Necesitamos diseñar nuevos productos reparables o actualizables, construidos con materiales realmente pensados para ser reciclados que no generen residuos, ya que sus componentes estarán siempre girando en el mismo ciclo
VALÈNCIA.-Por más que separemos residuos en nuestras casas o en las industrias, lo cierto es que no sabemos reciclar. No sabemos reutilizar, ya que el ritmo de explotación de recursos naturales no deja de crecer. En estos momentos, en el planeta tenemos ya más basura y residuos generados que recursos por explotar. El problema es que todos esos residuos no han sido diseñados para ser reutilizados, y los proyectos consistentes en darles una segunda vida no encajan con los estándares comerciales de nuestra consumista sociedad, por lo que suenan más a cantos hippies por el reciclaje.
La conservación del medio ambiente pasa por repensar el modelo productivo en el que se basan las empresas que nos venden sus productos. Es tarde, y frenar el cambio climático ya no solo es cuestión de usar materiales reciclados o energías limpias y renovables, ya que nuestra irresponsabilidad como demandantes de nuevos productos obliga a una producción lineal que continúa explotando recursos naturales y contaminando en cada fase del proceso hasta que nos llega a casa un nuevo móvil, electrodoméstico o prenda de ropa. Y ahí el diseño tiene mucho que ofrecer.
Hace un par de meses comentaba en estas páginas la vorágine consumista a la que estamos sometidos por la tiranía tecnológica que se da en el diseño actual, en esa obligación por innovar de las empresas para mantenerse competitivas, para crear nuevos productos en plazos demasiado cortos y en cómo eso había fomentado la obsolescencia programada. La solución no pasará por dejar de innovar, sino sencillamente por girar el timón para orientar todos esos procesos de forma mucho más sostenible sin restar productividad a las empresas ni beneficios a los usuarios. Necesitamos un modelo que suponga un ahorro y que a la vez suponga una inversión en innovación para que las empresas no frenen sus ciclos afrontando nuevos procesos.
Una economía circular se basa precisamente en el diseño, en diseñar reduciendo la generación de residuos y de contaminación en los procesos y manteniendo dentro de un mismo ciclo (circular) los materiales y los productos en uso. Este modelo es la oposición a la actual economía lineal que va desde la extracción de materiales para la fabricación hasta la generación de residuos al acabar la vida útil de un producto, un modelo que genera contaminación desde el primer al último punto de su cadena. No hablamos de ecodiseño o de diseñar pensando exclusivamente en reducir el impacto ambiental en el proceso de creación mediante el diseño. No se trata solo de eso o de reciclar, sino de convertirlo en un modelo económico válido y realista, rentable económica y ambientalmente.
* Lea el artículo completo en el número de 62 de la revista Plaza