El director del Programa de Transferencia de Tecnología de la agencia espacial norteamericana destaca un cambio en la mentalidad de la iniciativa, que apuesta porque "para tener éxito, hay que fracasar repetidamente". Del trabajo de sus 11.000 científicos e ingenieros salen cada año 1.600 nuevas tecnologías. Este jueves, 23 de mayo, Lockney participa en València en la cuarta edición del encuentro 'Smart Business, Innovación y Valores'.
CASTELLÓ. Daniel Lockney (Marquette, Michigan, 1976) dirige el Programa de Transferencia de Tecnología en Washington, la sede de la NASA, uno de los motores de la innovación de uno de los países punteros de la Tierra. Sus cifras marean: unas 1.600 nuevas tecnologías al año, con distintas aplicaciones, surgen del trabajo de alrededor de 11.000 científicos e ingenieros. En la agencia espacial norteamericana, Lockney es el máximo responsable de la gestión de la propiedad intelectual y de una estrategia de transferencia de tecnología orientada a promover la comercialización y la disponibilidad pública de invenciones de propiedad federal. Entre sus funciones, por tanto, Lockney supervisa la política, la estrategia, los recursos y dirige la comercialización de tecnología de la NASA, basada en avances pensados inicialmente para la navegación espacial pero que luego tienen muchas aplicaciones innovadoras en nuestro planeta.
Tras estudiar literatura estadounidense en la Universidad de Maryland, y profundizar en la escritura creativa en la Universidad Johns Hopkins, Lockney inició su carrera . Comenzó su carrera en la NASA como contratista en 2004 y pasó a ser funcionario en 2010. Hoy jueves participa en el IV Encuentro Internacional Smart Business Innovación y Valores, que con el título Objetivo Green Deal tiene lugar en el Palacio de la Exposición de València. Desde las 9.30 h, Lockney hablará sobre los usos terrestres de la tecnología de la NASA.
- En primer lugar, permítame preguntarle cómo termina un profesor de periodismo en su puesto de trabajo actual.
- ¡Esa es buena! (ríe) Pues mira, yo estaba interesado en las historias, la escritura y la narración, y descubrí esta mina de oro de tesoros, de historias de cómo la tecnología de la NASA se había convertido en productos y servicios terrestres prácticos. Y resulta que hay miles de ellos, por lo que quedé fascinado, y en el proceso de aprender sobre ellos, entrevistar a personas y escribir sobre estos inventos, casi por accidente me convertí en un experto. Y sin darme cuenta, sabía estas cosas. Y en un corto período de tiempo, 20 años después de escribir sobre aquellas historias, ahora administro la empresa de comercialización de tecnología de la NASA. Bueno, te diría también que quizá haya algunas piezas que faltarían en esta historia. Pero en definitiva, fue la curiosidad. Y esa curiosidad no me ha abandonado.
- ¿Y qué fue lo que más le sorprendió cuando se unió a la NASA?
- (Se lo piensa por un momento). Bien, digamos que el espacio y el interés por los viajes espaciales es algo que se supone que se va superando con la edad, que es algo para los niños. Esa emoción de querer ser astronauta, o de querer saber los nombres de todos los dinosaurios… bueno, ya sabes, luego no resulta práctico como adulto así que lo pierdes rápidamente. Así que desde siempre asumí que con el espacio pasaba lo mismo. Pero desde esa misma visión pragmática, descubrí que muchos nuevos inventos que se crearon para aplicaciones espaciales regresaron a la Tierra y mejoraron mi vida y afectaron a las vidas de todos en todo el mundo, logrando desde un mejor manejo de los cultivos o viajes aéreos más seguros hasta uno de mis favoritos, la cámara de los smartphone, que en realidad fue inventada por un investigador de la NASA llamado Eric Fossum, quien desarrolló una cámara liviana de alta resolución en un chip para aplicaciones satelitales. Y la NASA no sabía qué hacer con eso. ¿Cómo? ¿Quién necesita una cámara? Entonces Nokia se acercó a nosotros y nos dijo: “bueno, creemos que se podría poner en un teléfono”. La verdad, pensamos que eso era ridículo. Pero años después se vio que fue una buena idea. Y ahora mismo, yo considero esto (señala su móvil) más una cámara que un teléfono. Y así, ha habido muchos más ejemplos de sorpresas que me han gustado.
