Lo de otorgar un período de cien días de gracia a cualquier gobierno, se mire como se mire, es bastante susceptible. No suelo aplicar esta vieja teoría del pasado por estar absolutamente en desacuerdo. El nuevo gobierno municipal de la ciudad de València, cuando estaba en la oposición, vertía duras críticas al saliente por hacer un uso partidista del callejero. En resumidas cuentas por colocar a los suyos, y la realidad era bien distinta, haciendo uso y aplicando la Ley de la Memoria Histórica.
Hace unos días paginaba un diario que daba la información, de que el archiconocido Pont de las Flores dejaría de denominarse así, y sería sustituido por el de Rita Barberá. Eso en mi pueblo se llama revanchismo, ajuste de cuentas, partidismo o desconocimiento. No hace mucho tiempo, en una mañana soleada, apareció rotulado por algún bromista anónimo, advenedizo, cachondo o que quería hacer carrera. Aquella acción de algunos cachorros, quedando impune, no respetaba ni a la ciudad, y sobretodo ni a su historia. No le di la más mínima importancia a la gamberrada, no la tenía, y a los autores les hubiera explicado en un periquete lo que es la ciudad.
València es una polis de puentes pero sin río. El 57 nos lo arrebató. Salvo dos de ellos, San José y el del Ángel Custodio, el resto son pasarelas que desde hace siglos se bautizaron por las características del entorno u hechos históricos. Tantos biógrafos, asesores, hijos predilectos y eruditos que peinan la ciudad lo pueden corroborar. Y de paso, salir al paso, para denunciar, si cumplen tan atropello a la memoria. Si no me equivoco, un alcalde del régimen reformó el Puente del Real, y no por ello es el titular. Yo ni falseo la historia ni la afeo.
Por hacer memoria, dicha pasarela, actual Puente de las Flores, fue provisionalmente construido para desviar y descongestionar el tráfico de la ciudad, mientras se volvía a rehabilitar el de la Exposición de Santiago Calatrava. Por cierto aquella pasarela, levantada en época de Barberá tenía fecha de caducidad, hasta que un técnico municipal confirmó que era uno de los accesos más transitados por los valencianos.
Sin dejar de recriminar cierto pasotismo a los anteriores dirigentes que ciertos símbolos o iconos, ojo no son rancios, apropiados a la gestión de Rita han pasado sin pena ni gloria y sufrido cierto abandono durante su mandato, me refiero al caso Palau de la Música, vergonzoso por cierto, y que la primera piedra fue colocada por el gobierno socialista de Ricardo Pérez Casado. No soy nadie para dar lecciones, pero si para que mi ciudad siga siendo fiel a su historia, pues eso, alcemos la voz, València ciudad de las flores, del color y del amor….