peor de uno, en un mal momento.

-¿O sea, que uno llegará a pedir trabajo y le pondrán en la mano un videojuego?
-Sí, pero la persona no sabe que se le está evaluando. La sumergimos en una historia donde tiene que estar constantemente tomando decisiones. Finalmente se objetivan las capacidades mejor que con una entrevista personal, pero ¡ojo! no la sustituye. La tecnología de realidad virtual no sustituirá a la persona, será un complemento.

-¿Es decir, la primera impresión es lo que cuenta?
-Sí, pero la contratación se hará con un porcentaje mayor de información respecto las capacidades del profesional que se evalúa. Hasta ahora se ha contratado a mucho profesional directivo sin formación y competencias para serlo. Cuando todo iba bien no pasaba nada, había dinero. Incluso muchos técnicos sin formación directiva montaban su propia empresa para ganar dinero, pero la situación ha cambiado.

-¿Habrá sitios donde la tecnología no pueda llegar?
-Sí, por ejemplo a lo más íntimo de la persona o a salvar traumas. Podemos ayudar a rescatar, pero no hacemos milagros. La tecnología es una herramienta que puede ayudar a las personas a encontrar el camino para curarse. Lo que más me gustaría es encontrar los algoritmos que ayudasen a superar la soledad o el abandono.

-Por cierto ¿ahora que se acaban las subvenciones qué va a pasar con todos estos proyectos?
-Ya veremos. Sin duda se ha vivido durante muchos años de la "subvencionitis" por lo que, por un lado se ha perdido mucho dinero, pero también se han pagado muchas nóminas. Lo que está claro es que cuando una investigación no acaba en el mundo real deja de ser competitiva. Es una lástima porque tenemos muy buenos investigadores, pero la realidad es que España no es competitiva. Es cierto que las grandes empresas cuentan con estos departamentos, pero las Pymes no tienen ni cultura, ni estructura para desarrollarlo. Y no creo que las subvenciones sean necesarias para el desarrollo de un proyecto. Estoy a favor de un apoyo y financiación, pero a cambio de un retorno. Las ayudas no son gratis.

-¿Qué estimularía la transferencia al mundo real?
-Primero ser autocrítico, reconocer que no se han hecho bien las cosas y que se pueden hacer de otra manera. Una vez uno se da cuenta de que es buen científico, pero que no transfiere a la sociedad, tiene que buscar aliados que tengan esa capacidad. Eso sí, sin forzar situaciones. La subvención para el I+D es una herramienta, no un fin. Entonces seremos más competitivos y Europa nos verá de otra manera. Aunque también es verdad que los proyectos subvencionados por Europa nunca han pasado de la fase de investigación. Es una pena porque quintuplican las cantidades económicas que proporciona España.

-¿A su generación le gusta más innovar o conservar?
-No sabría que responder. He leído que las próximas generaciones lo tendrán peor que nosotros para encontrar trabajo. Lamento que no supiéramos aprovechar la época de bonanza para ser mejores y más creativos.

-Por cierto, ya que se licenció en audiovisuales ¿nunca quiso rodar una película?
-En su día hice cortometrajes, pero no descarto hacerlo en un futuro. Nunca digo de esta agua no beberé, por eso no sé dónde acabaré. Lo que sí sé es que me seguiré reinventando.

-¿Y entre sus aficiones qué destaca?
-El tiro con arco. Me preparo para acudir al Campeonato de España. Me ayuda a observar mejor lo que me rodea. Por ejemplo cuando compites lo normal es sacar 9 o 10, sin embargo cuando sacas un 7, te enfadas muchísimo. Corroboras que el cerebro está entrenado para recordar lo malo, porque está orientado para protegerse y evitar que vuelva a suceder. Es lo mismo que pasa en la vida, aunque todo vaya bien, basta que una cosa vaya mal para que se te estropee el día.

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