VALENCIA. El PP de la provincia de Alicante, con motivo de la lucha entre campistas y zaplanistas iniciada hace casi una década, ha sufrido una división constante de militancia en los últimos años sin que pudiera hallarse una solución con la que superar el conflicto.
Tras un año al frente de la presidencia provincial del PP alicantino, José Císcar, ha logrado plantar la semilla de la pacificación del partido: un cambio de morfología con la que, según señalan fuentes de la formación, se está empezando a dejar de lado los viejos calificativos tribales del pasado.
El lunes, Císcar celebraba su primer aniversario al frente del partido ante más de 600 militantes en Elda, en un acto en el que estuvo presente el líder del PPCV, Alberto Fabra, y donde no faltaron todos los nombres propios de la provincia, fuera cual fuera su sensibilidad de procedencia.
Este viernes, el presidente provincial acudía a Elche para compartir escenario con la alcaldesa y líder local, Mercedes Alonso, quien precisamente amagó un año atrás con disputarle el cargo al frente de la provincia.
Evidentemente, no es todo de color de rosa. La dirección provincial ha atravesado sus dificultades en los últimos meses, aunque los números dictan un balance notable: en 136 ejecutivas locales solo se llegó a votar más de una lista en ocho de ellas. Aunque varios de los conflictos se produjeron en municipios importantes como Orihuela o Elche, y existen localidades como Benidorm donde los problemas no se han resuelto, sí se percibe un avance importante en la pacificación del partido.
SOLUCIONES ECONÓMICAS Y ACTUALIZACIÓN DE MILITANCIA
La división casi étnica del partido no es el único problema al que ha hecho frente Císcar. La dirección provincial se encontró, según indican las fuentes del partido consultadas, una situación económica complicada que señalaba 120.000 euros de deuda. A día de hoy, todavía se está trabajando con Génova -sede nacional del PP- en un plan de reestructuración del modelo de gestión para adaptarlo a las necesidades que tiene el partido. Precisamente dentro de diez días, el propio Císcar analizará y propondrá soluciones a la situación en el comité ejecutivo provincial.
Entretanto, estos meses se han tomado diversas decisiones para ir solventando estas deficiencias económicas, como el traslado de sede a una con alquiler más económico, regularización del gasto, ajuste de precios con proveedores y la solicitud de una derrama de un euro a la militancia para cubrir parte de la deuda.
Por otro lado, también se ha tratado de poner orden en cuanto a la afiliación. Una regularización necesaria tras tantos años de convulsos congresos en los que crecía el número de militantes para participar en los procesos.
Según fuentes oficiales, la provincia cuenta con 76.000 afiliados, la segunda de España en este apartado por detrás de Madrid, nada menos. Aunque se admite que, al igual que en el resto del partido, todavía no se mantiene un control estricto entre militancia y pago de cuotas, sí al menos se ha trabajado en la actualización de la base de datos de altas y bajas.
En esta línea, las 180 reuniones de trabajo mantenidas desde la dirección provincial, la promesa del presidente Císcar de reunirse con grupos de afiliados de 20 en 20 o la prioridad del diálogo permanente de la cúpula con alcaldes y portavoces, son pruebas que determinan un cambio de signo en el partido en el último año.
No obstante, todavía queda trabajo -y mucho- por hacer en Alicante. De hecho, la imagen de que la provincia sigue sin estar controlada definitivamente y existen muchos conflictos latentes en municipios importantes sigue alimentándose, especialmente desde Valencia. Una situación que desde la dirección provincial achacan a "desconocimiento" o "intereses" de otros dirigentes del partido que prefieren que Císcar no gane fortaleza.
