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tribuna libre / OPINIÓN

Desacoplamiento europeo de una economía china nada sostenible

Foto: EFE/EPA/ALEX PLAVEVSKI

Es el momento. Así es. Y en su doble vertiente, la económica y la de formulación de políticas industriales

20/09/2023 - 

Sería razonable pensar que nos va bien a los europeos con la situación actual, o sea, implementamos directivas medioambientales para nuestra industria a la vez que derivamos gran parte de nuestra producción con elevada carga de emisiones de CO2 a China y otros países con políticas medioambientales más laxas. Como esto genera una distorsión en el mercado nos sacamos de la manga una nueva directiva, el CBAM (Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono), para compensar el desfase y además intentamos adoctrinar y disciplinar a China para que sea respetuosa con el medio ambiente e implemente políticas agresivas para mejorar sus datos de emisiones de CO2, provocadas en parte por la fuga de nuestra producción a ese país. Por el camino nos hemos cargado nuestra producción industrial y encarecido nuestros productos, a la vez que entregamos la ventaja competitiva a China.

Voy a tratar de contextualizar. En primer lugar, es obvio que el auge económico de China tiene mucho más que ver con su breve abandono de la fuerte planificación central de hace unas décadas que con la adopción actual de la política industrial y el socialismo maoísta, absolutamente intervencionistas y nada sostenibles. De hecho, la economía china actual no es la potencia que muchos creen que es. Los problemas a corto plazo y las tendencias sistémicas a más largo plazo limitarán aún más el crecimiento económico y el dinamismo de China en el futuro, obstáculos creados en gran parte por el alejamiento relativamente reciente de China de la liberalización económica. En segundo lugar, la política draconiana de “COVID cero” de Beijing cerró gran parte de su economía en 2022. La adopción por parte del presidente Xi Jinping de una fuerte intervención en la industria tecnológica ha paralizado un sector de la economía que alguna vez fue dinámico y en crecimiento. El sector inmobiliario del país está sobredimensionado y ha llevado a un incumplimiento de pago de la deuda por parte del gigante inmobiliario Evergrande. Tienen frenada o paralizada su constante expansión por el inevitable conflicto entre erradicar el COVID-19 y/o alcanzar los objetivos de crecimiento predeterminados de Beijing.      

Los vientos en contra a largo plazo de China son más desalentadores: la productividad se ha desacelerado desde hace ya mucho tiempo. China también tiene un enorme problema demográfico, exacerbado por su cruel y ahora abandonada Política del Hijo Único, que ralentizará el crecimiento y ejercerá presión sobre el gasto social del gobierno. Y además China se enfrenta a una importante fuga de cerebros entre los trabajadores de la tecnología y otras disciplinas emergentes, la mayoría de los cuales prefieren la libertad que ofrecen otros países occidentales (EEUU y la UE).

Sin embargo, pese a todas estas circunstancias que rodean a la economía China, desde la UE estamos imitando sus políticas industriales de mano dura y el intervencionismo de Beijing. Y esto es un error, debemos basar nuestras políticas en las fortalezas tradicionales de la UE.

Pero aún hay más. China realiza preocupantes prácticas económicas internacionales de inversión y de comercio, que aquí, por cuestiones de espacio no voy a relacionar, cosa que dejo para un posible nuevo artículo. Realiza un esfuerzo “generalizado” patrocinado por el estado para dirigir y facilitar la inversión y la adquisición de empresas y activos occidentales con objetivos estratégicos y militares. Además el gobierno chino ha dejado recientemente de publicar información sobre el desempleo juvenil, la deflación y otras estadísticas que pintan un panorama sombrío de su economía.

Podríamos continuar con más detalle sobre las actuales prácticas mercantiles de China, pero creo que es suficiente para contextualizar la situación ya que desde la UE no parece que nos hallamos dado cuenta de que estamos inmersos en una guerra comercial en la que competimos con ambas manos atadas ya que nuestra política equivocada sobre sostenibilidad hace imposible una defensa de nuestros intereses comerciales frente a China y otros competidores. No solo hace posible la pérdida ininterrumpida de competitividad, sino que, debido a ciertas directivas sobre sostenibilidad y Agenda 2030 estamos financiando el crecimiento de nuestros competidores Chinos. Es por ello que los norteamericanos han reaccionado ante esta situación y, más o menos acertadamente, están haciendo lo posible para contrarrestar estas prácticas Chinas. El Congreso aprobó recientemente la Ley de Chips y Ciencia de 2022 con un acuerdo de ambos partidos. En el centro de la legislación hay alrededor de $80 mil millones en subvenciones federales y créditos fiscales para la producción de semiconductores. Pero es probable que los subsidios sean ineficientes para ejercer presión sobre Beijing para que reduzca sus prácticas comerciales depredadoras.

