El Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat han dejado atrás los grandes eventos con los que buscaban a un turista con alto gasto, ahora el centro de atención es el crucerista
VALENCIA. No hace tanto tiempo que la ciudad de Valencia buscaba al turista de lujo. Ayuntamiento, Generalitat Valenciana y los representantes del sector de la hostelería alardeaban del tipo de visitante que habían conseguido atraer con los grandes eventos deportivos de la America's Cup y la Fórmula 1.
Pero ahora el debate ha pasado a un nuevo plano y, como los representantes del Ayuntamiento de Valencia recuerdan de forma constante, las miradas están centradas en la llegada de cruceros. El actual turismo low cost, como lo ha bautizado el sector hostelero, se ha instalado en la ciudad y a pesar de que muchos se congratulan por la gran cantidad de cruceristas que llegan al Puerto de Valencia, lo cierto es que la repercusión económica es mínima.
En tiempos de bonanza, los eventos deportivos consiguieron, según la percepción de dirigentes como el expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, poner a Valencia en el mapa y, sobre todo, que la ciudad fuera visible para visitantes despreocupados por el gasto. Esta era su apuesta. Según datos de la Conselleria de Turismo, la 32ª America's Cup, celebrada en 2007, consiguió que los turistas que acudieran a las regatas gastaran una media de 1.152 euros.
Este desembolso iba destinado principalmente a restauración, compras o actividades de ocio y consiguió que los turistas extranjeros alojados en barcos o casas alquiladas, llegaran a gastar una media de 3.000 euros. Sin embargo, el turista de crucero gasta entre dos y doce euros de media, según explicaba hace unos días la gerente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de Valencia, Julia Martínez.
LLAVEROS , IMANES Y CAMISETAS, EL GASTO DEL CRUCERISTA
Llaveros, imanes de nevera y camisetas, esa es la compra más común del nuevo turista, que sólo desembarca alrededor de seis horas para visitar la ciudad y a lo más que llega es a dar una vuelta por el centro histórico y a comprar unas pizzas y unas botellas de agua, como apuntaba el presidente de la Federación de Hostelería de Valencia, Manuel Espinar.

Más contentos estaban desde la Federación con el tipo de visitante que llegó con la Fórmula 1. Según datos de la Unión Hotelera de la Provincia de Valencia, los 140.000 turistas gastaron una media de 470 euros en la primera edición de 2008. La búsqueda del turista en Valencia pasó del 'guiri' de paella y sangría al 'guiri' de Rioja, y ahora, por motivos poco entendibles, se ha centrado en el crucerista.
De hecho, el martes pasado se inaguraba el muelle de cruceros del Puerto de Valencia con el atraque del buque Splendida, de la compañía MSC, con capacidad para 4.168 pasajeros.
La instalación puesta en servicio era la primera fase del nuevo muelle, ubicado en la amplicación norte, acto que fue ensalzado desde el consistorio. En la presentación de los nuevos usos de la dársena, el vicealcalde del Ayuntamiento de Valencia, Alfonso Grau, hacía mención al posible uso del edificio Veles e Vents para uso comercial. Y, anecdóticamente, aunque de forma muy ilustrativa, se refería a los 'sombreros de paja' que comprarían los cruceristas, símbolo del bajo consumo.
Ahora, los responsables de los colectivos de comerciantes y hosteleros de Valencia reclaman que la ciudad sea puerto de salida y de llegada de cruceros con el fin de aumentar las ventas en bares, restaurantes y cafeterías. Pero la repercusión económica que este colectivo pueda aportar a la ciudad es mínima.
LOS BARCOS SON HOTELES QUE NAVEGAN
Algunos representantes del ámbito comercial creen que para que este tipo de turismo surta el efecto deseado deben de proponerles algo atractivo, además de una ruta cultural, una de compras o una gastronómica. Sin embargo, Grau reconoció en la presentación de perspectivas turísticas que los barcos son hoteles que navegan, por lo que este turista no está acostumbrado a gastar.

¿Que el turista de cruceros esté más días? Puede ser un parche, pero nada parecido a lo que se esperaba. El presidente de la FEHV, Manuel Espinar, ya hacía referencia hace unos días al turismo low cost que se ha instalado en la ciudad de Valencia, postura que no era compartida por Grau. Sin embargo, los dos estaban de acuerdo en que los cruceros son hoteles flotantes de los que los turistas bajan desayunados y llegan con su pícnic a la ciudad.
Ahora, Valencia está desesperada por ser zona de arranque de cruceros para intentar que los turistas que zarpen desde Valencia permanezcan al menos una noche en la ciudad. Este es el límite al que se ha llegado, intentar 'rascar' unos euros más durante un día a los visitantes. Atrás quedaron las insistentes pretensiones de ser un atractivo para el turista de lujo.