VALENCIA. A Rafael Blasco se le acabó la suerte el día en que una becaria de la Conselleria de Cooperación fue a Nicaragua y comprobó que de los 1,6 millones que, supuetamente, había destinado la Generalitat al desarrollo de la zona no había llegado ni 50.000 euros. A partir de ahí empezó a destaparse una trama que ha acabado con la sentencia que se ha conocido hoy: ocho años de cárcel para que el que fue conseller y duras penas para todos los que colaboraron en la trama de saqueo de los fondos para el tercer mundo.

Es una de las tres piezas distintas en que se ha separado la investigación que rodea a como Blasco y el empresario Augusto César Tauroni tejieron un red de corrupción cuyo objetivo era priorizar lo suyo "a lo de los negratas", según aquella vergonzante conversación telefónica intervenida por la policía.



Quedan otras dos que están en periodo de instrucción -la más escandalosa es la del desvío del dinero destinado a construir un hospital en Haití, el país más pobre de Latinoamérica- que llevan camino de sentar a los mismos protagonistas en el banquillo de nuevo.

Sobre Blasco, un animal político con pocos escrúpulos, se sabe casi todo. Pero demostrar mucho de lo que se sabe se había convertido en una quimera. Blasco lo podía todo. Blasco era indestructible.

Pero en realidad, cuando se prioriza la justicia, Blasco acaba en la cárcel.

Queda mucho que investigar en el caso Cooperación. Pero en la trayectoria de Blasco hay sospechas que empiezan a estar fundadas de que el y Tauroni compartían algo más que una amistad que casi negaron en el juicio. ¿Alcanzará la justicia a investigar toda la trayectoria del exconseller?

Por último hay que recordar que Rafael Blasco sigue siendo diputado en Les Corts. Un diputado no adscrito tras sus años en la bancada del PP. Ahora que una sentencia lo considera culpable de malversación de dinero público y que está condenado a ocho años de cárcel y a 20 años de inhabilitación debe dejar el escaño sin demora. Da igual que la sentencia sea recurrible. De momento ya no es inocente. La justicia ha demostrado lo contrario.