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LA ESCOPETA VALENCIANA

Fabra se inviste de oposición 

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VALENCIA. Pues no se sabe. Pero lo cierto es que así fue. El jefe del Consell decidió que su primer acto tras las dos semanas de vacaciones debía ser como presidente del partido pese a que afrontaba un encuentro en el que el hecho de que sea el máximo responsable del gobierno autonómico es, digamos, relevante.

Tan relevante como que la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, le recibirá la semana que viene para que le cuente de qué se quejan los productores valencianos a cuenta del veto de Rusia a las importaciones de determinadas frutas y hortalizas (entre otras cosas). La cuestión es que la ministra recibirá al presidente de la Generalitat, no al presidente del PP de la Comunitat Valenciana. Aunque los dos cargos coinciden en la misma persona, en política los cargos cuentan.

Si hay que especular por las razones que explican el porqué de la decisión de celebrar el encuentro en la sede del PP y no en el Palau de la Generalitat habría que pensar en que la nueva coordinadora general, Isabel Bonig, está en modo guerrillero para levantar la moral del partido. Hay que visualizar que el PP se mueve y que lo hace en la buena dirección.

Pero lo cierto es que la estrategia de Bonig se asemeja mucho al de un partido de la oposición que a uno que tiene el gobierno (por mucho que las expectativas no le sean favorables). Las críticas de la coordinadora al PSOE por la financiación o por la inversión en infraestructuras resultan chocantes cuando es su propio partido el que está en el Gobierno central. Eso sin contar con la bronca que les echó a los empresarios por rojos. "¿Quién en su sano juicio en el PP se enfrenta a los empresarios?", se escandalizaba un alto cargo del partido en privado recientemente.

Hay otra versión sobre esa confusión entre partido y Generalitat que Fabra arrastrado ya en otras ocasiones (mítica fue la semana en que anunció cambios en el Consell en la sede de Quart y cambios en el partido en la calle Cavallers). Y es que en la reunión, además de Bonig y del conseller de Agricultura (¿o estaba en calidad de presidente del PP de Alicante? Chi lo sa) José Císcar, también estaba (redoble de tambores aquí)... el eurodiputado Esteban González Pons.

¿Cómo justificar la presencia de González Pons en una reunión oficial en el Palau de la Generalitat? Mejor que el presidente deje de serlo y se convierta en un líder de la oposición que recibe a los representantes de los agricultores en la sede del partido -como Ximo Puig o Enric Morera- y que el eurodiputado que prometió llevarse una naranja a Bruselas pueda presumir de valencianía y defensa de los intereses de su tierra.

El problema es que González Pons hizo lo mismo que ha hecho durante estas semanas: no decir nada. No se le habrá ocurrido ninguna cosa graciosa... 

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