VALENCIA. El uso del valenciano no es una acendrada virtud de la clase política. Esta situación es especialmente llamativa en las filas del Partido Popular donde la ignorancia del valenciano no impide acceder a las primeras dignidades autonómicas, como evidenció en su momento Eduardo Zaplana.
Si las intervenciones públicas de Rita Barberá en valenciano son escasas, con patinazos tan fuertes como el de la Crida de 2015 y su "caloret", Zaplana no tenía remilgos en reconocer que su nivel era prácticamente nulo, aunque dejaba caer alguna frase suelta enfatizando palabras clave como "mosatros", "en" o "socialiste" para regocijo de su público.
Llegar a una intervención con el discurso mal aprendido puede ser el resultado de un exceso de confianza fruto de la veteranía o de estímulos externos que pueden poner en un brete a quien le toque hablar en público. Y es que, cuando algo no se sabe sólo hay dos soluciones: o se practica o se evita. Fabra sigue intentándolo mientras que Rita optó por una tercera vía ante un público en buena medida hostil, algo insólito en cridaes o cridades anteriores.
EXCUSAS, TRUCOS Y SUPERACIÓN
Si bien Francisco Camps evidenciaba en sus intervenciones que era el castellano su lengua vehicular, la voluntad de diferenciarse de su antecesor al frente del PPCV le animó a soltarse a menudo en la lengua de Joanot Martorell, aunque con un resultado discreto y una pronunciación un tanto extraña y artificiosa.
Esto no evitó que en su discurso de dimisión tras la imputación por el llamado caso de los trajes optara por el valenciano para iniciar su exposición y envolverse en la senyera para identificar lo que consideraba un ataque a su personas como un ataque a todos los valencianos.
En otras formaciones, como el PSPV-PSOE, EU o Compromís, se es más exigente lingüísticamente con sus líderes e incluso personas que no la habían usado con excesiva regularidad hasta su ascenso en política han logrado un dominio más que correcto.
Éste fue el caso del presidente Joan Lerma, aunque también lo ha sido el del actual presidente de les Corts y exconseller de Educación, Alejandro Font de Mora, que de hecho cultiva la poesía en valenciano, eso sí, desde su vertiente secesionista. En todo caso, entre quienes tienen el valenciano como lengua materna hay distintas actitudes, como ocurre con la variante más popular de Alfonso Rus o la formalidad del socialista Ximo Puig o de la candidata de Compromís Mònica Oltra.
Aunque hace más de 30 años de la entrada en vigor de la Llei d'us i ensenyament del Valencià y el aprendizaje después de salir de la escuela no está reñido con nada, no faltan casos en los que el político se escuda en que cuando era niño no se daba en el colegio o se olvida de que siendo adulto también se puede estudiar si la persona lo considera necesario, como demostró María Abradelo, que empezó en Canal 9 hablando sólo en castellano y, tras una continua lluvia de críticas, terminó defendiéndose en valenciano con más soltura que bastantes responsable públicos.
Además siempre queda la opción de la memorización pura y dura o de la lectura fonética que, sin salirse del guión permite aparentar un don de lenguas del que no necesariamente se dispone, como fue el caso de José María Aznar hablando catalán en la campaña electoral de 1995 (y recordado más tarde también por sus oponentes)...
...o del actual rey Felipe VI que ha defendido discursos en catalán, gallego e incluso breves intervenciones en euskera. De hecho, ni la propia Casa Real defiende que el monarca sea un profundo conocedor de todas las lenguas del Estado. Se trata de una cuestión de responsabilidad y saber 'vestir' el cargo.
Siempre queda el consuelo, como ha demostrado Aznar con el inglés, de que después de gobernar hay tiempo para casi todo y, si al principio se cometen errores, al cabo de los años y de la práctica no es imposible hacerse con un grado bajo pero resultón de casi cualquier idioma. Sólo se requiere estudiar y practicar. Hay recursos para ponerse en marcha: