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tribuna libre / OPINIÓN

Del Cabanyal a Silicon Valley sin Delorean

Foto: EVA MÁÑEZ
24/05/2019 - 

-No somos Silicon Valley-, dijo el alcalde en una reunión vecinal en el Cabanyal post-Barberá. Con ello venía a decir que no podíamos cerrar las puertas al desarrollo turístico. 

-No lo somos respondo. Pero -y alego- del Valle de Silicio californiano que mueve la economía digital global al Benidorm del 69 hay un trecho que preferiríamos no recorrer con el Delorean de Martin McFly. Perdonen la referencia cinematográfica generacional pero es que precisamente de legítimos relevos generacionales y de alegaciones irán estas líneas.

Por cierto, el Valle del Silicio fue en su día un erial, por qué no con ciertos paralelismos a los centenares de solares del Cabanyal: muy cerca hay dos campus universitarios y un vivero de empresas en la Marina. Y, sin embargo, desde el tripartito de 2015 hasta ahora, resulta curioso que esta circunstancia sólo se haya querido explotar turísticamente: primero, el frustrado intento, que se frenó tras las protestas vecinales, de colocar en suelo público dels Poblats Marítims la Universidad Europea, que poco tiene de pública y de europea. La empresa, sin ambages, dijo que la proximidad de la playa (no una biblioteca) era algo estratégico para su implantación. Después, la residencia de lujo Marina Real State en la que fue la Conselleria de Medi Ambiente, en la transición Canyamelar-Grau que en pocos pasos lleva al mar junto al tranvía y el metro. Adolece del mismo uso "turistificable" de los equipamientos el nuevo plan urbanístico para el Cabanyal, el Canyamelar, el Cap de França y Beteró, el llamado PEC al que intentamos corregir con 14 alegaciones razonadas jurídicamente y apoyadas por más de 1000 firmas.

No, no somos Silicon Valley, pero con este urbanismo post-desarrollista (del tipo de desarrollo del postfranquismo español de los 60 y 70 que llenó de "pisitos" y hoteles las calles y los sueños de nuestros trabajadores, emigrantes retornados y turistas) tampoco llegaremos a serlo.

El Plan quiere construir un hotel de 15 alturas frente al mar y sabemos que (algunos) hosteleros brindan por ello. Pero al menos un millar de personas, hosteleras o no, han dicho en esas 14 alegaciones que algo así rompe con la coherencia paisajística del entorno, y, por tanto, con el artículo 7 de la propia Ley de la Generalitat de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Paisaje, la LOTUP. También propone una residencia privada de estudiantes en la zona universitaria de Tarongers, que ya posee residencias, y sus redactores lo defendieron en nombre del movimiento Erasmus... No se sostiene: todos los que hemos sido Erasmus sabemos que si hacemos el esfuerzo de estudiar en otro país es (también) para conocer ese país conviviendo con los vecinos reales, no para encarrarnos en una burbuja universitaria.. privada. Se nos queda, por tanto, una ligera sensación de déjà vu.

Foto: EVA MÁÑEZ

Esto es sólo una pequeña degustación de un PEC ciertamente jugoso pero que nace anticuado: entre las alternativas que proponemos y que han merecido el apoyo de un millar de personas están, por ejemplo, fórmulas alternativas de urbanización y de vivienda a precios justos y asequibles que se avienen muy bien a la realidad del Cabanyal y que, como publicó este periódico, investigadores de la Universidad de Alicante han venido recopilando y evaluando para acabar proponiéndolo como alternativa a la VPO.

Ya hemos conseguido cosas. Junto al resto de organizaciones del barrio hemos obtenido la promesa de que el límite a los alojamientos turísticos en domicilios particulares será de un 10% en todo el barrio, y la reducción de alturas de las nuevas edificaciones. Lo aplaudimos, aunque parecía en febrero, según una afirmación de tono chantajista del concejal socialista de urbanismo que se va a Madrid, que "con menos alturas no hay VPO". Aún nadie ha sabido decirnos con datos para qué es necesaria tanta VPO, como lleva preguntándose el escritor y vecino Felip Bens.

Nos queda mucho por hacer. Estamos discutiendo cómo construir el corredor verde, bautizado como Vía, que en nuestro "PECálogo", que ya tiene el alcalde, califiqué de "nuestro propio jardín del Túria", e integrar en ella el espacio de huerta Cabanyal Horta, con 4 años de trabajo vecinal ininterrumpido que ha recuperado un desamparado solar y la tradición huertana y que ha demostrado precisamente con este proceso cuán necesarios son los espacios de encuentro públicos para la reflexión y la toma de conciencia ciudadana. Estamos analizando buenas prácticas urbanísticas de otras ciudades y países. Y acabamos de darnos forma y nombre al grupo motor de esas catorce alegaciones del millar de apoyos: Cuidem Cabanyal-Canyamelar.

Pero ya tenemos discurso: esos 14 puntos. Tenemos bagaje y perspectiva comparativa por haber vivido en muchos lugares. Tenemos también una resistencia de años en este barrio en apoyo de 20 años de lucha contra el plan de Barberá. Tenemos cultura ciudadana activa y sabemos lo cansada pero reconfortante que es, también para quien, al otro lado, ostenta el gobierno. Sabemos que estamos en una cultura política y vecinal, en la tradición hispánica, tan partidista y hostil a los consensos, pero nuestras experiencias participativas previas nos han preparado para la lentitud y la constancia. Pedimos sentarnos a construir acuerdos, sin renunciar, eso sí, al mínimo común: el interés público no es para los promotores, sino para un Cabanyal vecinal, sostenible y para aquellos turistas que respetan y se imbrican en el entorno y no lo arrasan.

Tenemos profesores, hostaleros, diseñadoras, cinematógrafos, funcionarias, físicas, historiadoras, educadores y trabajadoras sociales, matemáticos, investigadoras, arquitectos urbanistas, actores, músicos, amos de casa, periodistas, comerciantes, jubilados, oficinistas... Tenemos madres, padres, abuelas, primos. Tenemos italianos, francesas, británicos, norteamericanas. Tenemos viejos y jóvenes. Creemos que más de mil necesitan también que se les oiga. Tenemos un breve PECálogo que resume en diez puntos nuestras catorce alegaciones y tenemos web. Estamos aquí, en 2019 y no en 1969.

Helena P. Grau es periodista

Foto: EVA MÁÑEZ

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