VALÈNCIA. Poco a poco se va dilucidando cuál es el plan urbanístico del Ayuntamiento de València para el reformar todo el entorno del conocido monasterio de San Miguel de los Reyes, afectado por el progresivo deterioro y degradación. Un lavado de cara que implicará la demolición de los edificios que lo rodean, la peatonalización de las proximidades del complejo y el desvío del tráfico rodado, así como la reordenación urbanística para concentrar las fincas en las zonas más alejadas del complejo histórico. Entre ellas, se prevé una torre de 15 plantas.
El Ayuntamiento de València encargó a una empresa la redacción del Plan Especial de Protección y Reforma Interior de este sector, que tiene como elemento fundamental el antiguo monasterio, sede de la Academia Valenciana de la Llengua (AVL) y de la Biblioteca Valenciana. Todavía está en fase de tramitación, y acaba de superar la evaluación ambienta, pero sus objetivos finales son dos: ensalzar la importancia del complejo -eliminando los edificios que actúan de barrera y las construcciones que favorecen la degradación del entorno- y generar aprovechamientos urbanísticos para poder compensar a los propietarios por la obtención de suelos dotacionales y evitar así costosas expropiaciones.
Así pues, el Plan presenta tres alternativas al consistorio, de las cuales escoge una, que sentencia la práctica totalidad de edificios que rodean el monasterio, donde destaca una finca de diez plantas situada justo enfrente suyo. Así, dice el plan, "se despeja de construcciones toda el área circundante" al complejo cultural, si bien se mantienen la Alquería de la Tota y la Alquería de Albors, elementos protegidos, como refleja el plano (en rojo, edificaciones a derribar).
El edificio de viviendas más grande que existe de esta zona "no tiene ninguna relevancia en cuanto a su valor en el patrimonio cultural, ni está sujeto a ningún tipo de protección en este sentido" y "representa una barrera visual que menoscaba la importancia del Monasterio y su huerta, así como el valor paisajístico, artístico e histórico que este conjunto representa", según el plan. Así, la idea es tirarlo abajo junto al resto de pequeñas edificaciones del entorno.
Esto añade más complejidad a la actuación prevista, porque "implica la desaparición de los hogares de sus actuales residentes", por lo que el mismo plan exige que exista "una solución de disponibilidad de nuevas viviendas a las que trasladar a esta población desplazada antes de proceder al derribo". Y esa solución debe quedar dentro del ámbito del propio plan urbanístico "con el fin de mantener el arraigo social de estos residentes en la zona y garantizar su viabilidad de ejecución", señala en ese sentido.
Así pues, el plan reordena los usos residenciales para alejarlos lo máximo posible del entorno del monasterio y evitar así el impacto paisajístico. En total, contempla casi 62.000 de edificabilidad residencial, distribuida en dos grandes zonas. Una en la zona norte, pegada a las fincas ya existentes, que contempla cinco nuevos bloques de cinco plantas y una gran torre de 15 pisos "como referente urbano y remate de la perspectiva de la calle desde el sur".
"Este nuevo bloque residencial tendría capacidad para acoger, al menos, el traslado" de las familias del mencionado edificio a derribar, y sería "en régimen de protección pública en unas condiciones económicas que, con el posible apoyo del Ayuntamiento de Valencia y considerando las indemnizaciones a las que tendrían derecho, resultasen asumibles para los propietarios afectados", aclaran los documentos del planeamiento.
La otra zona residencial se prevé al sur y serviría para rematar la trama urbana en la otra orilla de la Ronda Norte. Aquí se construirían dos fincas de diez plantas cada una que servirían de fachada de la gran avenida, tras las cuales se completaría el sector con otros tres bloques de viviendas, de ocho pisos cada uno, unidos por una planta baja de uso terciario.
Además de todo ello, uno de los cambios que se pretende implementar tiene que ver con el tráfico. Así, se modificará el trazado del tramo de la avenida de la Constitución que ahora pasa justo por enfrente del monasterio y se alejará del complejo histórico. Y el espacio ganado se peatonalizará y se dedicará a zonas verdes, según refleja el planeamiento propuesto.
Así, por donde ahora pasan los vehículos, tras la modificación se "podrá incorporar el carril bici y parte de los aparcamientos de la calle Conde Lumiares, dando continuidad al recorrido ciclista ya existente sobre esta avenida al norte, en el tramo frente al Monasterio". Y de esta manera, esta avenida "pasará a tener un carácter de prioridad peatonal" que "se ensancha para dar forma una plaza frente a la fachada sur del Monasterio".
Eso hará que se retoque el cruce con la Ronda Norte, que "se adecuará para acoger un espacio donde ralentizar el tráfico en superficie procedente de la ronda y se dará protagonismo a la circulación peatonal". De esta maner, "este tráfico de la ronda que no continúe por el túnel" podrá seguir ingresando en la ciudad consolidada, así como dirigirse en dirección a Tavernes Blanques mediante el nuevo vial alejado del monasterio.
En total, se prevén hasta 23.500 metros cuadrados de espacios libres y jardines. Y se contempla la ubicación de un campo de fútbol en el extremo norte, al lado de los nuevos bloques de viviendas, en una parcela que ocuparía más de 9.700 metros cuadrados. Y se emplaza "respondiendo a la demanda de los vecinos del distrito de Rascanya, con la posibilidad de disponer de espacio suficiente para alguna instalación complementaria a este uso u otras pistas que requieran escasa edificación y de poca altura".
Por otra parte, la ordenación propuesta también incluye dos áreas de aparcamiento (con la clasificación SCA 1 y SCA 2 en el plano superior), que lindarán con la Ronda Norte. Una de ellas, se ubicará justo al sur del Monasterio, y otra, en el extremo más alejado del complejo dentro del plan.