- Es decir, que se fue enamorando de esas innovaciones.
- Sí, simplemente me emocionó el beneficio que aportaban, la practicidad y en fin, que el espacio es innovación, así que ahora soy un converso, creo en ello. Creo que los viajes espaciales son inherentemente humanos, como la exploración… y en definitiva, estoy muy entusiasmado con que sigamos invirtiendo en el futuro de esta manera.
- ¿Cuáles son los principios, las bases, del programa de Transferencia de Tecnología de la NASA? ¿Y cómo se miden los resultados?
- Esas son dos preguntas realmente buenas. Nuestro objetivo es el beneficio público de toda la Humanidad. Mira, la legislación fundacional que creó la NASA en 1958 tiene un lenguaje sorprendentemente hermoso y con mucha visión de futuro. Y yo lo confundo con el comienzo de Star Trek: se habla de ir con valentía hasta donde ningún hombre ha llegado antes. Es ese mismo tipo de lenguaje… ¡pero en una ley! Este tipo de cosas no pasan a menudo, pero claro, es que la ley estaba creando un programa espacial. Y añade, si me permites parafrasear un poco, algo así como “asegúrense de no lanzar simplemente todas estas cosas interesantes al espacio, sino también de que regresen a la Tierra en forma de beneficio práctico para todos”. Y ese es básicamente nuestro principio rector. Lo hacemos de diferentes maneras, incluida la publicación de contenido. Regalando nuestro software a cualquiera que pueda usarlo. Patentando tecnologías para eventualmente ponerlas en el dominio público, pero primero y a corto plazo, dando licencias a empresas para usarlas, permitiéndoles cierto grado de exclusividad en torno al cual puedan invertir e intentar poner algún dispositivo especial en el mercado. Y eso, claro, requiere cierta inversión. Y luego también nos asociamos con organizaciones, desde pymes hasta universidades y grandes empresas a través de diferentes mecanismos que a veces nos permiten crear tecnologías de doble uso en las que trabajamos con alguien, mientras nuestros caminos están alineados.
"Desde la creación de la agencia en 1959, nuestro principio rector viene a ser asegurarnos de no lanzar simplemente todas estas cosas interesantes al espacio, sino también de que regresen a la Tierra en forma de beneficio práctico para todos"
- En este punto se refiere a colaboraciones temporales, ¿no?.
- Sí, y luego, cuando nos separamos, nos separamos… pero ambos nos hemos beneficiado de trabajar juntos. Eso lo podemos hacer porque somos la NASA y somos nerds (empollones) y ya sabes, hacemos matemáticas y creamos ecuaciones. Y tenemos métricas y tenemos números, respondiendo a tu pregunta sobre la medición. Pero personalmente, a mí me gusta medirlo atendiendo al impacto de la tecnología en la vida de las personas. Por ejemplo, pensemos en el desarrollo de un paracaídas que se disparará desde la parte trasera de un pequeño avión de aviación de hélice, pensado para que éste pueda aterrizar de forma segura en el suelo. Puedo decirte que se ha implementado con éxito porque la empresa ha realizado un seguimiento de más de 500 aviones que, gracias a este despliegue, han aterrizado de forma segura. Y eso es genial y es un número. Pero para mí, lo mejor es hablar con alguien que iba en uno de estos aviones cuando comenzó a fallar y resultó que tenía esta tecnología de la NASA. Pudo aterrizar y se fue a casa esa noche. Así lo mido yo y para mí, esa es la historia. Y por eso me emociono, porque a alguien le sirve realmente nuestra experiencia. El programa tecnológico de la NASA es complejo pero en realidad, al final va de historias personales, lo esencial es el impacto en nuestras vidas.
