Aunque entremos ya en periodo estival, la actualidad sigue siendo trepidante, y debemos estar atentos de ella
El otro día me decían, en ese Palm Beach valenciano que es el Perellonet, que esperaban leer, cualquier día, la noticia en estas lineas, del fin del mundo, dado el tono cenizo de mis últimos artículos. Y la verdad es que el fin del mundo a modo de cataclismo, espero que no, no tener que dar esa información, pero lo que sí que estamos contemplando, y se lo voy contando por capítulos, episodios o artículos, es el fin de un mundo tal como lo conocíamos, produciéndose una autentica ruptura histórica, es por eso que algunos hablan ya abiertamente de disrupción en la Historia.
Aunque la verdad es que los últimos acontecimientos en el Oriente Medio, en concreto en Irán, dan un poco que pensar, acerca de cataclismos, dada las noticias, no muy aireadas, de los incendios, problemas, sabotajes o incluso posibles ataques contra instalaciones de infraestructuras críticas en el país persa. Y donde, de los diferentes incidentes, el más claro por las fotografías aéreas y satelitales que se han publicado, es el acaecido en la central de enriquecimiento de uranio de Natanz, aunque también se afirma que habido incidentes en el centro de desarrollo de misiles de Khojr y en la central de energía eléctrica de Madjah Zargan. Como pueden comprobar todo un despliegue de incidentes, por no decir posibles ataques, que según algunas fuentes va a suponer un retraso de varios años dentro del programa nuclear y misilístico de la República islámica de Irán.
El posible origen de estos ataques, puede provenir de dos actores estatales internacionales. Como se imaginarán, y a los que todo el mundo apunta, son Israel, y los Estados Unidos, con el que tuvieron recientemente una situación tensa, cuando los ayatollahs enviaron cuatro petroleros para apoyar al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela por ejemplo, además del pulso que Irán mantiene con Estados Unidos e Israel a cuenta de su programa nuclear; unido a la política expansionista de Irán en el Líbano, Yemen, o Siria, en ese regional pulso entre chiismo y sunismo. Además si tenemos en cuenta que el 25 de abril, según algunas fuentes, se produjo un ciberataque (no se ha informado de quien) contra los sistemas de control del agua de Israel, cualquier opción está abierta. De tal forma está la tensión, que tras estos incidentes, algunas fuentes hablan de la posibilidad de que un satélite militar iraní haya pasado por la vertical de las bases norteamericanas en Florida, lo cual también hemos de poner en duda, dado el nivel de desinformación, fake news, o tonterías varias que se prodigan. Aunque, por otra parte, la BBC se ha hecho eco, ¿otra fake news?, de la reivindicación del ataque por el grupo Chitas de la Patria, formado según el email, por disidentes del ejército y las fuerzas de seguridad de Irán, poco tiempo después de producirse la detonación en Natanz. Por todo ello, se puede esperar algún tipo de respuesta, a través de algún proxy ataque, acción de falsa bandera, o atentado por algún aliado interpuesto, contra los dos posibles países intervinientes.
Pero además de estos episodios que evidencian la inestabilidad del mundo en que vivimos, hay otros elementos que evidencian el cambio de época o momento de disolución histórica en la que vivimos. Uno de ellos, es el manifiesto de 150 intelectuales y artistas en la revista Harpers en Estados Unidos que, aunque con tendencias progresistas y con la cuota inevitable de crítica a Donald Trump, se han lamentado que el sectarismo está haciendo mella en todas las ideologías. Incluso haciendo un poco de autocrítica, fíjense que son personajes como Gloria Steinem, Margaret Atwood, JK Rowling, el músico Wynton Marsalis, Francis Fukuyama, Salman Rushdie o Fareed Zakaria, y hasta el mismísimo anatema del capitalismo y la derecha, como es Noam Chomsky han reconocido, que la “intolerancia hacia las perspectivas opuestas, la moda de la humillación pública y el ostracismo” está avanzando en todo el mundo, incluso en el progresismo citándolo como la resistencia, al no permitir el debate e imponer un pensamiento único, que lo único que ocasiona es “una sociedad intolerante”, y que no quepa un tonto más en nuestro mundo.
