VALÈNCIA. Cae la noche de sábado y la gente acude a una parroquia de neón llamada Spook. Es más. que una sala, es un símbolo, y esa noche ocupan el escenario dos grupos revelación del underground estatal: Depresión Sonora y VVV [Trippin’ You]. Los segundos vinieron justo antes de la pandemia a presentar Escama, un disco que ha demostrado que aún se puede subvertir estética y musicalmente en la escena independiente. Considerados a sí mismos neo-bakalas, sus canciones se construyen sobre bases electrónicas de influencias mákina con letras depresivas propias del punk. Una combinación ganadora que llenó la sala de un público entregado a la causa del baile, de la violencia compadreada en un pogo y de corear las penas.
El pasado viernes sacaron su tercer disco, Turboviolencia, que profundiza en su apuesta musical y temática. Un universo propio que, de manera natural, conecta mucho con la oscuridad a la que tiende inexorablemente la música valenciana. Es por eso que el grupo se ha rodeado de creativos locales para construir este trabajo. Tan solo un día después del lanzamiento, el grupo llega a València para sentir el cariño de un público más que dispuesto en el lugar indicado. Culturplaza aprovecha la alineación de las estrellas para hacer una entrevista en uno de los hábitats naturales de la música de VVV, el parking.
- ¿Cómo están siendo los primeros días de Turboviolencia?
- Adrián: Está teniendo una acogida fantástica. No esperamos nada y todo lo que venga está guay. A la gente le está gustando un montón y lo está moviendo un montón. Y venir a València… Ya con Escama vinimos a presentarlo a La Residencia. Venir a València es jugar en casa.
- Elinor: ¡La gente nos pregunta que si somos valencianos!
- ¿Qué pasa con Escama que os aúpa de una manera tan espectacular?
- Salvi: Para empezar, creo que nadie en España hace lo que hacemos nosotros. No por tirarnos flores, me refiero a que no hay ningún grupo que haga música muy parecida a la nuestra, y eso a la gente le mola porque se escucha mucho la frase de “está todo inventado” o “es el refrito del refrito”… Y no es que hayamos inventado nada, pero obviamente, se desbanca de la oferta musical que hay en la oferta independiente. Como Escama ya estaba mejor grabado y eso, era cuestión de tiempo que encontráramos a nuestro público.
Por otro lado, las letras. Creo que es fácil que cualquier chaval se sienta identificado con ellas. Son bastante actuales y responden bien a ese pesimismo que tenemos encima ahora.
- ¿Qué es la turboviolencia?
- Adrián: El turbocapitalismo. En la música es -además- donde más se ve reflejado porque tienes que estar todo el rato haciendo cosas sin pararte a pensar un momento. Es un sistema inhumano, un sistema que nos lleva a las prisas, a una vida rápida que no nos deja pararnos a reflexionar en nada a comernos los unos a los otros, a comernos desde el individualismo… La turboviolencia son los tiempos rápidos en los que vivimos y en como eso nos desangra.
- Hay esta idea como subtexto tal vez, pero vuestras letras no recogen grandes lemas reivindicativos, sino que hablan en primera y segunda persona del singular. Como si hablarais no tanto del funcionamiento de esa turboviolencia sino de los sujetos de esta, de personas hundidas por ella.
- Elinor: No tenemos pretensiones de hacer música propaganda ni de cosas que no tenemos ni puta idea. Escribimos y cantamos de lo que vivimos en el día a día, de lo que nos pasa por vivir en ese sistema que es más complicado de explicar. No vamos a darnos de querer transmitir algo con palabras y temas que no controlamos. Hablamos desde lo que sentimos.
- Adrián: A mí la música panfletaria me da muchísima pereza. Lo de dárselo mascado a la gente es algo que hace 30 años podía ser necesario o transgresor, pero ahora la música que me parece más atractiva tiene mensajes políticos mucho más ocultos, y de hecho nuestra música no es que no tenga política, sino que está vista desde otro punto.
- Os quería preguntar sobre la droga como una temática que atraviesa una buena parte de vuestras letras. No las tratáis como un símbolo de triunfo, como pasa por ejemplo en el trap, sino como consecuencia inevitable de la violencia sistémica. ¿Qué papel juegan en vuestro imaginario?
- Adrián: Las drogas no creo que sean algo que puedan asociarse al triunfo o a algo que celebrar, sino que es una vía de escape a cosas como la turboviolencia. Y es fácil recurrir a ellas, olvidarte de que has trabajado mil millones de horas de lunes a viernes y optar por reventarte la cabeza con disolvente o con lo que tengas más cerca y dejar de pensar. Eso lleva a la inacción y no mola nada, y si están presentes en nuestra música, yo he intentado que no se romanticen y que no sean “algo chulo”, sino la decadencia absoluta. De hecho, las drogas se han utilizado en el capitalismo para hundir a los obreros, o la cocaína para que la gente aguante turnos inhumanos en la obra o hiperproduzcan… El uso de las drogas al que nos aboca nuestra viva es totalmente destructivo.
