VALENCIA. ¿Para qué sirve L'Àgora? Esa es una buena pregunta cuya respuesta se va construyendo con el paso del tiempo a base de celebrar allí eventos que bien podría acoger cualquier otro recinto de los que dispone la ciudad de Valencia.
Al aparatoso e inacabado edificio diseñado por Santiago Calatrava, presentado en su día como una plaza pública para acontecimientos multitudinarios, se le van endosando eventos como el Master 500 de tenis -para el que hubo que instalar servicios portátiles-, parte de la Campus Party -que sufrió las goteras del cierre superior inacabado- o la Valencia Fashion Week, habida cuenta de que el gran acontecimiento para el que se previó su inauguración, la entrega de la Copa del América de 2007, por si alguien no lo recuerda, llegó mucho antes de que las obras estuvieran acabadas, algo tan habitual en los proyectos del arquitecto valenciano.
Pero si la pregunta inicial sigue sin una respuesta convincente, al menos hay otra que sí tiene contestación inmediata: Para qué no sirve. Por ejemplo, para acoger una final de la Copa Davis.
El Ayuntamiento de Valencia presentó ayer formalmente su candidatura para ser la sede de los partidos finales del veterano torneo de tenis por naciones que enfrentará a España y Argentina. Los espacios presentados por el consistorio para dicho evento son el austero y a veces olvidado velódromo Luis Puig y Feria Valencia, espacio anejos situados en el termino colindante de la capital y Paterna.
Las malas lenguas aseguran que la descomunal cubierta de trencadís azul que cubre L'Àgora es el último intento de Calatrava por ocultar las cubiertas de L'Oceanogràfic diseñadas por el desaparecido Félix Candela, el único arquitecto que rompe su hegemonía en la Ciutat de les Arts i les Ciències. Más de 90 millones de euros, que se sepa hasta ahora, gastados en un espacio que, pese a lo proyectado, no cumple con los requisitos de los organizadores de grandes eventos internacionales, como los que demanda la Federación Internacional de Tenis (ITF, por sus siglas en inglés).
No puede acoger el mínimo de 12.000 espectadores, ni tiene espacio para montar una zona de entrenamiento o un espacio para atender a los espectadores vips que traen los patrocinadores. En pocas palabras, un espacio para grandes eventos que no reúne las condiciones mínimas que se piden en los grandes eventos.
Así que la opción es echar mano de lo que sí está construido pensando en las necesidades para las que se proyectó. Y como al margen de la siempre sufrida plaza de toros, de esos espacios en Valencia tampoco hay tantos, al (¿viejo?) velódromo-polideportivo que podrá acoger a unos 12.700 espectadores, cifra similar a la de la Caja Mágica de Madrid, uno de los rivales.
Lo cierto, como dijo ayer una persona en twitter con buena dosis de ironía, es que tampoco es para alarmarse por descubrir a estas altura que no se sabe muy bien para qué sirve L'Àgora. "Al fin y al cabo, tampoco se sabía cuando se anunció su construcción".