Es por todo lo anterior que justifico el título de este humilde artículo. Se hace necesario un DESACOPLAMIENTO de la economía europea de China en sus dos vertientes, económica, con la eliminación de las políticas intervencionistas que practica la UE, de subvenciones y subsidios (calcadas igualmente de las que practica el Estado chino) y la vertiente de formulación de políticas industriales adecuadas, operando con criterios sostenibles, por supuesto, pero sin perjudicar a corto, medio y largo plazo a nuestra industria europea. Necesitamos respuestas políticas más inteligentes, nuevas herramientas comerciales y una visión geopolítica de la que carecemos actualmente. Estamos miopes por la Agenda 2030 y otras cuestiones medioambientales.

Eliminación de políticas intervencionistas por parte de la UE

Por todos es sabido que el intervencionismo tiene un impacto negativo, perjudica la competitividad de las empresas y empobrece a la sociedad. Las subvenciones y subsidios distorsionan la economía. En la mayoría de las industrias, los mercados dirigen la inversión, las empresas equilibran los riesgos y las recompensas y los empresarios innovan para reducir costos y ser más competitivos. Los programas de subvenciones deberían ser estrictos, implacables y muy estudiados, sobre todo por el impacto negativo y repercusiones económicas que conllevan. En este caso me centro en los industriales y de consumo, ya que los agrícolas deben ser tratados de forma distinta. La lección que en la UE, la Comisión Europea, aún no ha aprendido es que no siempre llegan (subvenciones y subsidios) al destinatario que se pretendía y además benefician a quien no corresponde. Baste con el ejemplo de la batalla perdida en el caso de los paneles solares por parte de Alemania, de cómo ser en 2011 el mayor productor e instalador de paneles solares del mundo a haber perdido en 2023 casi todos los pasos en la cadena de suministro y producción de la industria solar, que, como no, actualmente está en manos de gigantes chinos como Jinco, Trina y Yingly debido a esa política errónea de subvenciones de la UE. El resumen es que un negocio de 200.000 millones de euros anuales se perdió a favor de la industria China y la principal empresa alemana, Qcells, fabricante de paneles desapareció y todo por el error de subvencionar y subsidiar la instalación de paneles solares en lugar de subvencionar la “producción e innovación” de esta industria. El interés europeo era verde, por la sostenibilidad, y el interés de los chinos era puramente económico. El resultado es que mientras las empresas europeas invertían en costosa innovación y nueva maquinaria más respetuosa con el medio ambiente la industria china inundó de paneles solares mucho más baratos toda la UE. El resultado es que financiamos, sin quererlo ni saberlo a la industria china desde la UE. Y todavía no ha dimitido nadie por esa burrada. (En este enlace puede ver todos los detalles).

Hoy mismo, por 13 de septiembre, leo que “Bruselas investigará las subvenciones del Estado chino a sus coches eléctricos  porque "distorsionan" el mercado. La presidenta de la Comisión Europea, Sra. Bordeleñen,  perdón Von der Leyen, se me ha escapado, eleva el tono y anuncia medidas contra la competencia desleal del gigante asiático, que amenaza el liderazgo alemán en la industria automovilística”. La cuestión es que no va a servir de nada. Con la experiencia obtenida a través de continuados fracasos, la solución al problema, ya que también he leído que el líder de ventas en España de coches eléctricos es chino, no es aplicar aranceles, como informaba al principio del artículo, vía CBAM (Mecanismo…) sino eliminar las subvenciones a la compra de vehículos eléctricos y proponerlas a la producción, investigación e innovación para el sector de la automoción y la movilidad. O bien eliminar el vehículo eléctrico como el centro de la movilidad en la UE incentivando nuevas tecnologías. Parece sencillo, pero no dude el lector que volveremos a financiar a la industria China y hundiremos a nuestro sector de automoción. Indefectiblemente.