Un ejemplo de ello, es lo ocurrido con JK Rowling (autora de Harry Potter), que ha sido atacada en redes, desde este 6 de junio pasado, acusada de "feminazi", "perra", "bruja y "TERF" (siglas en inglés de feminista radical que excluye a los trans) por tuitear un link "Opinión: Creando un mundo post-covid-19 más igualitario para la gente que menstrúa", y comentar que ‘People who menstruate.’ I’m sure there used to be a word for those people. Someone help me out. Wumben? Wimpund? Woomud?” (Las personas que menstrúan". Estoy segura de que solía haber una palabra para esas personas. Alguien que me ayude. Wumben? Wimpund? Woomud?), haciendo clara referencia a las mujeres como sexo. Ya ven que eso de los insultos, parece que no sólo lo deben soportar los periodistas, sino todo aquel que disiente con el pensamiento único. Y formando parte de esa persecución, algunos empleados de la editorial del grupo Hachette (según publica The Daily Mail), que ya boicotearon la autobiografía de Woody Allen, ahora plantean boicotear las publicaciones de la autora de Harry Potter.
Dentro del citado manifiesto intelectual hay una parte, que me traslada a un hecho que ha ocurrido en Valencia, en concreto la siguiente; “los libros son retirados por presunta falta de autenticidad; los periodistas tienen prohibido escribir sobre ciertos temas; los profesores son investigados por citar trabajos de literatura en clase”. Lo acaecido en concreto, es la polémica entre un clásico de la política, la educación y el periodismo valenciano, Javier Paniagua, histórico dirigente del PSOE, ademas de la UNED, y Vicent Flor, director editorial de la Diputación valenciana, que ha generado incluso algún titular como -Compromis “censura” un libro de un ex-diputado del PSOE valenciano- (Esdiario), en donde a ese referente de la izquierda valenciana, según han recogido diferentes redes y publicaciones, y parece la versión más plausible, se le ha censurado parte del texto de la introducción o prologo de un libro, que le iba a publicar el IAM de la Diputación, sobre los primeros años de la democracia, por lo que habrá que esperar un poco más para leer el interesante libro de Paniagua.
Y en este cambio de mundo, hay una constante que parece no cambiar, el carácter a veces autodestructivo de Valencia, y como nos gusta echar piedras sobre nuestro propio tejado, un claro y visual ejemplo, de hace ya muchos años, y que pueden ustedes observar, es el maltrato a la memoria o identidad colectiva, representada por personajes como el Labrador valenciano, o Teodoro Llorente, o Muñoz Degrain, o el Doctor Moliner, o el Guerrero o Jinete de Moixent o el mismo Palleter, etcétera, cuyas estatuas están escondidas entre árboles, plantas y maleza, o la inexistencia de una calle dedicada a Joanot Martorell en el Cap i Casal, o la dedicación a nuestro fundador, el rey Jaime I, de un callejón; eliminando el carácter ejemplarizador de estos personajes, y por tanto borrando su memoria, y diluyendo esa conciencia colectiva que tantos añoramos, pero que no termina de fortalecerse y de concretarse; y que además unido a lo que don Miguel de Unamuno decía de que a los levantinos nos pierde la estética, nos impide en muchas ocasiones avanzar colectivamente.
Otra de las polémicas, que revelan nuestro carácter autodestructivo, es respecto a esa gran instalación deportiva, que es el proyecto Valéncia Arena, en la que ahora el inversor y promotor, nunca olvidemos que sobre suelo público, Juan Roig, quiere rebautizar con el nombre -Casal España Arena-, provocando el consiguiente ruido en las redes sociales valentinas, en las que se ha hablado de arrebato españolista, y que desde luego no visualiza la marca -Valencia-, ciudad donde se instala el complejo deportivo. Además, a poco que nos fijemos (puedo equivocarme, pues las competiciones deportivas no son mi fuerte) no tiene muchos ejemplos comparables en el mundo, no hay un USA Stadium, o un France Arena o un Deutschland Auditorium. Ya veremos cómo se resuelve este pulso entre el personalismo y la identidad colectiva, entre quien paga manda o la sociedad debe decidir.
Y para finalizar volvemos al inicio, al Palm Beach valenciano, que se transforma en vertedero/desagüe de la Albufera, justo cuando hay más posibles usuarios, el fin de semana, pues a consecuencia de la apertura de sus compuertas, el Mare Nostrum, se transforma en detritus nostrum, y que entre competencias de la Junta de Desagüe de la Albufera, y de las municipales del concejal de playas, Giuseppe Grezzi (que raro), los bañistas y vecinos sin atender, justamente ahora que en esta era post-coronavirus, los baños en el mar son más necesarios que nunca, vivir para ver.