C.Valenciana

LA OPINIÓN PUBLICADA

Alberto Fabra: reina, pero no gobierna

Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

VALENCIA. El martes pasado, la Comunitat Valenciana recibió la visita del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Un acontecimiento que cabría calificar de "conjunción planetaria", remedando la mítica frase de Leire Pajín sobre Zapatero y Obama. Una alineación de planetas extraordinariamente rara en la política española, pues sólo se produce una vez al año. Hace un año -cuando vino durante la campaña electoral- que no sabíamos de Rajoy en la Comunitat Valenciana. Y es previsible que, tras esta visita, pase bastante tiempo hasta que vayamos a verlo. Rajoy, esquivo con la prensa, esquivo con los mercados internacionales, esquivo con los socios europeos y sus peticiones de rescate... No es con nadie más esquivo que con esta sufrida tierra.

Hace dieciséis meses que Alberto Fabra fue escogido por Rajoy para "tapar" la era Camps. Pero, curiosamente, tras elegirlo, Rajoy decidió, en apariencia, olvidarse de él, salvo para significar hasta qué punto no lo tiene en cuenta y para utilizarlo periódicamente, a Fabra y a la comunidad autónoma que gobierna, como ejemplo de lo que se ha hecho mal. Los valencianos, como acertadamente comentó Ximo Clemente hace unos días, también "hacemos cosas". Pero a Rajoy parece que sólo le importan las "cosas" negativas.

Electoralmente crucial, políticamente irrelevante

Se trata, sin duda, de una actitud desconcertante por parte del presidente del Gobierno. Ha quedado claro que Rajoy no quiere saber absolutamente nada de la Comunitat Valenciana. Incluso da la sensación, en algunos momentos, de que la da por perdida, electoralmente hablando: la prueba del nueve de que algo no le interesa a Rajoy.

Lo cual, desde luego, no tendría mucho sentido. La Comunitat Valenciana es uno de los principales graneros electorales del PP. De hecho, si observamos los últimos resultados electorales, la Comunitat Valenciana resulta ser (junto con Castilla y León) la región en la que el PP le sacó mayor ventaja en escaños al PSOE, y la segunda en votos (tras la Comunidad de Madrid):

No es que sea necesario aclararlo, porque es sabida la importancia de la Comunitat Valenciana para las aspiraciones electorales del PP; pero las cifras nos permiten plasmar hasta qué punto es importante. Desde luego, dar por perdida esta comunidad autónoma no es como dar por perdida La Rioja, o Cantabria. Pero, a veces, da la sensación de que así fuera.

La erosión del voto del PP en la Comunidad Valenciana está siendo, según los sondeos que han surgido hasta la fecha, particularmente intensa. Y es normal. Se unen, a los problemas derivados de la gestión de la crisis por parte del Gobierno central, dos factores de gran importancia: el hundimiento del modelo de crecimiento propuesto por el Gobierno autonómico, por un lado, y el afán (¿sadomasoquista?) por socavar sus propias posiciones electorales por parte de los líderes del PP nacional, por otro. Lo destacable del asunto es que, así como los dos primeros problemas tienen difícil solución, el tercero es un problema creado. Desde Génova. Y sin que sepamos a ciencia cierta por qué razón.

A Alberto Fabra no le dejan "hacer cosas"

Al hacer balance de los dieciséis meses que lleva Alberto Fabra al frente de la Generalitat Valenciana, la sensación de que el president tiene las manos atadas en cada vez más asuntos comienza a resultar abrumadora. Fabra no ha cambiado apenas el Consell heredado de Camps, ni su estructura de Gobierno, aunque sí que ha superpuesto a una serie de asesores que le son fieles a él sobre la tupida red tejida en los años de Camps.

Fabra también ha maniobrado en el Partido Popular valenciano para ejercer el poder que le confirió Rajoy, llegando a una especie de incómodo impasse en el que nadie le disputa abiertamente la supremacía, pero los dirigentes más poderosos ejercen el poder de que disponen por su cuenta. Y, además, tampoco se ahorran calificativos para criticar el abandono en el que el Gobierno central, ahora también del PP, tiene a la Comunidad Valenciana... Y la falta de firmeza de Fabra para enfrentarse a tanto desprecio.

