Buscaban nuevos clientes y decidieron ofrecer cupones-descuento a través de LetsBonus y Groupalia. El problema es que fue un éxito y las ventas se dispararon, pero la firma se niega a liquidar su parte. Algunos están a las puertas de la quiebra
VALÈNCIA.- En diciembre de 2016 —hace ahora un año— el coro de Rebeca Rods afrontaba uno de sus conciertos más importantes. El Black Light Gospel Choir actuaba en la sala BUT de Madrid con un aforo de 1.200 personas, y para vender las localidades, la cantante y directora volvió a confiar en LetsBonus, la web de descuentos con la que tan bien le había ido desde 2011. El funcionamiento era sencillo: la plataforma ofrecía las entradas más baratas y se quedaba un importante porcentaje, de alrededor del 50%; pero a cambio multiplicaba exponencialmente las ventas, proporcionando a la artista una mayor asistencia y, lo que es mejor, más recaudación.
La cosa iba más que bien antes del concierto. Tanto, que LetsBonus contactó con Rebeca en varias ocasiones para pedirle más entradas. Las colocaban como por arte de magia, hasta el punto de que la web de descuentos llegó a vender cerca de 900 —casi el 75% del total, muchas más que de costumbre—. Y el concierto fue genial, todo había ido sobre ruedas. El beneficio del evento le iba a permitir grabar un disco en Los Ángeles.
«Pero los meses pasaban y LetsBonus no pagaba», cuenta Rebeca. «Todo cambió de repente. No pagaban, y cuando les reclamaba el dinero mareaban la perdiz, hasta enredaron con facturas de otros conciertos, yo creo que para darme largas. Cuando por fin logré hablar con el área económica de LetsBonus me prometieron que a partir de abril nos pagarían mil euros al mes. Pero tampoco cumplieron. Se quedaron el dinero. En total, 12.000 euros. Y yo sí había pagado el concierto, que fue muy caro. Me tocó ir a Los Ángeles a pulmón, pidiendo un préstamo de 6.000 euros», relata.
El de Rebeca es uno de los cientos de impagos a proveedores que acumulan las webs de descuentos LetsBonus, Groupalia y Offerum hasta el punto de que una plataforma con sede en València está haciendo acopio de afectados para trazar una defensa legal conjunta contra el entramado empresarial de las tres firmas, tras las que sitúan al empresario Antonio Alcántara. La defensa la ha asumido el área legal del fondo Prisma Dos Inversiones, dirigida por José Vicente Frasquet, que ha decidido impulsar esta iniciativa «ante la multitud de casos de impago sufridos por proveedores de estas dos empresas». Por el momento, ya son un centenar los afectados adheridos a su plataforma.
Todo empezó a partir de la llegada a su despacho de un restaurante valenciano, al que le debían setecientos euros. «Íbamos a presentar una reclamación civil por impago, pero enseguida vimos que él no era el único. Desde el pasado mes de enero los impagos se han convertido en una práctica generalizada por parte de estas empresas. Podría afectar a la práctica totalidad de sus proveedores, que son miles. Se trata de una estafa a nivel nacional», afirma Frasquet.
Según explica el representante de Prisma Dos, los perfiles de damnificados son tres: «Por un lado, las empresas proveedoras, que tras haber prestado sus servicios a los clientes no han cobrado las cantidades por parte de LetsBonus, Groupalia y Offerum; por otro, los clientes, a los que no les devuelven el dinero cuando acuden al establecimiento y les comunican que ya no operan con las mencionadas webs de descuentos debido a los impagos, y, por último, trabajadores de las propias compañías, que también están sufriendo el impago de sus nóminas», detalla.
El director del gabinete jurídico sostiene que estas webs, durante el tiempo que han funcionado correctamente, «han creado una falsa apariencia de liquidez para ganarse la confianza de los clientes». «Los ejemplos son de todos los tipos: restaurantes, alojamientos, estaciones de esquí, descuentos de empresas que ya han cerrado... Parece el intento de recoger el máximo de dinero posible antes de huir», afirma.
