El analista de XTB tiene claro que el banquero italiano será recordado como un presidente que hizo todo lo posible e incentivó la economía todo lo que sus competencias le permitían y acabó salvando al euro
MADRID. El pasado jueves tuvo lugar la última reunión del Banco Central Europeo (BCE) con Mario Draghi al frente de la institución aunque su partida final será el próximo 31 de octubre. La ceremonia ha servido como despedida para el banquero italiano que durante 8 años ha trazado una hoja de ruta tremendamente marcada por su lucha continuada en dos frentes principales: el mantenimiento de la Eurozona y su foco en frenar la tan temida deflación.
La contienda librada por Draghi para salvar el euro podría considerarse como épica, al igual que justificada por la posición ocupada. La postura del todavía presidente del BCE siempre ha sido clara en lo que a su política de unión se refiera. Draghi deja la institución con el lanzamiento de nuevos estímulos que perduraran hasta al menos 2022, fecha hasta la que no se espera una subida de tipos por parte del BCE.
Christine Lagarde se encuentra con unas directrices ya marcadas y con un camino a seguir. Lo más importante es que los discursos de Draghi se transformen en hechos durante la política que lleve a cargo la francesa Lagarde donde la política fiscal y la unidad de los diferentes integrantes de la UE debería de ser el gran reto de este ente económico. Básicamente se trata de que los gobiernos aúnen fuerzas hacia una misma dirección. El papel de la política fiscal debería de ser mucho más importante que el que actualmente desempeña.
Los objetivos de inflación no se han conseguido y se continuará persiguiendo el tan deseado 2%. Los últimos datos macroeconómicos no alientan al optimismo y las tensiones comerciales no ayudan tampoco. Con lo cual el llamamiento a los gobiernos para que aumenten el gasto y tengan un apoyo fiscal común es algo que deberá continuar con la próxima mandataria.
Mario Draghi deja la institución con un euro intacto, pero con una inflación débil. El reto de Christine Lagarde -además de los problemas económicos- es acercar posturas en un BCE con confrontación de ideas acerca de la política económica a seguir. La última modificación a la baja de tipos de interés, generó alguna oposición dentro de la institución y este será el gran problema sobre el que deberá trabajar la nueva presidenta del Banco Central Europeo.
Draghi será recordado como un presidente que hizo todo lo posible e incentivó la economía todo lo que sus competencias le permitían. El italiano se ha enfrentado en momentos puntuales -pero no por ello preocupantes- como la posible integridad de la UE, que ha conseguido solventar de manera muy eficiente durante su mandato.
Jorge López es analista de XTB