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ELECCIONES EUROPEAS - 25 DE MAYO

La estratagema del bipartidismo o cómo borrar una campaña

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VALENCIA. Este jueves por la noche se cumple la primera semana desde el comienzo de la campaña de las elecciones europeas. Unos días marcados por la carencia de mensajes novedosos por parte de los dos grandes partidos que vayan dirigidos de forma concreta a estos comicios, un hecho que ha contribuido a la sensación general de que se está desarrollando una campaña de baja intensidad.

Es cierto que el trágico asesinato de la dirigente del PP Isabel Carrasco ha congelado las agendas de campaña de las formaciones mayoritarias, enviando las escaramuzas electorales a un plano muy secundario. En el ámbito autonómico, diversos asuntos como la imputación del vicealcalde de Valencia, Alfonso Grau, en el caso Nóos; el incidente en Les Corts con Mònica Oltra (Compromís) como protagonista, o el informe sobre la planta Castor, han contribuido más si cabe a que la primera semana de campaña haya pasado inadvertida.

No obstante, y así lo admiten estrategas electorales de los dos grandes partidos, PP y PSOE desean una movilización controlada en estos comicios y, para ello, lo más adecuado parece ser una campaña de perfil bajo. En esta línea, y así opinan las fuenes consultadas, cuanto más alta es la participación más peligros acechan a los dos grandes partidos, dado que en unos comicios a circunscripción única de estas características queda eliminado el factor de control y seguridad para el bipartidismo que suponen las demarcaciones provinciales.

A ello hay que unirle un factor que suele producirse en las europeas y en el que coinciden varios cargos consultados: el uso del voto para 'castigar' a los grandes partidos o simplemente una utilización más "desprendida" del mismo. Una circunstancia que, en el caso de estar eligiendo gobierno, suele diluirse en un voto más tradicional hacia los grandes partidos. Otra razón más para que el PP y PSOE prefieran una participación similar a la de otras elecciones europeas.

El Partido Popular es, según señalan algunos expertos, al que más le conviene que la campaña pase de 'puntillas' para el gran público. A día de hoy, y teniendo en cuenta que unas elecciones europeas son generalmente un referéndum sobre el mandatario del país, esta formación no se encuentra en un momento de 'efervescencia' social, por lo que limitarse a lograr la movilización de -al menos- su 'suelo' electoral le beneficia notablemente. Un objetivo que se completaría con que los descontentos o desmoralizados caigan o se mantengan en la abstención.

Así, y teniendo en cuenta el desgaste asumido en estos más de dos años de gobierno de Mariano Rajoy, en el PP son conscientes de la dificultad de mantener a todo su electorado. Para amarrar el máximo número de votantes que depositaron su confianza en los 'populares', se ha atacado ya desde todos los ámbitos con el discutible discurso de la recuperación económica. Una estrategia adecuada dado que parten de una base superior de sufragios con el recordatorio de la mayoría absoluta conseguida en las elecciones generales de 2011. Reteniendo a buena parte de los 'suyos', los 'populares' estiman que la abstención, en teoría, les perjudicará menos, un argumento que se sustenta en la gran ventaja lograda: es difícil perder tanto apoyo en poco más de dos años.

En la otra orilla -aunque no tan distante en los deseos- el PSOE tampoco se encuentra cómodo en estas elecciones. Aunque los minoritarios -algunos que le quitan votos- parecen desinflarse en algunas de las últimas encuestas, la participación a gran escala no les garantiza -ni mucho menos- un beneficio electoral de cara al 25 de mayo. La imagen del PSOE, con Pérez Rubalcaba y Elena Valenciano a la cabeza, no resulta especialmente atractiva para el electorado, más aún cuando el recuerdo de las elecciones de 2011, donde ambos tenían papeles protagonistas, es pésimo.

A ello hay que sumar el gran error que para muchos socialistas ha supuesto la intervención de Felipe González hablando de un posible gobierno de concentración con el PP. Una declaración que ha roto la primera semana de campaña y que el PP se ha preocupado por alargar dado que, ante la sombra de un gran pacto, el posible efecto movilizador en los socialistas queda embarrado. Es más, toda identificación del PSOE con el PP puede arrastrar votos al zurrón de la izquierda, especialmente a IU. En definitiva, con este panorama, una participación limitada -evitando buena parte del voto de castigo- y que le permita luchar de igual a igual con el PP, sería salvar los muebles para el PSOE.

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