Reformulación de políticas industriales

Desde la Comisión y el Parlamento Europeo se debería confiar nuevamente, siempre respetando nuestros compromisos con el Pacto Verde y las políticas de sostenibilidad, en las políticas orientadas al mercado que impulsaron a la UE a una riqueza y un poder sin precedentes, incluyendo la apertura al comercio y la inversión internacionales; inmigración liberalizada pero legal; regulación más ligera, particularmente en la floreciente industria tecnológica que se encuentra en el epicentro de la competencia económica con China; y políticas fiscales más inteligentes. Estas políticas no serán una panacea con respecto a todo lo que aqueja a la relación económica entre la UE y China, pero serían mucho más exitosas que el statu quo actual fallido.

Por último me gustaría comentar sobre una cuestión preocupante y que nos afectará a todos los valencianos. En su deriva intervencionista la Comisión y el PE empujan, con sus políticas industriales, a las empresas hacia direcciones equivocadas. Es el caso de la Gigafactoría de baterías de litio de Sagunto. Se empuja a las empresas automovilísticas a desarrollar el coche eléctrico, que por supuesto, conlleva la utilización de baterías. Gran error. Salvando el hecho de que la fabricación de un coche eléctrico conlleva la emisión de más del 140% de CO2 que la de uno convencional (eso en la UE, desconocemos las emisiones en China) necesita indefectiblemente el montaje de baterías, las cuales han de ser fabricadas en EU o compradas a China. Actualmente China tiene muy evolucionado el proceso de producción de batería de litio en todas sus fases. Desde el acceso al litio en origen como el proceso de producción del mismo con contratos a más de 20 años con proveedores, además tiene comprometido más del 80% del mercado mundial, por lo que sería muy difícil competir en ese terreno. Una inteligente política industrial sería la de favorecer la innovación e investigación en otro tipo de baterías, basadas en azufre en lugar de litio, o cualquier otro tipo de solución de movilidad. Conviene recordar que en innovación en lugar de confiar en lo que los clientes dicen y pensar que saben lo que buscan, caso de la Comisión Europea, conviene identificar la necesidad real. Consideremos el primer iPhone: las encuestas de Apple en ese momento sugirieron que la gente quería un mejor teclado. Lo que realmente querían era más comodidad y facilidad de uso, y eso es lo que la revolucionaria pantalla táctil del iPhone entregaba. Los clientes solo pueden pedir lo que saben, y rara vez saben lo que es posible. En la Comisión europea deberían recordar y aplicar los principios sobre innovación del profesor Curtis R. Carlson y su propuesta de valor, denominada la “NABC”, descrita extensamente en su libro, escrito junto a William Wilmot, Innovación: Las cinco disciplinas para crear lo que los clientes quieren.  

Recordemos que una propuesta de valor  NABC cubre cuatro temas:

Necesidad (need): La oferta debe llenar un vacío significativo en el mercado. (No lo que nos resulte interesante a nosotros).

Enfoque (approach): La oferta debe satisfacer las necesidades de los clientes de una manera única, convincente y defendible y presentar un modelo de negocio atractivo para los inversores.

Beneficios en relación con los costes (benefits): La oferta debe proporcionar un valor obviamente superior para los clientes.

Competencia  (competition): Los clientes deben encontrar la oferta constantemente más atractiva que las alternativas.

Y señores, ni el coche eléctrico ni las baterías de litio cubren estos cuatro puntos fundamentales. Una visión geopolítica más amplia por parte de la Comisión Europea y una política industrial más inteligente llevarían a inversiones en innovación que expulsarían del mercado de la movilidad durante décadas a China y nos situarían nuevamente en el lugar que nos corresponde. En lugar de hacer esto, seguirán subvencionando la compra de vehículos eléctricos con lo cual financiaremos económicamente a China y la ayudaremos a enfrentar con mejor disposición la crisis que sin duda se le avecina dentro de su casa.

En cualquier caso nos preocupa la situación de la Gigafactoría de baterías de Sagunto en la actual coyuntura, pero para no alargar demasiado este artículo  dejaremos este análisis para más adelante.

En conclusión, en lugar de imitar el intervencionismo chino, los políticos europeos deberían confiar en las fortalezas tradicionales de Europa: la apertura al comercio internacional y la inmigración controlada y una devoción a la innovación dinámica basada en el mercado…no nos conformemos con que nuestro trozo del pastel sea más grande… hagamos el pastel más grande y sigamos confiando en la democracia occidental y el capitalismo de libre mercado sustentado en la propiedad privada en lugar de abogar por más políticas “al estilo chino”.

Ricardo Romero es consultor en Sostenibilidad y Estrategia de Impacto

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