Otro de los casos llamativos que acudió a la plataforma es el del hotel Roc Blanc de la Molina (Girona). Su directora, Luz María Fadón, cansada ya de explicar a los clientes por qué no acepta las reservas de LetsBonus, Groupalia y Offerum, tiene en Whatsapp de foto de perfil un texto contra las webs de descuentos. «Son tantos los problemas que me han generado... cada fin de semana tengo que enfrentarme a lo mismo, a clientes quejándose de que no aceptemos los cupones. Es una labor muy desagradable», cuenta.
Vicente Frasquet: «Estas webs han creado una falsa apariencia de liquidez para conseguir ganarse la confianza de los clientes»
En el caso del hotel los problemas con las webs de descuentos se produjeron desde el principio, cuando Luz María empezó a trabajar con ellas en 2016. «En total han sido cuatro campañas con LetsBonus y otras cuatro con Groupalia y Offerum. Era una persecución constante para que nos pagaran, y en julio decidimos plantarnos con una deuda de 24.000 euros de LetsBonus y de entre 3.000 y 4.000 de las dos restantes», detalla.
Para colmo, no fue nada sencillo cortar la relación con las enseñas. «Quedaban 750 cupones por acudir al hotel, y ante la falta de soluciones que nos daban decidimos llamar nosotros mismos a los clientes para avisarles de que no los albergaríamos. Como es lógico, se indignan, porque ellos han pagado. Pero nosotros no podemos seguir perdiendo dinero. Aun así, siguen llegándonos cupones que no han caducado todavía y tenemos que soportar cómo nos ponen las quejas a nosotros. Está siendo horrible», relata.
Plaza ha tratado sin éxito de ponerse en contacto con las plataformas de descuentos para conocer de primera mano los motivos de los impagos. Las llamadas telefónicas al número 902 que ponen a disposición del cliente se dirigen a una centralita que, tras veinte minutos de espera, se cuelgan de forma automática. En la misma línea, también han rehusado explicarse a esta revista tanto una comercial de LetsBonus que operaba en València como un abogado que defiende los intereses de las sociedades.
La prensa madrileña enmarca lo ocurrido en una severa crisis del negocio de los descuentos por internet, que en el caso de Groupalia se ha traducido en la reducción de la plantilla a aproximadamente una tercera parte y en un cambio repentino de sede en busca de abaratar costes. Frasquet, en la misma línea, revela que los servicios jurídicos de estas firmas se han puesto en contacto con la plataforma de afectados para trasladarle su delicada situación económica, al borde del concurso de acreedores. ¿La razón? Según el abogado, tras haber impagado de forma unilateral sus servicios, las webs pretenden ahora pactar un nuevo método de pago para continuar operando con ellos y, de este modo, poder devolver el dinero que debe.
Dada la relación de total desconfianza entre las marcas de descuentos y su proveedores, el sistema puede parecer una utopía. «Pero ¿y si fuera la única forma de cobrar?», se pregunta Frasquet. «Nuestro cometido es intentar que los afectados recuperen el dinero lo más pronto posible. Lo cierto es que, con estas empresas al borde de la suspensión de pagos, las demandas por estafa auguran un camino largo con un final incierto», lamenta el abogado.
Por ello, Vicente Frasquet está dispuesto a negociar que LetsBonus, Groupalia y Offerum paguen con el desempeño de sus servicios, pero siempre y cuando cambie radicalmente el método de pago para que sean los proveedores quienes cobren directamente en el local, y no como hasta ahora, que eran las webs las que cobraban el importe íntegro. Es decir: Frasquet sugiere que las empresas cobren a partir de ahora directamente de la mano del cliente tanto la totalidad que les corresponde por el servicio como parte de lo que le debe la web de descuentos por impagos anteriores.
«Por ejemplo, para el tiquet de un menú de veinte euros, el cliente pagaría seis euros a LetsBonus al hacer la reserva y los catorce restantes en mano al restaurante. Este importe abonado en metálico incluiría once euros del precio del servicio y otros tres a cuenta de la deuda con la empresa. Posteriormente, de los seis que ha cobrado LetsBonus, le transferiría al restaurante otros tres euros y se quedaría solo con tres para seguir funcionando», plantea el abogado de la plataforma.
