VALENCIA. Los impagos a proveedores por parte de la Generalitat van camino de convertirse en un pesado lastre que van a tener que soportar a diario los consellers. La jornada de este miércoles fue un ejemplo de, hasta que punto la situación es grave ya no solo en los grandes números, como se demostró con la necesidad de recurrir préstamos con bancos para poder atender los vencimientos de los bonos patrióticos.

Lo preocupante es que mientras no se solucione el problema de la imposibilidad de emitir deuda, la Generalitat no va a poder atender los pagos a los proveedores o incluso las ayudas comprometidas en distintos programas del presupuesto. Y las consecuencias de esa falta de pago se están agravando día a día.

Buena muestra de eso se pudo vivir este miércoles (lo pueden leer en los artículos que siguen a este en la portada de Valenciaplaza.com). Varios consellers tuvieron que salir de la manera más airosa posible de las preguntas que les formularon los periodistas sobre los impagos del Impiva que están poniendo en riesgo el futuro del Instituto Tecnológico de la Cerámica, el inminente vencimiento de otros 80 millones para las farmacias o el aviso de los empresarios de atención a dependientes de que no pagarán las nóminas a sus empleados porque no cobran.

La nómina de damnificados aumenta exponencialmente y por mucho que se emplace al plan de pagos que se elaborará por el Consell y presentará a primeros del año que viene, lo cierto es que muchas paciencias -y recursos- se han acabado. El Consell de Alberto Fabra, sin blanca tras el fracaso de la emisión de bonos patrióticos, tiene la capacidad de maniobra muy limitada a la hora de usar los escasos fondos líquidos de que posee: primero los bancos, luego los empleados y luego... luego ya no queda para casi nada.