VALÈNCIA. 1960. Ese es el año en el que Deportes Juper abrió sus puertas en la calle Reina Na Germana de València. En aquel momento, se convertía en la tercera tienda especializada en el Cap i Casal junto a Moral y Altarriba, otros negocios que habían visto la potencialidad de la actividad física.
Mucho ha llovido desde aquellos años de expansión comercial. La pandemia, internet y la competencia de las grandes superficies han supuesto un reto para las pequeñas tiendas deportivas tradicionales. Otra histórica, Deportes Arnau, abierta poco después que Juper, cerraba sus puertas en 2019, lo que advertía de la crisis del negocio en este ámbito.
"Nos hubiera gustado que la tienda permaneciera. Incluso ofrecimos a los compradores todo tipo de posibilidades para continuar el negocio", comenta Carlos, hijo del fundador y actualmente responsable de la tienda. Sin embargo, lo que primaba en la inversión de los compradores era más la localización de la céntrico emplazamiento que la rentabilidad de la venta de artículos deportivos en sí.
Es más, detrás del inversor está un exjugador del Valencia CF, aseguran las fuentes consultadas, si bien evitan concretar su identidad. Precisamente que un comprador tan próximo al deporte no pretenda continuar con esta actividad es todo un indicativo de las dificultades que atraviesan este tipo de negocios. O lo que es lo mismo, una tienda de estas características no es el uso más rentable para un local en una zona tan codiciada del Cap i Casal.
Cosas que pasan. Desde hace meses, Juper está en liquidación. Se van agotando las zapatillas Munich o las camisetas de calidad, que otrora eran el reclamo para los jóvenes del barrio. Carlos, al frente de la tienda, recuerda que entre sus principales clientes se encontraban colegios de renombre como Maristas, Dominicos o Agustinos, auténticas instituciones en la capital de deportes como el fútbol sala.
Sin embargo, la pandemia y la competencia de la compra online han socavado el negocio clásico de esta tienda valenciana. "Ha sido muy difícil adaptarse a todo eso. Al final ya no renta permanecer abiertos", explica Carlos, al que le quedan pocos años para jubilarse y, junto a la familia, ha decidido aceptar la oferta recibida para el establecimiento.
"Nos hubiera gustado que siguiera. Pusimos todas las facilidades posibles para mantener aquí una tienda de deportes, incluso asesorándoles o trabajando nosotros mismos, pero los inversores tienen otra idea de negocio que consideran más rentable y lo respetamos", resume el propietario, que se encuentra cerrando las últimas ventas con los productos que tiene en stock antes de bajar la persiana en las próximas semanas.