- La variedad de aplicaciones de la tecnología de la NASA a diferentes sectores económicos es verdaderamente amplia (de los bienes de consumo al transporte, la salud, las TIC o la seguridad pública o la energía y el medio ambiente). Pero ¿cómo ha evolucionado desde que llegó a la empresa?
- Bueno, como ves la NASA no son solo cohetes y astronautas (bromea). Terminamos desarrollando muchos materiales nuevos. Y por ejemplo, para el espacio terminamos necesitando muchos sensores avanzados, y mira, ahora todo tiene un sensor. Tu coche, cuando lo pones en marcha atrás tiene ya un sensor que comienza a emitir un pitido si te acercas demasiado, por ejemplo. Así que fabricamos muchos sensores. Y hacemos muchas otras cosas, porque por ejemplo necesitamos mantener a los astronautas seguros y saludables, de manera que hacemos bastante biomedicina, generando muchos protocolos y dispositivos médicos. Y la cartera es muy amplia. En los últimos 20 años, personalmente he visto dos cambios importantes. El primero es el desarrollo y surgimiento de una nueva industria espacial comercial, porque si antes la NASA partía de la premisa de que no podía aportar su tecnología al público porque nadie construía sus propias naves espaciales, ¡resulta que ahora hay gente que sí está construyendo sus propias naves espaciales! Y aunque todavía es difícil hacerles llegar la tecnología, enseñar este tipo de trabajo; verdaderamente se ha producido un cambio en los últimos 10 o 15 años. Definitivamente hemos visto un surgimiento, y no se trata sólo de los grandes actores como Blue Origin o SpaceX. Hay una oleada de nuevas empresas de alta tecnología, y hablo de pequeñas empresas.
- ¿Y el otro gran cambio?
- Pues el otro es uno que siempre me ha interesado. Desde los inicios de la NASA, en la agencia había un mantra: el fracaso no es una opción. Tenía sentido y era importante porque al fin y al cabo estábamos metiendo a gente en cohetes y ello suponía una inversión gigantesca de recursos de los contribuyentes para hacer algo que quizá, aguas abajo, tendría un retorno limitado. ¿Por qué tienes que gastar todo ese dinero para llevar a alguien a la luna? ¿Qué ganas con eso? Pero en los últimos años, quizá en la última década, ha cambiado la mentalidad de mi programa: el fracaso debe ser una opción. Se trata de entrar, fallar rápido y luego salir. Y para tener éxito, fracasarás repetidamente. Mira, yo trabajo con muchas pequeñas empresas emergentes y una de cada 20 tendrá éxito, con suerte. Y por éxito me refiero a ganar un dólar, ojo, no me refiero a ser la próxima Apple o Sony, sino a que continúen vivas un año después de crearse. Necesitábamos aceptar este cambio, y ahora somos mucho menos reacios al riesgo cuando se trata de comprender el espíritu empresarial y trabajar con pequeñas empresas en particular.
- Es paradójico que en España, la mentalidad coincida con ese “el fracaso no es una opción” pero aquí porque, muchas veces, a quien fracasa una vez ya se le juzga como perdedor. Y dígame, ¿cuáles son a su juicio las perspectivas del programa a medio plazo? ¿Nos sorprenderá la tecnología con innovaciones que hoy ni imaginamos?
- Oh, yo no soy muy futurista ni visionario, y de hecho tiendo a ser un poco miope (bromea). Pero aunque tiendo a limitarme a mirar lo que tengo delante, pese a ello estoy constantemente sorprendido e impresionado. Por eso soy optimista, respecto al momento en que nos vemos. Recordemos que en la pandemia, de repente muchos trabajos se esfumaron de repente, no existían. El foco de sus vidas no existía. Y en otros casos, no tenían trabajo y en casa tuvieron que repensar sus prioridades. Y al mismo tiempo, el acceso al resto del mundo se democratizó, porque en lugar de estar atados a una ubicación física, personas de todo el planeta se conectaban cara a cara como ahora lo estamos haciendo nosotros. Y esa es una nueva forma de hacer negocios. Ahí hubo un cambio. Los equipos con los que trabajamos nosotros ahora se están formando como pequeñas empresas, a veces con personas que nunca se han conocido cara a cara. Antes, el trabajo de nuestro programa lo teníamos distribuido uniformemente en 10 laboratorios diferentes en EEUU. Y sucedía que la mayor parte del trabajo que podíamos hacer estaba dentro de un radio máximo de 50 millas desde el laboratorio.
