Ayer, domingo, la ciudad, tan luminosa como los días de otoño, me dejó la feliz experiencia de compartir con las personas mayores. Tiempo enriquecedor, placentero. Mujeres y hombres que cultivan inquietudes más allá de bailar pasodobles y cuidar de sus nietos. Paralelamente, el domingo trajo las peores noticias de Kabul, mediante mujeres con quien colaboro en una ONG. Atentados, muerte, sangre y manifestaciones de duelo bañadas de horribles disparos. Es la vida que nos trae y nos lleva. La vida y la muerte. La felicidad y el más grande de los dolores.
Somos mayores, pero no somos idiotas. Somos personas mayores, pero no somos vuestros mayores. Son distintas frases pero con idénticos significados. El sábado se celebró el día Internacional de las Personas Mayores. Castelló lo celebró el viernes con un encuentro masivo de las asociaciones de gent major de la ciudad, en el mejor escenario posible, en la Plaça Major. Un evento cargado de emociones por ser el primero sin restricciones sanitarias tras la maldita pandemia que hemos sufrido.
La jornada se inició con las palabras de la alcaldesa Amparo Marco, la concejala de Gent Major, Mary Carmen Ribera, y el concejal de Juventud, Jorge Ribes. Se había tejido un encuentro intergeneracional y un relato en el que empoderar a las personas mayores que son autoras de su propia vida. Son mayores, pero no nuestros mayores, como solemos definir a esta vital e importante parte de las sociedades.
En Castelló se está viviendo una revolución afectiva y social para reivindicar las libertades y los derechos de las personas mayores, sus vidas y su felicidad. De hecho, la oferta de actividades municipales se centra en alcanzar un tiempo saludable, feliz, social, cultural, deportivo. La gent gran necesita un envejecimiento activo, más aprendizaje, salud añadida a los años, más relaciones personales, más ilusiones y sueños. Decir nuestros mayores es convertirlos en objetos, no en sujetos independientes, con los mismos derechos del resto de la ciudadanía.
La evolución social, afortunadamente, está transformando la vida de las personas mayores. Hay otras inquietudes, curiosidades y ganas de adquirir nuevos conocimientos, además de seguir siendo las abuelas y abuelos de los nietos, el pilar de muchas familias que precisan de su ayuda.
Y somos mayores, no idiotas. Por supuesto. La tan publicitada campaña de recogida de firmas, hasta 600.000, por parte del jubilado valenciano Carlos San Juan, que entregó al Ministerio de Economía no ha llegado a buen puerto. Han pasado demasiados meses y la reclamación de atención personalizada de los mayores en las entidades bancarias, así como medidas para eliminar las barreras informáticas y de digitalización, no son una realidad. Una frustración que Carlos San Juan ha ido explicando hace unos días en los medios de comunicación. No es posible, en los momento que vivimos, que este tipo de asuntos que tanto afectan a las personas mayores, y no tan mayores, no tenga solución. Debemos hacer algo.
Es un problema y una reivindicación más, que se suma a otras muchas que cada día generan una mayor dosis de zozobra. La tristeza global, la infelicidad, insatisfacción y malestar, es la confluencia del peor estado ciudadano. En este contexto lanzan sus redes los partidos fascistas, populistas, la derecha más rancia y desalmada. Esos partidos que mantienen el mantra de que les corresponde el poder por dictado divino, por herencia natural del franquismo. Aquí está pasando. La derecha y su ultraderecha se están dedicando a medrar a costa del sufrimiento de las personas. Debemos hacer algo.
Por otra parte, las mujeres siguen siendo asesinadas y maltratadas. Cada vez más. Los feminicidios están en las agendas políticas, pero no lo suficiente. Hay demasiadas polémicas, laberintos de identidades, leyes protagonistas que han robado los primeros titulares de esta insoportable realidad. La tarde del sábado, en el Grau, en Castelló, una mujer sufrió las salvajes puñaladas de su marido. Permanece ingresada. Deseamos que pueda superar tanta violencia. Una víctima más, otra más. El terrorismo machista que no cesa y que debería ser la absoluta prioridad, la más urgente, de las agendas institucionales.
