Vuelve Sorolla mientras su obra prestada de forma temporal al Museo San Pío V desaparece a la carrera. Ya lo explicamos en su momento: los intereses comerciales siempre deciden. Si tanto “amamos” de verdad a Sorolla sería imprescindible recuperar el tiempo perdido y volver a plantear su gran centro en Valencia. Los intereses personales o familiares nunca deberían marcar agendas
Joaquín Sorolla es el mejor reclamo, o recurso, para garantizar réditos sociales, políticos temporales, éxito garantizado y glorias artísticas. Llevamos muchos años a base de Sorolla. No es que no sea referente, pero sí un fijo incombustible con el que equilibrar resultados. Pero sólo él, no siempre su tiempo que es igual de atractivo.
Sorolla es recurrente, la imagen de la derecha para contentar y convencer a la ciudadanía. Y no es que Sorolla fuera de derechas, que eso es lo de menos, pero garantiza “modernidad” decimonónica y sencilla.Pinazo aún está a un lado; Mongrell por descubrir; los Benlliure arrinconados en lo suyo y el resto del XIX, en gran sentido, por investigar en toda su extensión. Pero todo eso no interesa más allá del momento ya que no vende todavía lo suficiente o no convence a quienes deciden.
Ahora, de nuevo, tenemos a Sorolla a lo largo de la Comunitat Valenciana, en el Centre del Carme y en Alicante. Sorolla llena, trae colas, gentes…Sorolla invade y convence, como los Rolling Stones. Pero, a estas alturas, es como si en Málaga Picasso fuera el fijo interminable y en Guipúzcoa Zuloaga estuviera todos los días presente; o el Grupo de Vallecas inundara los locales del sur de Madrid, día sí día también, como cuestión reivindicativa; o Romero de Torres ocupara todas las opciones de Córdoba sin otra alternativa posible en plan de reafirmación andaluza, golfa y noctámbula. Pero es cómo si después de ellos, en sus respectivos feudos, ya no existiera nada más. Nuestro XIX es mucho más abierto, plural y complejo, divertido, interesante y competitivo mientras no sea manipulable o simple de manejar a manos de los teóricos.
Ahora la salvedad. Hace unos días se inauguraba en el Centre del Carme una nueva muestra de Sorolla titulada “Sorolla, apuntes en la arena”. La muestra es muy interesante, todo sea dicho. Es diferente y para nada recalcitrante. Al fin, novedad. La ocupan dibujos. Recoge una selección de los cinco mil apuntes que almacena su Casa Museo. Una faceta sin apenas descubrir. Nos enseña otro tipo de artista. En ella los comisarios no se han quedado en la imagen retórica de la playa, las barcas, los niños; los paisajes, los retratos de siempre,…lo normal y sencillo según dictan quienes deciden.
Avalada por La Caixa y el Museo Sorolla es una garantía de calidad. Un gesto temporal, aunque muchos quisiéramos más de ambas entidades. Es lógico el discurso económico del desastre y se supone que los tiempos los marca el propio tiempo, pero la benevolencia o la complacencia no lo es todo. Esta exposición, aunque renuncie de los tópicos, es interesante porque en ella sí se descubre al artista de ideas rápidas, al creador más desconocido. Ese es el Sorolla que me interesa, como el de las pequeñas tablas. Seguramente porque su imagen no es nada tópica o recurrente. Un dibujo sobre papel es lo más intempestivo de un artista, lo más visceral, inmediato, directo y sincero. Lo que el tiempo nunca decide, ni un artista cree que algún día valdrá la pena.
Pero esto viene a cuento porque más allá del nuevo Sorolla, o del Sorolla menos conocido, aún estamos metidos en el debate de saber si Sorolla o es nuestro o de quienes deciden que así sea y no como albaceas de su destino e identidad. Pero sí de su rearme económico colectivo. Mientras los herederos están contentos, nosotros sumisos.
La pregunta que debemos hacernos es que si tanto amamos a Sorolla por qué sus herederos tan dispuestos a ver satisfechos sus deseos temporales no ceden a negociar un centro en Valencia dedicado al artista. Seguramente porque no sería del todo manejable a sus intereses. Seguro que existe una interpretación política. Pero ya no es el caso. Demasiada inversión previa, aunque hablar de colaboración decidida mejor dejarlo a un lado.
Si tanto amamos/aman a Sorolla la familia del artista, con tantas condiciones favorables comerciales y promocionales que les han ofrecido durante lustros, debería de estar dispuesta a TODO lo que hiciera falta
Jugamos en desventaja. Aquí apostamos a perdedor. Algo pasa, algo no funciona. Si tanto amamos/aman a Sorolla la familia del artista, con tantas condiciones favorables comerciales y promocionales que les han ofrecido durante lustros, debería de estar dispuesta a lo que hiciera falta. Un simple gesto de acercamiento y comprensión sería suficiente.
Algo falla. Algo no cuadra. Se plegaron en el Museo San Pío V por una cuestión política -ahora en fase de inhabilitación, según han anunciado, que tampoco se trata de ser tan drásticos-; les ofrecieron el Centro Cultural Bancaixa y después se arrugaron los intermediarios. ¿Habrá algo más? Visto que la sala dedicada al artista en el San Pío V se desmorona cada día un poco más –no tenía mayor sentido que el oportunismo pasajero y el negocio futuro- sería un buen gesto, al menos, sentarse, a escuchar después de que incluso contemos con sus herederos para que decidan desde la distancia quién sí o no ha de regir nuestro destino artístico. La exposición vale la pena. Todo sea por Sorolla, y los sorollistas. O por el redil del sorollismo.
Por cierto, quienes acudan hoy mismo al Centre del Carmen para rendir glorias a Sorolla que no dejen escapar mucho antes la muestra “El rostro de las letras”, aquella que retrata a los escritores y fotógrafos de la España del Romanticismo hasta la Generación del 14. Es brutal e inacabable. La cierran hoy si alguien no lo impide.
La exposición sí es un paseo por la historia de la fotografía española y los intelectuales del momento. Es un lujo. Déjense de pinturas. Vayan a la historia real, el momento, los personajes, su tiempo, su actitud. La exposición y su catálogo son de sobresaliente. Por eso su sala se llena. La gente no es tonta. Y sin publicidad.
Publio López Mondejar, su comisario, ha hecho un gran trabajo con la ayuda de la Comunidad de Madrid, el Seacex, la RAE y el Centre del Carme. No vienen por aquí muchas exposiciones de ese nivel teórico y visual. No se la pierdan, aunque no quede tiempo. En esa exposición está retratada la gran generación intelectual española, la historia y sociología de la España de un momento cumbre con sus dudas, traiciones, comanditas…Vayan corriendo, aún quedan algunas horas. Y si no, consigan el catálogo.