Dicen que nadie es profeta en su tierra, y dicen también que los valencianos valoramos siempre más lo que viene de fuera que lo nuestro. Sin embargo, los tópicos están para romperlos. Lejos de centralismos y de localismos, lo que yo como valenciano creo que nos caracteriza es que somos gente abierta, en el más amplio sentido de la palabra. Nos sentimos cómodos con todo el mundo, venga de donde venga y piense cómo piense.
Si echamos la vista atrás, descubriremos que cuando la Comunidad Valenciana ha sido fuerte e importante en la Historia ha sido cuando ha estado abierta al exterior. Basta con ver nuestra geografía para entender que nuestras costas se extienden con los brazos abiertos al Mediterráneo, y nuestras carreteras y ferrocarriles se hunden en la meseta y conectan con Cataluña, Aragón (y por ende con Europa) y el Sur de España de una forma natural y, yo diría, lógica.
Por ello mismo, creo que nuestra ambición común para 2022 debe ser profundizar en esta seña de identidad. Valencia abierta a todo y a todos. Sin renunciar a nuestras raíces, pero sin localismos mal entendidos. Pero también sin complejos frente a Madrid, Barcelona, o cualquier otra ciudad de España o Europa. Pensemos en grande nuestro futuro, profundicemos en un crecimiento fuerte y sostenible, con proyectos a largo plazo y respetuosos con el medio ambiente.
Podemos ser y debemos ser ambiciosos como Comunidad y aspirar a ser, por ejemplo, la Rotterdam del Mediterráneo (con la interconexión y expansión de los Puertos de Castellón, Sagunto, Valencia, Gandía y Alicante), o el mini Silicon Valley del Sur de Europa, o la cuna de un nuevo Turismo de calidad y sostenible. Tenemos el clima, tenemos la fuerza, y tenemos nuestra idiosincrasia abierta y acogedora.
¿De verdad vamos a dejar que la lógica preocupación por las dificultades en que estamos inmersos (Covid, crisis de suministro, inflación, incertidumbre sobre el futuro) o las pequeñas rencillas cortoplacistas sobre cómo conseguir ese objetivo común, nos impidan avanzar en ser por derecho propio una Comunidad puntera en España y en Europa? Yo no lo creo, y no lo deseo. Pongamos las luces largas y que las hojas no nos impidan ver el bosque. Esta crisis pasará, y sin duda vendrán otras; y siempre hay quien teme al progreso porque implica “salir de nuestra zona de confort”; pero no podemos seguir “esperando a que amaine” o “pedir riesgo 0’0 como la cerveza” para tomar decisiones, ponernos a trabajar y hacer que las cosas pasen.
Éste es mi deseo para el 2022, y creo firmemente que es en lo que nos deberíamos centrar todos los valencianos. Entender que el mundo es ya muy grande y muy global para no estar abiertos al él, y poder aprovechar todas las oportunidades que el siglo XXI nos ofrece como Comunidad, sociedad civil, y tejido empresarial y productivo. Valencia será exterior, abierta y sostenible o quedará relegada a languidecer sin fuerza ni protagonismo alguno.
Carlos Salinas es socio de MA Abogados