Este mecanismo ofrecería seguridad de cobro a los proveedores y no implicaría una renuncia a demandar en adelante a las firmas por estafa en caso de que siguieran sin cumplir, pero supondría reiniciar una relación comercial con unas webs en declive, con una imagen pública muy deteriorada, y a las que los proveedores les han retirado totalmente su confianza.
«Tengo claro que he perdido los 4.000 euros que me deben y prefiero que esto me sirva de lección. He sacado algo positivo: no fiarme de nadie y, a la primera factura impagada, parar todo el proceso y no dar un margen de confianza. Los doy por bien gastados si sirven para que no vuelvan a estafar a más gente», cuenta sobre su caso José Luis Pelicar, responsable de un centro de buceo en Xàbia.
El gerente de Buceo Pelicar comenzó a ofrecer su actividad a través de todo tipo de webs de descuentos en 2013; en busca de un balón de oxígeno en plena crisis. «Pensaba que sería una buena manera de atraer clientes, ya que ellos hacían un buen marketing de mi producto y realmente solo me cobraban una comisión por actividad realizada. Tenía que poner mi precio de venta al 50% y darles una comisión del 25%, pero me dije "algo es algo, prefiero eso que estar sin hacer nada", y probé una temporada», relata.
«La cosa fue fluyendo bien. Había un poco de retraso en los pagos, pero nada alarmante. Llegado el año 2015 los pagos ya se retrasaban algo más en el tiempo, pero pagaban. Ya en 2016, tras la vorágine del verano, empezaron a retrasarse mucho. Tuve que llamarles muy enfadado para que pagaran, pero al final lo hicieron. El problema real ha sido esta última temporada. Yo ejecutaba el servicio y cada quince días me tenían que pagar, pero solo me abonaron la primera factura. Pensé que todo se solucionaría, porque nunca había tenido problemas con ellos al margen de los retrasos. Además yo no quería molestar al cliente final. Con la locura del verano empezamos a trabajar tan duro que ya ni prestaba atención a si los servicios que hacía eran de Groupalia, Groupon o de la que fuera, ya que trabajaba con todos. Y cuando acabó la temporada alta vi que las facturas impagadas ascendían a 2.800 euros con Groupalia y 1.200 euros con LetsBonus. Ahí fue cuando me di cuenta de que lo tenía más que perdido», detalla José Luis.
Llegado a ese punto, el empresario dejó de aceptar los descuentos de las firmas morosas, lo que añadió a sus quebraderos de cabeza las peleas con el cliente final que acudía al centro de buceo con los cupones. «Me decían que ese no era su problema, que ellos habían comprado un cupón para hacer una actividad y que yo debería realizarla, que el problema que yo tuviera con Groupalia o LetsBonus no era el suyo». Buscando en internet se dio cuenta de que no era el único, y así fue cómo acabó incorporándose a la plataforma de afectados.
Según el abogado José Vicente Frasquet, pese al enfado de proveedores como Rebeca, Luz o José Luis, entre sus representados prima «tratar de recuperar el dinero», motivo por el que busca el acuerdo con las webs de descuentos. «Todos tenemos en mente lo ocurrido con Afinsa o Fórum Filatélico, donde los afectados llevan décadas sin ver un duro. Una demanda colectiva haría que el caso se eternizase», explica. Una opción más ágil —es la que en principio contemplaba la plataforma— es «presentar el máximo número de demandas individuales por estafa para solicitar una mayor pena». No obstante, el camino más corto para que cobren los proveedores es el acuerdo, según el abogado.
El lado malo de esta opción pragmática es la impunidad de los responsables. De hecho, al no haber todavía caso en marcha, siguen operando con total normalidad, a pesar de que los clientes que compren hoy un bono a estas webs pueden encontrarse mañana con situaciones como las del hotel Roc Blanc, el Black Light Gospel Choir o la empresa Buceo Pelicar. En la Dirección General de Consumo de la Generalitat se han registrado algunas reclamaciones, pero sin un volumen destacable. Lo mismo ha ocurrido en la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (Avacu), que recomienda a los compradores de bonos que se informen previamente de la fiabilidad de la plataforma con la que contratan los servicios.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 38 de la revista Plaza