VALÈNCIA. Entre las exitosas representaciones de Jenůfa, el maestro Gimeno ha sacado tiempo junto a los músicos de la Orquesta de la Comunidad Valenciana, para preparar un concierto sinfónico junto al pianista onubense Javier Perianes, y el resultado global ha sido positivo, de eso no hay duda, aunque mentiría si no albergara ciertas dudas con el Mozart ofrecido no por falta de calidad, por supuesto, sino por la versión elegida por el solista. La velada, con un auditorio prácticamente lleno, comenzaba con una Obertura trágica algo destemplada que sirvió para ajustar los mimbres de la orquesta.
Javier Perianes es, no cabe duda, un excelente pianista con grandes cimas como su Bethoven, que ya disfrutamos en este auditorio, o en el repertorio español y francés. El Mozart que nos ha traído en esta ocasión poco debate presenta en cuanto a que se trata de un acercamiento al genio salzburgués marcadamente personal. Tampoco en cuanto a la calidad del mismo. Se trata de un Mozart íntimo, de notas en ocasiones meramente rozadas que emergían tímidamente del silencio, levemente dibujadas hasta el boceto. Un pianismo que, por lo que diremos, no acabó de atraparme. Con ese Mozart perlado, preciosista de indudable sensibilidad me costó empatizar. Una sutilidad, en ocasiones casi un susurro, que puede funcionar en otra clase de sala o en un espacio más reducido pero que la acústica del auditorio de Les Arts y las dimensiones no son aliadas para llevar la interpretación al mejor puerto posible y el sonido no corrió por el gran espacio. Incluso algunos trinos con las notas tan ligadas entre ellas se emborronaron por instantes y algunas de las notas finales de ciertas frases quedaron inaudibles pues eran meros roces de los macillos con la cuerda.
Fotos: MIGUEL LORENZO
Lo mejor, sin duda las dos cadenzas del primer y tercer movimiento, tocadas con maestría improvisatoria propia de los grandes, que me reconcilian con el mejor Perianes, al igual que un ensimismado y magistral Debussy ofrecido como propina de gran riqueza dinámica y extrema sensibilidad. Desconozco los intríngulis de la preparación del concierto, pero la impresión que me dio es que Gimeno aborda este Mozart apostando por la visión de Perianes. De ello la gran flexibilidad y elegancia de la que hizo gala en el acompañamiento, en lugar de decidirse por un Mozart hercúleo, con más peso, que en ningún caso habría funcionado con la visión del solista, por lo que pudimos disfrutar de una lectura orquestal ligera, íntima y elegante, sin demasiados contrastes dinámicos.
Lo mejor de la velada vendría en la segunda parte con un Brahms marca de la casa por ese sentido de la fluidez y elegancia en el en el discurso que le dotó Gimeno, sirviéndose de una orquesta que supo llevar a buen puerto una partitura de gran repertorio pero que, si no me equivoco, tocaban por primera vez. Una lectura transparente, intensa pero no grandiosa por tanto alejada de esas versiones de fuerte raigambre germana. Si puedo poner algún pero, hubiera deseado en algunos pasajes algo más de peso y cuerpo en las cuerdas. Magnífica la amplia coda incluido el coral de los metales, para la que Gustavo Gimeno empleo unos tempi bastante ligeros sin restar intensidad a la lectura. Excelentes los primeros atriles de la formación como el magnífico flauta Francisco López, Pierre Antoine Escoffier al oboe, Bernardo Cifres en la trompa, Joan Enric Lluna en el clarinete solista y en los timbales, si no me equivoco, Gratiniano Murcia. Éxito, como era de prever.
Ficha técnica
Jueves 26 de enero de 2023
Auditorio de les Arts
Obras de Mozart y Brahms
Javier Perianes, piano
Gustavo Gimeno, director musical