- Eso ha cambiado.
- Eso está cambiando ahora mismo, y descubrimos que estamos trabajando con personas a las que anteriormente no habíamos apoyado y que tal vez no se habían dado cuenta de que la NASA también era para ellos. Y también he estado trabajando mucho con mis homólogos, porque mientras miramos al espacio, el mundo del espacio se expande: no somos la única nación con un programa espacial. Trabajo con compañeros de la Agencia Espacial Europea (ESA), o con los canadienses y japoneses, que hacen este mismo trabajo, el de tratar de hacer llegar las tecnologías al público. En Europa, los italianos son muy buenos en esto, y la ESA tiene incubadoras de empresas por toda Europa diseñadas para fomentar el crecimiento de una industria espacial.
- Por tanto, hay un impulso verdaderamente global.
- Sí, es lo que te decía de la legislación de 1958. Es lo que consigue la inversión en el espacio, es por eso que fuimos al espacio inicialmente, y hoy tenemos este tipo de planeta más interconectado, con personas que trabajan en objetivos comunes y hacen avanzar la tecnología para el beneficio de toda la Humanidad.
- Y por su experiencia con los centros de investigación de la agencia en EEUU, ¿diría que en la innovación actual hay que mezclar a investigadores de diferentes disciplinas, para avanzar?
- Creo que sí, y es lo que me entusiasma del trabajo que hago. Si hablamos de algo que la NASA diseñó para dar una solución específica a un problema muy específico y se aplica esa solución a un problema diferente, ahí hay un pensamiento interdisciplinario y transdisciplinario, que es innovador. Es emocionante, eso, y que habitualmente nuestra forma de trabajar pasa por estar trabajando en un tema, toparnos con un límite en las herramientas o la tecnología del momento y parece que no hay solución. Y entonces, ¿qué hacemos? Pues como seguimos teniendo una misión que cumplir, creamos algo nuevo: una idea, una tecnología, un concepto, un material, vete a saber. Y luego, otros usan esa misma solución para resolver un problema diferente.
- ¿Qué tipos de uso terrestre de la tecnología de la NASA le parece más sorprendente o rompedor?
- Esto es un poco como pedirle a una madre que elija a su hijo favorito, y voy cambiando mi respuesta según con quién hable (sonríe). Pero en serio, mira, hablando de niños, te pongo un ejemplo que me fascinó. Haciendo un experimento sobre el crecimiento de alimentos para vuelos espaciales de larga duración, estábamos trabajando con algas. Las algas pueden ser ricas en nutrientes, y además no necesitan tampoco tanta cantidad de nutrientes como los de una maceta con tierra. Puedes cultivarlas en una bandeja. Tratando de descubrir diferentes perfiles de nutrientes de las algas, descubrimos que había ácidos grasos Omega-3 y Omega-6. Y luego vimos una manera de sintetizarlos y reproducirlos. Estos componentes se consideran importantes en el desarrollo de los ojos, el cerebro y la columna vertebral de los bebés. Y más adelante en la vida, son buenos para la salud del corazón. Y a partir de ahí, si te fijas, el Omega-3 y el Omega-6, ahora están en todo. ¡Y antes sólo se habían encontrado en peces! Entonces, si querías hacer una fórmula infantil que contuviera todos los nutrientes del pescado, antes solo podías hacerlo introduciendo pescado… y eso tenía algunos problemas de estabilidad en el almacenamiento y en el sabor. A la comida para bebés le faltaba este importante ingrediente. A partir de este proyecto de la NASA se formó una pequeña empresa que ahora forma parte de un grupo holandés, que compró esa tecnología por 5.000 millones de dólares.
