VALÈNCIA. Nada como los mercados para recordarnos que todo puede cambiar en un suspiro, y que en nuestra mano no está predecir sino adaptarnos. Cada año trae su afán, y este no iba a ser menos. Hasta hace poco más de una semana, este era el mundo según los mercados:
A nadie debería sorprender una volatilidad tan baja, si el mercado resume el mundo en las dos primeras frases. Pero resulta que el mundo no es así. ¿Cómo veía el mercado un gestor, también en tres frases?
Sin necesidad de hacer una relación exhaustiva, prácticamente todos los indicadores que provocaron la crisis financiera han empeorado sensiblemente, en particular el endeudamiento global (que ya está en un 320% sobre PIB).
Como suele ocurrir, el mercado sólo puede tener el foco puesto en un asunto a la vez. Así que tras unos datos de empleo mejor de lo esperado en EE UU, el mercado cambió su foco llevándolo del crecimiento tranquilo a la amenaza de la inflación. ¿El resultado? Pasamos de una volatilidad en mínimos de 50 años al nivel de las Torres Gemelas en un solo día, el movimiento más grande de la historia, con mercados cayendo un 10% desde máximos.
Sin atentados, sin guerras, sin ningún factor específico más allá de un 'cambio de expectativas de inflación' que, honestamente, se hace difícil de utilizar como justificación.
¿Y ahora qué? En nuestra opinión, y después de haber leído decenas de notas de estrategia de los principales bancos de inversión, esta es una situación que ha perjudicado a todo el mundo. No necesariamente en dinero, que también, sino fundamentalmente por oscurecer el panorama:
Las valoraciones en renta variable siguen muy altas, a niveles que históricamente han producido retornos anualizados muy bajos o negativos la década siguiente. Y la renta fija sigue llena de paradojas, con los 'high yield' europeos (antiguos 'bonos basura') pagando menos que los bonos soberanos americanos. No hay claridad.
Por eso, y ya desde hace tiempo, venimos recomendando alternativas de inversión vinculadas a economía real. Tanto el sector inmobiliario como el empresarial (empresas no cotizadas) ofrecen en muchos casos un binomio rentabilidad riesgo mucho mejor que el de los mercados financieros.
Un fondo que contiene una cartera de inmuebles en rentabilidad tiene sus riesgos y requiere un buen saber hacer, como cualquier fondo que invierta en el sector financiero. Pero a cambio de menor liquidez, ofrece un negocio fácil de entender y unas rentabilidades superiores a las de la renta fija, con lo que se convierte en una clara alternativa.
Un fondo que invierta en compañías de crecimiento no cotizadas frente a un fondo de bolsa tiene las mismas ventajas en cuanto a diversificación y reducción del riesgo. Y a cambio de una mayor iliquidez nos ofrece las enormes ventajas de negociación de los gestores a la hora de entrar en el capital de compañías de la economía real a valoraciones atractivas, algo realmente difícil de encontrar en el mercado financiero.
Esta imagen global no es ninguna sorpresa, en el fondo es precisamente lo que buscan las autoridades monetarias con sus políticas monetarias 'no convencionales' (que ya duran diez años), estimular la economía hasta que se sostenga por sí misma. En resumen: hemos de buscar claridad en las oportunidades. Y hoy por hoy, los mercados financieros están en desventaja frente a la economía real.
Alejandro Martínez es socio director de inversiones y cofundador de EFE & ENE Multifamily Office