VALÈNCIA (EFE/Macarena Soto). Los vecinos de Aldaia, uno de los municipios valencianos más afectados por la Dana, viven hoy abrumados por la solidaridad recibida con la ayuda de miles de voluntarios pero también frustrados por lo que consideran un abandono de las autoridades.
"¿Dónde están los militares?", pregunta enfadado Javier, un vecino del municipio, de 32.000 habitantes, que lleva horas quitando fango de las calles y que también se queja de la falta de visibilidad de la localidad en los medios de comunicación.
Aldaia, lamenta este valenciano, "no sale en ningún medio de comunicación": "parece que no haya pasado nada, estamos como el resto de zonas, la destrucción es total".
Aplaude y agradece la llegada de los miles de voluntarios que ayer, de manera autogestionada, y hoy también con la organización de la Generalitat, están colaborando durante todo el día para limpiar bajos y achicar agua.
"Lo de los voluntarios es una pasada, pero tampoco sabemos si lo estamos haciendo bien o mal", reflexiona este vecino sobre las tareas que deben llevarse a cabo en unas calles donde se acumulan kilos y kilos de muebles y enseres y esperan a que camiones, cedidos por los vecinos, vayan a retirarlos.
"Estamos indignados, trabajando autoorganizándonos, llenos de barro, pero no vemos nada oficial, ni policías, ni militares, ni bomberos, no vemos a nadie", subraya.
A su juicio, las calles están "cada vez peor" y el trabajo se acumula: "hay más barro, más muebles, no sabemos lo que hay que hacer, nadie viene a darnos instrucciones".
En esa misma línea se expresa Pedro, un joven vecino del pueblo, que lamenta la falta de visibilidad en los medios de comunicación porque, según dice a EFE, "es como si hubiera pasado una guerra".
"Sé que todos los pueblos lo necesitamos, pero si no hay difusión de lo que está pasando aquí, es imposible que la gente se dé cuenta de que Aldaia está completamente destrozada", cuenta.
En ese sentido, recuerda que la localidad ha sido fuertemente afectada porque gran parte de las casas son bajos o casas de pocos pisos.
"Las calles están destrozadas, si no hay difusión no vendrá el ejército, no vendrá nadie y está proporcionalmente igual que el resto de sitios", remacha.
Raúl va más allá y asegura que "la ayuda de las autoridades ha llegado tarde" y agradece la movilización ciudadana" porque si no "hubiera sido mucho peor".
Así, cree "increíble" que los voluntarios "hayan llegado caminando antes que el ejército" y el resto de cuerpos.
"Es una vergüenza que hayan dejado a la gente morirse, desamparada, la gente hace lo que puede, ahora esta más organizada, pero es vergonzoso cómo han dejado a la gente abandonada", enfatiza.
Asimismo, la sensación de impotencia por no poder hacer más con los medios de que disponen y la urgencia de vehículos que retiren los objetos que han quedado inservibles por la Dana de las vías públicas es el grito desesperado de los voluntarios y vecinos de Aldaia, que manifiestan con un lema: "El pueblo salva al pueblo".
"Ves las noticias y hablan mucho de Paiporta, Catarroja, Massanassa, que me parece muy bien porque lo necesitan, pero Aldaia parece que no existe. Ni siquiera cuando salen los pueblos afectados sale. Que crucen el puente y vean cómo está y vean si la gente necesita ayuda de verdad", claman tres jóvenes voluntarios de Alaquàs de camino a la población vecina, ataviados con guantes de látex y mascarilla porque les han dicho que el agua está empezando a ser "tóxica".
Lamentan que haya solo un camión de la UME para todo el pueblo cuatro días después de la tragedia y piden que no vayan a "hacerse la fotito y a quedar bien" porque ha sido el pueblo el que ha salvado al pueblo, "no el Gobierno ni nadie".
"Ni tenemos fuerza ni material" para poder mover los coches y quitarlos, y encima se aprovechan las noches para robar en los coches, lo poco que queda en ellos.
Piden a los gobernantes que bajen al barro y miren de primera mano cómo está el pueblo, y se articulen las ayudas que ya existen, por ejemplo uno de los hoteles de Alaquàs que en los últimos tiempos ha acogido a inmigrantes para alojar a los vecinos que se han quedado sin poder vivir en sus casas.
Un vecino del barrio La Saleta, Satur Moral, no recuerda que nunca haya entrado agua en su casa y por eso la inundación del pasado martes pilló a todos por sorpresa y sin haber sido advertidos. "Cuando nos llegaron los avisos, yo tenía el agua por las rodillas y ya no podía hacer nada, ya no podía reaccionar, solo pudimos encogernos de hombros y ver cómo pasaba el agua, a esperar que remitiera".
Lo peor fueron los primeros días sin luz ni agua, sin cobertura y sin internet, y cuando bajó el nivel de agua se dio cuenta de la magnitud del desastre y de que su casa estaba "patas arriba" sin poder echar mano de una manguera, ni poder usar los inodoros o las duchas, ni siquiera lavar la ropa o los platos.
"Una impotencia total, porque no puedes hacer nada", relata Satur, que el primer día, el miércoles, estuvo incomunicado junto con el resto de vecinos de una calle donde se apilaron numerosos vehículos arrastrados por las aguas y hasta hoy sábado "no ha venido nadie a decirme si necesito algo", en alusión a entidades públicas.
Y asegura tener "clarísimo" que es gracias a la ayuda ciudadana como están saliendo del caos, con un agradecimiento especial a los jóvenes. "La gente joven es maravillosa", dice emocionado.
Según un vecino afectado por las inundaciones, Jesús Pérez, residente de la calle San Vicente, hace falta comida, agua, manos para quitar los escombros y maquinaria, aunque reconoce que él cuenta con mucha ayuda.
Esta calle es una vía estrecha y larga, una de las más afectadas, y se generaron taponamientos a causa de los vehículos arrastrados, palés y contenedores flotantes, de ahí la dificultad de acceder a vaciar la calzada.