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los recuerdos no pueden esperar

Devo, Flaming Lips, Patti Smith o el arte de hacer versiones

2/09/2018 - 

VALÈNCIA. Viendo L’estudi, el programa de À Punt en el que dos artistas valencianos se reinterpretan mutuamente y después rehacen a medias un tema ajeno, queda claro cuál debería ser siempre el objetivo a la hora de hacer un tema ajeno. Las versiones deberían ser siempre eso, versiones. Canciones nuevas a partir de valiosos materiales originales.

Este verano Cowboys Junkies sacaron disco nuevo. Treinta años atrás, se dieron a conocer por una versión de ‘Sweet Jane’, de Velvet Underground. Si la expresión versionar significa algo en la música, ese significado está implícito en el trabajo que hicieron Cowboy Junkies con el tema original de Lou Reed. Le cambiaron la piel pero le dejaron intacto el espíritu. Ese fue el triunfo, cambiarle el pelaje a una canción que era eterna. Eterna y popular. No es fácil atreverse con canciones así, pero creo que la única función que tiene el ponerse a interpretar composiciones ajenas es intentar aportarles algo más, una visión, un enfoque. O ponerlas patas arriba y conseguir así que una lectura subyacente pase a estar en primer plano. Lo hicieron Flaming Lips cuando durante una época interpretaron el ‘Can’t Get You Out Of My Head’ de Kylie Minogue. Por culpa de ellos, una canción que inicialmente hablaba de la omnipresencia del amante que ya no está con nosotros se transformó en una elegía. Una canción entonada por alguien cercano que ha fallecido.

Plegarias atendidas

Una de las mejores versiones que he escuchado nunca es la que hizo Marc Almond sobre el ‘Like A Prayer’ de Madonna. El significado es el mismo, pero el traje sonoro que le hace a la canción es sublime. De este modo, una canción que habla de devoción casi religiosa pasó a ser una celebración con una apoteosis en plan Nueva Orleans y rematada por un guiño a Lalo Schifrin que quitaba el hipo. La canción estaba incluida en Ruby Trax, un disco de versiones que celebraba los 40 años del semanario New Musical Express. Allí estaba también una espléndida versión de ‘Brass In Pocket’ de Pretenders hecha por Suede, que se la llevaban a un terreno inesperado pero perfecto para la manera de cantar de Brett Anderson, cuyas muy recomendables memorias, Mañanas negras como el carbón, acaban de ver la luz en castellano.. Pero no quiero alejarme demasiado de Marc Almond porque si alguien ha conseguido sacarle rédito a las canciones ajenas, ese ha sido él. No lo digo con mala leche. No hay más que pensar en ‘Tainted Love’, la canción que le convirtió en estrella cuando formaba parte de Soft Cell. El original de Gloria Jones tuvo una repercusión reducida. La versión de Soft Cell dotó de un nuevo lenguaje –el del incipiente pop electrónico- a un tema que originalmente venía del soul. Esa nueva forma permitió profundizar también en la amarga decepción amorosa que portaba la letra. La última vez que le entrevisté, Almond me contó que había reclamado créditos como autor porque, al final, su versión es la que hizo universal y eterna a la canción original.

Orgasmos modernos

Otro caso notable y plausible de versión que transforma completamente una versión original lo protagonizaron Talking Heads. Su lectura de ‘Take Me To The River’ de Al Green, grabada para el álbum More Songs About Buildings And Food en 1978, hizo de una canción preexistente una canción nueva. La presentó a una generación y un público ajenos a las proezas vocales de su intérprete original, instalándola en ese presente con ansias de futuro que dibujaba la música del cuarteto neoyorquino. ‘Take Me To The River’ era una canción de amor con la que Green creaba una especie de oración apasionada. La versión de Talking Heads, con ese efecto de sónar de submarino apareciendo y desapareciendo a lo largo de la canción, iba más allá. Con su manera de interpretar la canción, David Byrne la transformó en una representación sonora del sexo. La cadencia de la música. Los crescendos que hacen estallar la canción, que siempre se recupera y vuelve a su sensual parsimonia. Hasta que la voz de Byrne convierte la parte vocal en un orgasmo que se desata como se desatan los buenos orgasmos.

Gloria bendita

Una de las pocas obras flojas de Patti Smith es Twelve, su álbum de versiones. A pesar de que se esforzó por hacerlas suyas, la cosa no quedó como cabía esperar que saliera. Sin embargo, Patti Smith también se dio a conocer alterando completamente una canción. Fue ‘Gloria’, el single que la hizo visible más allá del underground neoyorquino en 1976. Una canción sobre una chica escrita por un hombre –Van Morrison-, que ella convirtió en una oda a la libertad en la que no faltaba la llamada del deseo. Una llamada que ella respetó y enfatizó aportándole un tono homoerótico del que carecía el original. Otra versión tremenda de Patti Smith, aunque realizada en un registro completamente distinto a ‘Gloria’, fue la que hizo en 1996 de ‘When Doves Cry’. Como los Flaming Lips con la canción de Kylie, Patti le dio una vuelta de tuerca al significado de la letra de Prince. Y de nuevo, una canción de desamor pasó a ser una plegaria por un ser amado que se ha ido de este mundo. Un pleno acierto musical y artístico. Sería interesante saber qué dijo Prince si alguna vez llegó a escucharla, porque cuesta trabajo pensar que no lo hiciera.

Donde las canciones cambian de piel

Las versiones son mejores cuanto más lejos se les lleva un artista de su versión original. Entiendo el placer de recrear una canción que nos gusta mucho, pero más allá del divertimento no le veo el interés. Lloyd Cole haciendo solamente con guitarra y voz ‘Being Boring’ de Pet Shop Boys, eso es una versión para llevarse a una isla desierta. Pet Shop Boys apropiándose de ‘Where The Streets Have No name’ de U2 y mezclándola con ‘Can’t Take My Eyes Off Of You’, clásico de Franki Valli & The Four Seasons que terminó siendo adaptada años después como canción discotequera. De este modo, Pet Shop Boys le confirieron a una canción de rock, recia y viril, una inesperada connotación festiva y también homoerótica. Y qué decir de la versión que hizo Devo del ‘Satisfaction’ de los Stones. La descodificación absoluta de un clásico, la adaptación a una nueva era de un tema que marcó a una generación y que, tan sólo 12 años después, ya significaba prácticamente otra cosa. Las versiones deberían ser siempre así. Calcar un tema original es divertido para quien lo hace y divertido para quien lo escucha, de ahí el éxito de los grupos tributo. Pero las verdaderas versiones son y serán siempre otra cosa.

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