Con el dolor, el coraje y la dignidad a cuestas, otras mujeres, las mujeres iraníes, han salido a la calle para parar, de una vez por todas, la barbarie y asesinatos de la dictadura que sufren. Mujeres que se están jugando la vida, que están siendo perseguidas y señaladas. Mujeres que han ido viviendo los cambios de un país en el que hace muchos años vivían libremente, pero que con la intervención de dioses talibanes, apoyados por los de siempre, los señores amos del planeta, esas potencias que marcan el reloj mundial, hoy son castigadas y asesinadas.
¿Dónde se encuentra la llamada comunidad internacional? ¿Por qué el poderoso primer mundo se ha puesto de perfil ante la tragedia de las mujeres iraníes y afganas? ¿No interesa ahora mismo defender a tanta población amenazada de muerte en países donde se violan constantemente los Derechos Humanos? Es una vergonzosa ignominia.
¿Por qué el poderoso primer mundo se ha puesto de perfil ante la tragedia de las mujeres iraníes y afganas?
El viernes, un brutal ataque suicida en la escuela Kaj de Kabul se cobró la vida de más de 40 niñas y niños. Colaboro, junto a mi amiga Inma Orquín, en la organización Afghan Women on the road. Orquín se está dejando la piel en esta causa que comenzó a interesarle tras leer en las redes sociales las llamadas de auxilio y los graves problemas que sufren estas mujeres desde que Afganistán se quedara sola, a la suerte del gobierno talibán. Hoy, recibe información de primera mano, en directo, de las tragedias cotidianas, del atentado del viernes contra la etnia Hazaras que masacró la vida de demasiadas niñas y jóvenes, de la manifestación posterior, donde en un video podemos escuchar el maldito sonido de disparos constantes.
Nos dedicamos a sacar a mujeres amenazadas por los talibanes en Afganistán. Son mayores y jóvenes. Periodistas, parlamentarias, abogadas y juezas. La situación es insoportable, sufriendo con ellas, compartiendo su angustia y su impotencia. Desde esta organización hemos podido colaborar, con el Gobierno estatal, a trasladar a mujeres de Afganistán a Irán y Pakistán para ser ayudadas por las embajadas españolas. La burocracia es tremenda, los retrasos ante situaciones de extrema urgencia son desesperantes. Buscamos apoyos en cualquier despacho de todas las instituciones públicas. Necesitamos ayuda.
Hay situaciones tan dramáticas como la de una niña que precisa quimioterapia urgente. Hija de una familia retenida en Irán. Un caso que ya ha recibido el apoyo de la Conselleria de Sanidad y de la organización Aspanion para ofrecer residencia. No podemos superar la burocracia y siguen sin poder viajar a España.
Hay otras muchas, muchísimas mujeres, abandonadas en el limbo administrativo, luchando por abandonar Afganistán, Pakistán e Irán. No hay manera. Parece que este mundo, tras la grave crisis ucraniana, se haya olvidado de las mujeres afganas.
Desde este artículo solicito colaboración para, sobre todo, visibilizar a las mujeres, para no olvidarlas, para sensibilizar ante esta gravísima situación. Están asesinando, maltratando, violando y vejando a estas mujeres, como está sucediendo también con las mujeres iraníes. Cómo pasa con todas las mujeres de este maldito mundo.
En esta sociedad, lo más decente y prioritario, en estos momentos, sería tomar las calles para ser la voz de todas las mujeres que la perdieron, de las mujeres silenciadas, invisibles, de las mujeres asesinadas en este país, de las mujeres borradas, de las mujeres que sufren las dictaduras, las perversidades de los gobiernos absolutistas y patriarcales. Debemos hacer algo, es muy urgente.