VALÈNCIA. La plataforma EGO de diseñadores de moda emergentes, bajo el paraguas de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, ha puesto en la pomada a artistas valencianos con una carrera tan brillante como las de Pepa Salazar, Anaïs Vauxcelles (404 Studio) o Domingo Rodríguez (Dominnico).
Este domingo será el turno de Silvia Ferrer (1995), que llega a esta cita -finalista del premio Mercedes-Benz Fashion Talent, con el que podría viajar a Praga- con Over, su primera colección tras el rebranding de su marca, ahora denominada SLV FRR. Un cambio que, como explica, respondía a la necesidad de apropiarse del proyecto tras la marcha de su socia inicial: “Antes diseñaba con la marca DiF, pero cuando me quedé sola tenía todo el sentido llevarla de una manera más personal. Con este rebranding busco una línea más elegante, más neutra, con un momento conceptual elevado. Es mucho más yo, mucho más desvergonzada y sin pedir perdón por lo que se es”, explica a este diario.
El concepto de Over se articula alrededor de la idea de outgrowth, crecer más allá de lo que alguna vez retuvo. Una reflexión traducida en prendas que dialogan entre lo opresivo y lo liberador. En palabras de Ferrer: “Se trata de un proceso: primero un ahogamiento, una saturación, algo que te oprime, y después el desprendimiento de eso. Hay prendas rígidas que desafían la movilidad, escotes altísimos que casi asfixian, y luego una liberación con tejidos más cómodos y zonas de piel expuestas. Es un viaje que habla de una mala experiencia que termina en un momento maduro y estable, con lo aprendido ya incorporado”, explica.
Ese recorrido se contará no solo en las piezas, sino también en la música (del valenciano Adrián Revendless) y el set escénico diseñado por la artista visual Blanca Santos. “La pasarela tendrá sus fases, desde un inicio oscuro hasta un cierre más luminoso. Todo va acompañado por la música y el set, que van a reforzar la narrativa del ahogo, el soltar y lo etéreo”.
El minimalismo es uno de los códigos que atraviesan el trabajo de Ferrer, aunque la diseñadora matiza su significado: “Para mí no es tanto minimalismo como limpieza y crudeza. Se trata de desprender lo accesorio para que lo esencial cobre importancia. Para mí es esencial que la ropa se pueda llevar, que la gente se vea con ella en su día a día o en sus momentos de salir”.
Por eso precisamente, esa depuración convive con gestos más desinhibidos: “Me gusta balancearme entre los diseños limpios y lo más juvenil y descarado: una camiseta gráfica divertida, algo menos snob. Esa sinvergonzonería también forma parte de lo que hago”.
De Valencia al escaparate internacional
Aunque trabaja desde su pueblo en Valencia y se define como “muy independiente en cuanto a círculos”, Ferrer reconoce que su trayectoria profesional se proyecta hacia fuera: “Aquí trabajo muy bien, pero no me parece nunca el sitio de las oportunidades. Busco más en Madrid, Barcelona e incluso Europa. Aun así, tengo muy en cuenta mis raíces, mi entorno, lo que se pondría mi familia. Es una forma de identificación aunque no participe en la pasarela de mi ciudad”.
Y añade: "Me vine de Barcelona buscando calidad de vida. Se agradece tener todo más a mano. Trabajo tranquila aquí, pero luego puedo viajar con mis creaciones. Esa libertad es un lujo".
Ferrer ya ha vestido a artistas de primera línea, como Ana Mena o Judeline: “Son dos ejemplos muy representativos: una encarna lo sexy, lo bien que le sienta todo; la otra, lo raro, lo distinto. Me siento súper identificada en esa dualidad. Mucha gente dice que mi ropa se percibe como el off-duty de las celebrities, lo que llevaría Bella Hadid en su street style. Y creo que ellas dos son las que mejor representan esos mundos que me interesa unir”.
