TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

Deberes sí deberes no

Aunque pueda parecer una discusión moderna, de nuestros tiempos, el debate sobre las tareas escolares en casa ha estado presente desde muchos años atrás. Pero antes, cabe una reflexión técnica, pedagógica, sobre ellos.

8/11/2016 - 

En educación debe imperar una pregunta que si me apuran, estará presente en todos los órdenes de la vida; es decir, cuando alguien se dispone a acometer una acción, decisión o tarea ¿sirve para algo? ¿es productivo? ¿genera beneficio?. Encomendar tareas escolares inacabadas en casa, como sistema, no parece que responda afirmativamente las anteriores cuestiones. Para explicar mejor esta afirmación, permítanme un ejemplo. Un alumno que llega a casa con una tarea pendiente que en esos momentos la está aprendiendo, es decir, en otras palabras, no domina el contenido, en la soledad del domicilio las posibilidades de hacerlo erróneamente se multiplican. A todo esto, los padres no tienen el porqué saber la solución ni tan siquiera conocer la materia en cuestión, por lo que de poca o escasa ayuda serán. Si el alumno en cuestión realiza mal esa tarea y no es rectificado con inmediatez, como lo tendrá por bueno, cometerá el mismo fallo en todas las actividades similares, aprenderá mal. Como curiosidad intelectual, a tal efecto se le llama transfer negativo. En conclusión, los deberes entendidos como la realización de tareas inacabadas o en proceso de aprendizaje conlleva más peligros que beneficios.

Pero pensemos en alumnos de etapas superiores a partir de la ESO, donde las materias y el número de profesores, se multiplican por doquier. Si cada uno de ellos encomienda un deber al alumno ¿cuándo podrá estudiar?. Una de las quejas más usuales en el profesorado es que los alumnos no estudian diariamente y en eso están en lo cierto. El hábito de organizar la información en mapas mentales, esquemas y/o resúmenes que se ha trabajado ese mismo día y el repaso y estudio de las materias del día siguiente es inexistente. Y lo es porque nadie les enseña ni permite. Un alumno no es bueno ni malo, es lo que decidimos entre todos que sea. La cultura del esfuerzo debe permanecer, sí, pero un esfuerzo productivo y eficiente.

Les comentaba al inicio que el debate sobre los deberes es viejo, por edad, pero escasamente afrontado por la administración educativa. Pero esta última afirmación es una verdad a medias. La administración del régimen franquista prohibió los deberes en sendos Reales Decretos de 1957 y 1967 donde se prohibieron taxativamente las tareas escolares en casa, no sólo de actividades o ejercicios sino incluso el estudio. Posteriormente con resoluciones (1984) con escasa relevancia legislativa, se recomienda su eliminación o disminución hasta llegar a la Lomce, artículo 12.7, donde, se encomienda a los centros educativos y a los padres a buscar soluciones para la mejora del rendimiento académico, pero de manera frágil y poco clara.

El tema de fondo no son los deberes, sino qué hacen los alumnos en los colegios. Desearíamos que en las jornadas escolares existiese tiempo para aprender contenidos nuevos, practicarlos, pero también para el estudio, la lectura, el debate y multitud de actividades formativas que refuerzan de manera muy notable toda serie de contenidos y que los transforman en competencias, objetivo último de la educación; personas que saben utilizar los aprendizajes, por simplificarlo de algún modo. Pero con tantas asignaturas, curricula desequilibradas y un paradigma educativo de la segunda revolución industrial, no parece posible.

Enrique Castillejo

Presidente del Consejo General de Colegios oficiales de Pedagogos y Psicopedagogos de España