También es verdad que, sin el apoyo de Madrid, es muy poco lo que Fabra puede hacer ahora mismo. Su poder en el partido, y en la Comunidad Valenciana, proviene de Génova. Pero, además, su capacidad de gestión también depende de instancias externas controladas por Rajoy. En este caso, del Gobierno de España, de cuyos préstamos depende el pago a los proveedores, las nóminas, la licitación de obras públicas y, en resumen, que la Administración valenciana continúe funcionando con apariencia de independencia, aunque esté intervenida de facto.

Que el poder decisorio reside en Madrid, y no en Valencia, es algo que ha dejado claro Rajoy en repetidas ocasiones, pero en ninguna de ellas con tanta claridad (incluso, cabría decir, con saña), como con el espectáculo del rechazo de las enmiendas a los Presupuestos Generales de 2013, promovidas por Fabra y "encargadas" a los diputados del PP valenciano en el Congreso de los Diputados. Los cuales, finalmente, ni siquiera pudieron tramitarlas. Y, por supuesto, cuando llegó la hora de votar las presentadas por la oposición, lo hicieron en contra. Una situación que explica nítidamente cómo es nuestro sistema parlamentario: los diputados se limitan a presentar las enmiendas que les digan, o a votar en contra de parecidas enmiendas. Todo es cuestión de saber quién manda. A las órdenes de quién tienen que hacer caso.

El desenlace de la votación de los Presupuestos ha mostrado dos cosas: que el Gobierno continúa cebándose con la Comunitat Valenciana, sin mostrar ni un mínimo de sensibilidad ante situaciones objetivamente injustas; y que las herramientas de presión esgrimidas desde el Consell sólo sirven para evidenciar que no se está en condiciones de ejercer presión alguna. De esta manera, y en definitiva, cabría decir que Rajoy le está haciendo un "Alberto Fabra" al propio Alberto Fabra. Es decir: Rajoy está comportándose como si Fabra perteneciese a otro partido político (exactamente igual que hizo, y hace, Fabra respecto del expresident Camps).

#pray for... Hermann Tertsch ve el futuro... ¡Y lo manipula!

Hace diez años, en la huelga general de junio de 2002 que convocaron los sindicatos contra el "decretazo" de la reforma laboral del Gobierno de Aznar, hubo dos personas que destacaron por su peculiar manera de informar a los ciudadanos. El primero, el entonces portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, que compareció ante los medios de comunicación a primera hora de la mañana de ese día anunciando el fracaso de los sindicatos... Mientras la huelga, propiamente dicha, acababa de comenzar. El segundo fue el entonces director de Informativos de TVE, Alfredo Urdaci, condenado por la Audiencia Nacional por manipular la información emitida respecto de la huelga. Urdaci, al leer la sentencia de la Audiencia Nacional, fundó un nuevo sindicato: Cé-Cé-Ó-Ó.

Pues bien: ambos han sido superados, diez años después, por el periodista Hermann Tertsch, colaborador de Telemadrid. Tertsch afirmó que la huelga del 14N había sido un rotundo fracaso... En una intervención grabada el 13N. Tertsch no se anticipó frívolamente a los hechos, como Pío Cabanillas, o los manipuló, como Urdaci. Directamente, se los inventó. Y con ello creó un auténtico furor en las redes sociales, que hirvieron con solicitudes, casi cabría decir súplicas, a Hermann Tertsch para que éste escrutase el futuro y les dijera qué veía más allá. Además del fracaso de la huelga, de los sindicatos, y de la izquierda, que eso, con las predicciones de Tertsch, va de suyo.
__________________________________________________________

Guillermo López es profesor titular
de Periodismo en la Universitat de València

@GuillermoLPD


 

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo

PSPV tilda de "ficticios" los presupuestos y asegura que son los terceros de Barberá este año
Reina, pero no gobierna