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ESTE FIN DE SEMANA EN CARME TEATRE

Don Rogelio J: cómo crear un falso musical experimental, grabarlo y llevarlo a escena

24/05/2018 - 

VALÈNCIA. Don Rogelio J es uno de los artistas valencianos más extensivos de lo que va de siglo. Es tatuaje ("por las mañanas"), es cómic, es ilustración, es rock and roll, es fanzines, es hombre orquesta y ahora también es teatro. La primera dramaturgia de su puño inquieto es Bucles de arrabal, el último disco de su proyecto musical Tumba Swing. Esto es: un falso musical experimental en el que aborda la magia y crisis del proceso creativo. Cómo surge una canción, de dónde viene, como se desarrolla, qué conflictos provoca y hasta dónde alcanza cuando toma forma. Esta convulsión vuelve a los teatros valencianos con él en escena y acompañado de sus socios (Quique Medianoche, Lluis Folch) en Aullido Atómico, banda de la que forma parte y cuya interminable última gira (Decadencia) interrumpió la presentación de este proyecto.

"Es musical, es falso en ese sentido y es experimental. Es que no hay otra forma de definirlo". Así comenta Don Rogelio J la naturaleza de Bucles de arrabal que podrá disfrutarse como obra de teatro, concierto, performance, spoken word y proyecciones en la sala Carme Teatre los días 25 y 26 de mayo. Este gran contador de historias revisitó el formato one-man band con Tumba Swing aunque para este proyecto dramatúrgico tuvo que rodearse de sus aliados para llevar hasta el público el trabajo de estudio. Una representación escénica y sonora en la que está presente el humor negro que atraviesa en gran medida toda su creación. En este caso, en un álbum conceptual que transita "ese camino adoquinado de rosas y espinas que es el absurdo pero vital proceso creativo".

El proyecto, que formó parte de Graneros de Creación de Espacio Inestable junto a Espai Rambleta, vuelve un año después a las salas de teatro valencianas con la misma ambición de producción: son los propios músicos los que, desde el escenario, lanzan las proyecciones, interpretan la música, controlan la mesa de luces y gestionan la experiencia completa del espectador. No es exactamente teatro ni mucho menos un musical, pero si que parte de su estructura para contar una historia la mar de interesante que no deja de autoparodiarse por el camino. 

El underground está muy presente en esa autoparodia y lo que parte de un concepto de musical para todos los públicos encuentra sus nichos. Pero Don Rogelio J no se rinde ante el carácter de entretenimiento. De show. Quique es el compañero que más le acompaña en la parte dramática ("Jussi se mantiene más al margen"), pero el autor reconoce que el teatro le ha resultado un escenario natural desde hace mucho tiempo: "mi hermana mayor estudió arte dramático y yo me he pasado muchos años siendo el niño que salía en la obra, el adolescente que salía en la obra".

Él admite la naturalidad con la que ha dado el salto a una disciplina más que, hasta ahora, no había abordado desde la dramaturgia. Más allá de una colaboración durante el último año con el colectivo de teatro político A tiro hecho, este debut se suma a sus proyectos en marcha que incluyen ("además de tatuar por las mañanas") un cómic para Ediciones Valientes que será una historia corta, "de unas 40 páginas", además de otra novela gráfica larga cuya temática todavía no quiere desvelar. 

"Es cierto que estoy en demasiadas movidas, pero entiendo que quien me sigue a través de redes, etcétera, se siente atraído por cómo el personaje de Don Rogelio J se va alimentando de tantas inquietudes". Su poderosa fase como dibujante tiene una proyección densa y rabiosa en torno al negro y sus producciones tanto de cómic como de fanzine son esperadas en escaparates tan consolidados como Tenderete. Él asegura que nota cómo unos encargos llevan a otros y las disciplinas se comunican. Ahora se siente cómodo dentro del teatro alternativo: "la gente del medio reconoce que es un formato novedoso, que bebe un poco de todos los palos que uso, y que también puede funcionar en formatos más reducidos conmigo solo como Tumba Swing".

El falso musical experimental se reserva también mucho margen para la improvisación, porque Don Rogelio J también tiene la necesidad de hacer de cada espectáculo algo nuevo. La historia narrada y sobre todo cantada se entrelaza con doce instrumentos –grabados en solitario por Don Rogelio J en el disco–: melódica, armónica, harpa deboca, theremin, stylophone, percusiones con cubos de basura... Hay sonidos rockabilly, pero también es justo decir que la propuesta es un punto de inflexión en el sonido desvencijado que acompañaba hasta la fecha a TumbaSwing. Más cálido y de alguna manera con ese poso escénico, musicalmente es un trabajo minimalista en el que el spoken word y las letras van habitando la experiencia del espectador.

Al final, todo ello sirve para tender una reflexión sobre la sociedad de consumo desde la sonrisa y desde la tragedia. Una reflexión individual vivida, en este caso a través de proyecciones, narraciones, canciones y sonidos y que abre de nuevo su deambular por teatros a partir de su paso este fin de semana por Carme Teatre.

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