Continúan produciéndose, o se vaticinan al menos, una cantidad vertiginosa de cambios en nuestra forma de vida, que por el momento se intuye va a ser peor.
Muchos se ufanan, y es un mantra global, que estamos en guerra contra el virus, por lo que entonces, y según nuestro Ordenamiento Jurídico, procedería la declaración del Estado de Sitio, cosa evidentemente excesiva y que no se se corresponde con los presupuestos factuales, habiéndose aprobado el Estado de Alarma. Esta situación dos escalones por debajo de la primeramente citada, obvia al Estado de Excepción, reclamado desde diferentes foros, políticos, sociales, o jurídicos, entre los que se encuentra, entre otros, el mediático Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia, Carlos Flores, conjuntamente a otras decenas de catedráticos o juristas.
Pero claro ya saben, como alguna vez les he mencionado, que Esquilo, un griego que vivió hace algo más de 2500 años, decía que “La verdad es la primera víctima de la guerra”, y estos últimos días, o mejor dicho semanas, se han oído muchas mentiras, bulos o mejor medias verdades, que han originado múltiples debates en los medios, ya fuesen convencionales o digitales. Estas discusiones han contribuido a exasperar y radicalizar un poco más los ánimos políticos en nuestra sociedad, a costa del número de muertos (o su contabilización), o de la protección del personal sanitario, o de la aplicación de las leyes.
Porque si hemos considerado a nuestros mayores auténticos mártires (ya saben que significa testigo) de la pandemia, nuestros héroes de las batas verdes y blancas han sido, en demasiadas ocasiones, esas tropas que se envían al campo de batalla como carne de cañón, por no contar con los medios suficientes para su protección. Además en esta crisis, y sin salir de este ámbito de la salud, hemos descubierto, ¿otra mentira?, que quizás nuestros estado del bienestar, o del bien pasar, no era sanitariamente tan bueno, y lo que era y es magnífica, es la entrega de todas esas personas que con vocación de cuidar de nuestra salud, han entregado, e incluso algunos perdido, la suya. Otro caso, que el virus chino ha puesto de manifiesto, es la situación de nuestra educación, que como dice mi amigo el “Marqués de Foyos”, es otra burbuja de la globalización que ha estallado con el COVID-19.
Como otro de los temas tabúes que todo el mundo ha pasado por alto en las discusiones, y podría ser otra de las burbujas que estallen, lo beneficioso y maravilloso del transporte público, pues también puede tener sus peligros, como elemento de propagación de esta pandemia, a consecuencia de sus mega-aglomeraciones, y que influirá en los posibles rebrotes del COVID-19, así como de los futuros e inevitables virus que vengan; por lo que eso de eliminar y perseguir al vehículo privado, y expulsarlo de las ciudades para hacerlas peatonales, puede que estalle, como otra burbuja. Porque la verdad, nunca he entendido porque hemos de hacer las ciudades peatonales, y me parece que tiene mucho que ver con el complejo de inferioridad de cierta intelectualidad respecto de Europa, y el mantra de “que inventen ellos”, cuando, como es el caso de Valencia, entre la cercanía al mar y el hecho de no haber atascos, el trafico rodado no generaba grandes problemas; porque desde luego visualmente sustituir los coches por tuberías gigantes de cemento, usadas como maceteros en la principal plaza del Cap i Casal, que parece el parking de un hipermercado decadente, la verdad es que no se avanza mucho.
Ahora esos centro comerciales parecen unas de las victimas propiciatorias de las desescaladas, por supuesto por el exceso de aglomeración que en ellos se producen, no por los intereses de ingeniería social de acabar con ellos (que los hubo) para reinstaurar el comercio tradicional, moribundo ya de antaño, y ahora rematado por el virus de Wuan. Porque claro, también en las fases, que son cuatro pero numeradas hasta la tres, y que van de dos en dos semanas, se dicen medias verdades o mentiras, como si ésta u otra medida o provincia puede cumplir los requisitos sanitarios o no, según sean autoridades nacionales, autonómicas o empresariales, en ese pulso darwiniano, que supone elegir entre morir por Coronavirus (no todos) o morir de hambre (todos), y que como nos descuidemos va a resultar como la canción “un pasito pa´lante, un pasito pa´tras”, para mayor desquiciamiento de todos.
Porque tengan claro, ese mundo idílico, mega guay, que los globalizadores y sus mass media, nos mostraban en tórridos y superficiales programas de realities, o el que nos ofrecían los políticos como el paraíso en la tierra, con el SARS-CoV-2, ese mundo globalizado tal como se conocía, está estallando como las burbujas, o pompas de jabón con las juegan los niños; y las viejas recetas con las algunos quieren actuar ya no sirven, eso si, siempre que queramos mantener nuestra civilización libre y a la vanguardia del mundo.
La desescalada en la Comunitat Valenciana dará inicio el 1 de marzo