- Utilizáis la etiqueta de neo-bakala, que conlleva una gran responsabilidad por la propia historia que tiene detrás “lo bakala”. ¿Cuándo os empezáis a rodear de referencias que créeis que construyen ese imaginario en vosotros?
- Salvi: Nos flipa la electrónica y, por supuesto, nos encanta toda la historia y el misticismo de la Ruta del Bakalao. Pero no es tanto una intención de decir que hacemos música neo-bakala con la intención de crear una etiqueta. Aunque sea un mensaje muy cliché, a ninguno de los tres nos gustan las etiquetas. No hay una intención de revivir ninguna Ruta, simplemente nos gusta, nos flipa tocar en Spook, nos hemos visto todos los documentales… Pero vamos, lo de neo-bakala es más para que no digan que somos un grupo de post-punk que por otra cosa.
- Adrián: Tenía yo otro grupo antes y como no teníamos una etiqueta clara nos ponían a tocar con grupos random. Y cuando empezamos la gente decía “Trippin’ You son post-punk”, y yo “uff”. Es que pobres grupos post-punk que luego tocan con nosotros y se encuentran con que tocamos lo que tocamos. Como teníamos que buscar otra denominación para explicar lo que hacíamos, me pregunté qué música tenía mucha influencia en mis producciones y en mi vida, y era el bakalao. Como había un nexo sonoro, era la etiqueta perfecta para que no nos tacharan de “el nuevo grupo de post-punk de Madrid”.
- ¿Qué pasa en València?
- Elinor: ¡Qué no pasa en València!
- ¿Cómo se ve desde fuera todo lo que está pasando aquí?
- Elinor: En València no sé si parece que ha explotado todo de repente o ha ido muy poco a poco. Sin duda, siempre ha sido una ciudad clave para la música, pero ahora mismo encontramos muchísimas bandas, muchísima música, la gente aquí hace piña entre ellos para montar cosas autogestionadas, y estas movidas que en otras ciudades no encuentras facilmente. Y flipas. Aquí dar un bolo es estar en case y sentirnos muy arropados.
- Salvi: Esto lo comentaba con Diego Escriche, de La Plata. Yo también tenía la imagen de que esto había explotado un poco de repente y él lo matizaba: para nada ha explotado, ha habido un trabajo muy importante de la escena valenciana desde hace mucho tiempo, y en especial desde la apertura de La Residencia. Desde entonces, parece haber habido un hermanamiento mucho mayor. Lo hemos comprobado de primera mano: hay muy buen rollo, no hay piques porque no hay tanto ego como en otras ciudades, hay mucha consciencia de crear escena y se ha conseguido gracias a espacios como La Residencia.
- Os ha producido el disco Diego Escriche, os edita Flexi Discos, os graban el videoclip de Odiar Frontal Duelo y Tuica… La pregunta también sería ¿qué os pasa con València?
- Adrián: Es que además de todo lo que te hemos contado, esa gente son nuestros amigos. Y a nosotros nos gusta currar con gente con la que nos llevemos bien y cuadre con lo nuestro. Así de fácil. Como son todo gente talentosísima y tenemos acceso a ella, no podemos rechazar tirar de ello.
- En esa singularidad vuestra también destaca vuestra oposición frontal a algunas cuestiones de la industria musical. Da la sensación de que hay toda una escena que se siente expulsada de todo ese entramado, de los festivales, de la exposición mediática… Y se lo ha tenido que autogestionar todo. ¿Os sentís así?
- Elinor: Completamente, desde el principio nos vetaron hasta de algunas salas porque decían que sonábamos muy mal. Gracias a que hemos ido muy poco a poco creciendo, tenemos un público muy fiel. Y gracias a ello, nos empieza a ir bien en número de escuchas y llenamos conciertos. Pero no es -ni mucho menos- gracias a los medios ni a nada, porque no hay manera. Como si existiera una escena mainstream y luego el resto estuviéramos alrededor sin poder acceder por ciertos motivos y nos situan fuera completamente.
- ¿Os da miedo que os copten o tenéis el escudo bien armado?
- Salvi: Lo que no creo que haya es un escudo contra la industria en España, con el hecho de caer tarde o temprano. Eso solo lo tienen Raphael o C. Tangana, esa peña va a seguir arriba. Pero para el resto, la industria funciona de una manera muy cortoplacista que te recuerda que hoy puedes estar aquí arriba y mañana aquí abajo.
En España no hay posibilidad de hacer carrera musica. Si sacas un disco muy bueno que tiene repercusión, te exigirán que saques inmediatamente otro para aprovechar el impulso, porque si lo pierdes es como si hubieras tardado mucho en sacar un segundo trabajo. Esa dinámica te dinamita: o tardar y pierdes el impulso o sacar un segundo disco que has hecho deprisa y mucho peor. Muchas veces decimos que los grupos han sacado un segundo disco mucho peor… Preguntémonos por qué ha pasado eso, si lo que pasa es que les han forzado a unos tiempos a los que el arte no debería estar expuesto. El arte es otra cosa.