Su espectáculo mezcla poesía y expresión corporal, pero van más allá de lo escénico: actualmente están en trámites para constituirse como asociación, con el fin de dar visibilidad a las mujeres literatas
VALÈNCIA. Recitar poesía para catalizar un sentimiento personal convirtiéndolo en propiedad de todas. Acompañar los versos escritos de gestualidad corporal con ese objetivo: que la lucha individual que las mujeres viven día a día se transforme en algo colectivo y catártico. Seis mujeres con diferentes edades, cuerpos y pretensiones que se unen para lanzar un mismo mensaje de sororidad: “renunciar a la propia identidad para encarnar historias que, desgraciadamente, nos pertenecen a todas”.
Violencia sexual, vulnerabilidad, inseguridad, miedo y muerte. Son los temas recurrentes que Las Sin Rostro llevan al escenario en un espectáculo de poesía y expresión corporal. Acaban de llegar, y este domingo actuarán en el Sporting Club Russafa a las 12 horas. Ellas son Sara Olivas, María Andrés, Elena Casado, Blanca Férriz, Carmen Montesinos y Elsa Moreno. Su espectáculo huye de los recitales poéticos al uso. Sobre el escenario, todas vestidas de negro, van recitando una a una sus poesías mientras, detrás, el resto interpreta lo recitado mediante gestualidad.
Culturplaza conversa con Las Sin Rostro, quienes en este momento están gestionando los trámites para constituirse como asociación. Su objetivo, además de estos espectáculos, es dar forma a un colectivo que sirva para que todas las mujeres puedan tener su espacio en el mundo literario. Varias de ellas ya son autoras de poemarios.
El nombre de Las Sin Rostro viene de aquellas mujeres -Las Sinsombrero- que en la década de 1920 se atrevieron a descubrir sus cabezas en medio de la Plaza del Sol de Madrid. Un acto que puede parecer insignificante pero que en la época supuso toda una reivindicación feminista. Esa es, básicamente, la esencia de Las Sin Rostro: la unidad entre mujeres contra los lastres patriarcales que la sociedad y la cultura les impone.
Su espectáculo nació el pasado octubre impulsado por la poeta y gestora cultural Sara Olivas y gracias a la ayuda del escritor y músico Néstor Mir, quien le ofreció la oportunidad de hacer un recital al aire libre “como ella quisiera”. Olivas escogió a cinco mujeres (todas ellas vinculadas al mundo de la poesía): “No queríamos un recital al uso, así que decidimos hacer algo que fomentara la escucha activa”, cuenta. El resultado, una especie de performance poética en la que, “cuando una recita, el resto es partícipe de la voz a través de su propio cuerpo”.
Actuaron por primera vez el pasado octubre, y ahora dicen que aquello fue un horror. Trabajan a base de aprendizaje por ensayo y error, lo cual ha permitido que su espectáculo evolucione en gran medida en muy pocos meses. Poco a poco fueron trasladándose hacia la poesía escénica, que mezcla códigos de lenguaje poético con la expresión corporal. “Un cuerpo en relación con la escena recitada”, explica Elsa Moreno. Quizás dentro de un mes la función sea muy distinta a lo que el público verá este domingo en Russafa. Blanca Férriz comenta que “esta vez han dividido la representación en tres partes diferenciadas que irán precedidas por vídeos. Uno de ellos, el primero, es una charla que tuvimos en casa de una de nosotras. Con esto queremos que la gente se sumerja en un contexto familiar”.
Identidad, Alumbramiento y Oscuridad son las tres partes del espectáculo, y el hilo conductor son las vivencias de cualquier mujer. Se plantean cuestiones como: ¿Quién soy yo?, ¿qué hago con toda esta herencia?, ¿cómo me construyo como persona con todas las trabas que nos impone el patriarcado?, ¿cómo doy luz a lo que soy en un mundo así? De forma paralela a estos planteamientos, Sara Olivas explica que el espectáculo ahonda en “temas muy sensibles que vivimos las mujeres como la violencia machista, la sexualización o cualquier tipo de agresión cometida hacia nuestros cuerpos”.
Opinan que los recitales de poesía suelen tener siempre un final feliz, pero que este en cuestión, lo que tiene es un principio feliz: “Todo empieza con una energía muy alta, y una vez tenemos la atención del público, le ponemos en la tesitura de: «Ahora siéntate, que igual lo que vas a escuchar no te gusta tanto». Reivindicamos todo esto porque nos siguen matando y violando”, añade Olivas.
El objetivo de Las Sin Rostro es hablar de todas las mujeres desde la voz individual. De hecho, el grupo incorpora un fuerte contraste generacional. Elsa Moreno explica que una de las claves del grupo es que “somos mujeres muy diversas, no solo en edad, sino en todo lo demás”. También son distintas en su físico, lo cual “es importante porque al ser un espectáculo visual, ver seis cuerpos diferentes apoyando a uno solo es muy significativo. Nos ha unido bastante hablar de los mismos temas desde diferentes experiencias”, añade.
De esta manera, el grupo cuenta sobre el escenario sus propias vivencias. Olivas indica que “hay poemas en castellano y otros en valenciano, según la manera de expresarse de cada una. También hay poemas de realidad y otros de esperanza. Todo empieza desde el optimismo y el mensaje positivo, pero poco a poco nos dirigimos a la evidente idea de que la realidad no es bonita, de que queda mucho por hacer”.
Muestra de esa voz propia que lucha en pro de la colectividad es que al terminar el espectáculo, Las Sin Rostro se quedan exhaustas. Carmen Montesinos apunta que “durante la hora que dura gastan muchísima energía. Abandonamos nuestra propia esencia, porque son historias nuestras, pero también de otras mujeres”. Además, en los últimas funciones se han visto sorprendidas por la reacción del público: “Hace poco, una chica nos dijo llorando que lo que contábamos en determinados momentos era lo que a ella le pasaba en la relación con su madre. Hay gente que sale emocionada porque concibe los temas que narramos como propios”, añade.
Para poder acercarse de una manera más íntima al público, al espectáculo de este domingo le sucederá un coloquio para poder dialogar más allá de la escena y la poesía, “con nombres y apellidos, en un espacio seguro y libre de juicios”, como indica Olivas.
Carmen Montesinos ha adelantado a Culturplaza que el grupo ya está en medio de los trámites para constituirse como asociación. La intención de Las Sin Rostro es “ir mucho más allá del espectáculo”, subraya. Tienen previsto organizar desayunos o almuerzos poéticos, talleres y charlas feministas, y quieren impulsar una lanzadera para que las mujeres puedan encontrar su espacio en el mundo de la literatura. Montesinos denuncia que “sobre todo en poesía, los espacios están copados por hombres”. En ese sentido, buscan que Las Sin Rostro sea un lugar para dar voz a todas.