NO ÉRAMOS DIOSES, DIARIO DE UNA PANDEMIA #23

Los hombres también lloran

15/04/2020 - 

VALÈNCIA. De madrugada he oído llover. Esta mañana me han despertado los golpes de los albañiles y el ruido de una grúa, y no el canto de los pájaros.

El perrucho de los vecinos de la puerta 1, al quedarse solo, ha estado ladrando hasta la hora de la comida. Se pone como loco. Esto pasa por haberse relajado el arresto domiciliario.

En cambio, los pájaros, que deben de haber leído la entrega anterior de este diario, cantan hoy con más fuerza, en lo que es una muestra de cariño hacia mi persona. Algunos gorriones picotean en unos cuencos colocados por un alma franciscana al pie de un árbol. Esa comida no es para ellos sino para los gatos callejeros. Los pajarillos no entienden de las leyes de los hombres, y le roban el pan a los felinos. No seré yo quien los denuncie a la autoridad incompetente.

He leído que el Gobierno implantará unas mamparas especiales en 200 coches oficiales para proteger a sus altos cargos del coronavirus. Entretanto, gran parte de la población carece aún de mascarillas para protegerse, incluso de esas baratas, de fabricación china, que los policías han repartido a los que se han reincorporado hoy al trabajo.

El quiosquero está deprimido. Me toca hacer de paño de lágrimas. Cada vez vende menos prensa, lo cual era un objetivo muy difícil de alcanzar porque apenas vendía antes de esta tragedia. Todo es susceptible de empeorar. La opción de reparto a domicilio no le convence. “Lo que necesitamos son ayudas. Este mes, que apenas tendremos ingresos, nos tocará volver a pagar impuestos”, me dice desconsolado. Desconocía, como yo, que los autónomos se podrán acoger a un aplazamiento del pago de esos impuestos.  

Los negros pronósticos del FMI

España no sólo será campeona en la lista mundial de muertos por coronavirus. Nuestro país, que nunca defrauda las expectativas, por ambiciosas que estas sean, se situará también a la cabeza en la caída del PIB y en el aumento del paro en 2020, según los pronósticos del FMI, una organización de intenciones criminales que sólo merece mi desprecio.

Sigo leyendo M. El hijo del siglo, la biografía novelada sobre Mussolini, escrita por el profesor Antonio Scurati. Es una obra ambiciosa, como las que ya no se leen. Sólo recuerdo algo parecido con Las benévolas de Jonathan Littell.

Mato el tedio de las tardes viendo alguna serie. La línea invisible me la he visto de un tirón. Cuenta los orígenes sangrientos de ETA. Buena dirección de Mariano Barroso y convincentes interpretaciones de Antonio de la Torre en el papel de Melitón Manzanas, y del resto de actores, casi todos muy jóvenes.

Memorable y dolorosa es la escena del asesinato del guardia civil José Antonio Pardinas, acribillado a balazos por Txabi Etxebarrieta en un control policial el 7 de junio de 1968. Fue la primera de las más de 800 muertes atribuidas a los terroristas. El guardia civil tenía 25 años, era gallego y se iba a casar con una vasca. Ese mismo día, su asesino —que era un poeta de una encendida sensibilidad— fue abatido en un enfrentamiento con la Guardia Civil.

El pillo de Rajoy se salta la reclusión

La izquierda tiene suficiente munición propagandística para al menos un mes, después de descubrirse que Mariano Rajoy se ha saltado el confinamiento. Lo peor no es que haya infringido el estado de excepción —disculpable hasta cierto punto—; lo intolerable es que lo hayan pillado saliendo a la calle en chándal, como si fuera uno de mis vecinos domingueros. Veía en Rajoy a un caballero elegante y también en esto me he equivocado. Si fuera Umbral tiraría sus memorias firmadas a la piscina pero como no tengo piscina, me conformaré con pegarles fuego.

El ayuntamiento de mi pueblo ha habilitado un teléfono de atención a hombres para evitar el maltrato a sus parejas. Todo varón, por el hecho de serlo, es un potencial agresor y hasta violador, según la teología del feminismo talibán. Por tanto, este nuevo teléfono de la esperanza ofrece terapia a los hombres que lo lleven mal con sus parejas durante la cuarentena—“si te sientes frustrado, triste o enfadado”, reza el anuncio—, y así evitar que se les vaya la mano.

El coronavirus se está cebando con hombres y mujeres pero en especial con el sexo masculino. Las muertes de ancianos mayores de 70 años triplican a las de mujeres. Ninguno nos podrá contar cómo vivió sus últimos días en soledad, aislado en un hospital. Se han ido sin el consuelo de nadie. Ningún ser querido pudo acompañarlos  y compartir sus lágrimas de despedida antes de emprender el viaje definitivo. Esas lágrimas son hoy las nuestras.

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