- Impresionante.
- Y ahora, ahora si vas a la tienda y ves algo que dice tener ácidos grasos Omega-3 u Omega-6, y no sabe ni a lubina ni a atún, resulta ser este aditivo patentado, sintetizado a partir de algas. Y descubrimos que, para empezar, los peces lo obtienen de las algas. ¡Eso también es parte de la historia! Y genera una conexión inusual que tiene un amplio impacto mundial. Ese es el tipo de cosas que me emocionan. U otra que me gusta mucho, como ciclista ávido que soy: trabajamos en unos neumáticos sin aire para un vehículo lunar, para que fueran livianos y no explotasen mientras rodases por la superficie de la Luna. Y esto lo transferimos a una pequeña empresa que ahora está trabajando en neumáticos para bicicletas de montaña que puedan circular sobre superficies rugosas sin pinchar nunca: aún no ha llegado al mercado, pero tengo muchas ganas de que llegue.
- Con 11.000 profesionales cualificados trabajando en ello, el potencial de innovación de la NASA es brutal. Pero en la evaluación, en la evaluación de las invenciones, ¿cuentan también con agentes externos?
- Sí, por supuesto.
- ¿Y cuáles son los criterios para la selección, además de los fines comerciales?
- Lo que nos mueve principalmente es que haya comercialización en el uso comercial a corto plazo. De lo contrario, si patentamos algo o lo restringimos, estamos impidiendo que la gente lo use. Y nuestra misión es hacerlo llegar al público. Hacemos una revisión exhaustiva de la evaluación de comercialización bueno, y no hemos descubierto cómo encontrar oro, quiero decir que no somos precisos al 100%. El mejor modelo que hemos encontrado es el que se enseña hoy en las escuelas de negocios de todo el país: el novedoso método de descubrimiento de clientes. Tenemos una nueva tecnología, creemos que alguien podría usarla, así que le preguntamos y luego le preguntamos a más personas. Para cada tecnología, entrevistamos a 25, 30, 50 personas y decimos: ¿es útil? ¿Cómo podría ser mejor? ¿Cómo podría ser diferente? Y si es útil, continuamos esa conversación. La verdad, si hubiera un programa o un algoritmo o algún tipo de código secreto que la NASA pudiera desarrollar para resolver esto sin interactuar realmente con la gente, lo haríamos. Pero por ahora, simplemente hablamos con la gente y tratamos de resolverlo. Y sí, hay muchas aportaciones externas.
- He leído el ejemplo de una empresa española que fabrica cohetes reutilizables, con una patente de la NASA. Pero supongo que hay otros muchos ejemplos de la internacionalización de su actividad.
- Esa es una gran pregunta y algo que debería repasar antes de aterrizar en el extranjero Sí, compartimos nuestra tecnología en todo el mundo, aunque hay un par de países con los que no jugamos (risas). Y claro, hay ciertas tecnologías con las que somos un poco restrictivos, que no compartimos con todo el mundo; ya sabes, municiones o artículos de defensa con algunas restricciones a la exportación. Pero en su mayor parte, la NASA funciona de manera muy parecida a una universidad; intentamos compartir los resultados de nuestro trabajo de la manera más amplia posible.
- Imagino que en València explicará algunos, pero en términos de calidad de vida, ¿cuáles son para usted los mejores ejemplos de la contribución de las innovaciones de la NASA a la Humanidad?
- Tenemos un sitio web donde hay miles de ejemplos geniales de cómo la tecnología de la NASA está en todas las partes de tu vida. También tenemos un divertido interactivo (Home and City), con el que puedes ver las aplicaciones cotidianas de estas tecnologías en tu casa o en la ciudad. Y son solo algunos ejemplos del tipo de cosas que hemos hecho.