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historias del diseño valenciano

Eduardo Albors: Hágase la luz

Fundador de Caps i Mans y miembro de La Nave, el diseñador Eduardo Albors nunca ha abandonado la luz como soporte ideal para sus diseños

| 21/12/2021 | 10 min, 29 seg

VALÈNCIA.- Como sucede con tantos diseñadores que inician su trayectoria a caballo de las décadas de los 60 y 70, Eduardo Albors (València, 1949) encontró un panorama poco propicio para un desempeño exitoso de su profesión. Por la ausencia de unos estudios específicos sobre Diseño o por la escasa convicción que mostraban los empresarios e industriales acerca de las bondades que esta disciplina podía aportar a sus líneas de producción. 

El propio Albors lo recuerda: «Mi vocación por el diseño surge por generación espontánea. Aunque empecé a estudiar Empresariales, tenía un interés en la formación artística y por ello compatibilicé estos estudios con los de Artes Aplicadas en la escuela Peris-Torres. Lo cierto es que estudié Empresariales por el negocio familiar. Mi padre tenía una empresa dedicada a las Artes Gráficas, así que supongo que, al fin y al cabo, estaba un poco vinculado al diseño desde bien joven». 

La imposibilidad de proseguir su carrera universitaria empujó a Albors a lanzarse al mercado laboral: «Tras finalizar los estudios, un buen amigo me recomendó la posibilidad de montar un estudio de diseño. Aunque sonaba muy bien no tenía demasiada idea de en qué consistía. Lo único que tenía claro era que me apetecía trabajar el diseño de producto. Fue como lanzarse a una piscina sin saber si había agua. Poca, mucha o la suficiente para no ahogarme». Fue en ese periodo cuando Albors entra en contacto con Jorge Luna, futuro fundador de la agencia de publicidad Troppo. «Por mediación de mi hermano» —recuerda Eduardo Albors— conocí a Jorge Luna, un publicista de Alicante que me ayudó a dar forma al estudio Caps i Mans en 1972». 

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Durante este tiempo Albors barrunta la posibilidad de trasladarse a Barcelona para garantizarse cierta continuidad: «Sabía que había muchas más posibilidades, aunque también más competencia, pero eso no me daba ningún miedo. Por otro lado, en València estaba muy a gusto y con la sensación de que quedaba mucho por hacer. Por entonces ya estaba vivamente interesado en el diseño de producto, y particularmente en la iluminación. Si quería diseñar producto debía pensar en qué objetos se estaban produciendo en aquel momento en el País Valenciano. Contábamos con juguete, cerámica y mobiliario, pero las lámparas me atraían especialmente». 

DANIEL GARCÍA-SALA

Lamsar, el primer cliente

Albors se lanzó a la búsqueda de posibles clientes de la manera más sencilla posible: con una guía telefónica. «Abrí las Páginas Amarillas y empecé a mirar empresas. La mayoría se dedicaba a iluminación clásica, fundición en bronce y parecidos, pero me topé con una compañía dedicada a lámparas extensibles. Se llamaba Lamsar y estaba muy cerca de mi casa, así que me costaba bien poco acercarme».

La visita de Albors coincidió casualmente con el regreso de su propietario, quien había llegado de la Feria de Milán con dos lámparas bajo el brazo, «dispuesto a fusilarlas», apostilla Albors. «Le comenté que pertenecía a un equipo de diseño y podíamos ofrecerle proyectos propios. Aceptó la propuesta, y ya el primer año acudimos a Feria Valencia con una primera línea de diseños que funcionó estupendamente, entre otras cosas porque no había nada parecido». El propio Jorge Luna estuvo trabajando un tiempo en Lamsar como adjunto a la gerencia. 

El encuentro con José Juan Belda

Caps i Mans creció con la incorporación de José Juan Belda y Carlos Albert. También colaboraba con el grupo de María Alcaina, mujer de Jorge Luna. El grupo se disgregó al poco tiempo. Jorge Luna regresó a Alicante para continuar con su trabajo en publicidad mientras que Albert decidió centrarse en su faceta artística. Albors y Belda continuaron adelante, trasladando su lugar de trabajo a un chalé situado en la urbanización de El Vedat con el deseo añadido de independizarse de sus respectivas familias. Belda y Albors compaginaban los proyectos —interiorismo, stands...— aunque Albors estaba especializado en iluminación y Belda en mobiliario, ya que provenía de una compañía clásica en el sector, como Mocholí.

Con los Lavernia

Otro publicista, Enrique Quiles, promueve en València, a caballo de los 70 y 80, una serie de reuniones que aglutinan a los protagonistas de un incipiente mundillo del diseño: Nacho y Luis Lavernia (estudio Tres y Dos), Luis Adelantado, Lola Castelló, Vicent Martínez, Dani Nebot, Pepe Gimeno, JJ Belda… Unos encuentros que coincidieron con el adiós momentáneo de Belda. «Un tiempo después José Juan marchó a Madrid por temas de trabajo, pero yo quería mantener el concepto de grupo, así que hablé con Nacho y Luis Lavernia para que se integraran en el estudio». Más tarde, Belda aceptó regresar para formar parte de un nuevo Caps i Mans que se acomodó en el estudio de los Lavernia en la calle Cirilo Amorós. En aquella nueva etapa también figuraba María Alcaina, además del diseñador Xavier Bordils, que participó brevemente.

Un valenciano en Sao Paulo

Con un plan pergeñado para viajar y permanecer un tiempo en las Islas Fiji, una llamada de teléfono truncó la escapada. Se trataba de Adolfo Ronda, un valenciano instalado en Sao Paulo, al frente de la compañía Ronda, que distribuía algunos diseños de Lamsar en Brasil. Adolfo Ronda había conocido previamente a Albors durante la feria de Hannover. «En aquel momento, mi colaboración con Lamsar había descendido notablemente así que decidí marchar a Sao Paulo y escuchar las ideas de Ronda». El empresario deseaba que Albors creara nuevas líneas de producto, pero el diseñador le trasladó una propuesta más completa y ambiciosa: crear una nueva marca con nuevos productos, catálogos y tiendas. Albors firmó un contrato por cinco años para asegurarse una continuidad que permitiera gestionar adecuadamente el proyecto. 

En la confección de esta propuesta, para Albors fue clave su experiencia previa con Lamsar: conocía el funcionamiento de una empresa desde dentro. La apuesta por Ronda funcionó bien, aunque con excepciones, debido a los altibajos del mercado brasileño y a la propia idiosincrasia de Ronda. Albors debía estar al pie del cañón para que todo rodara adecuadamente. 

DANIEL GARCÍA-SALA

Jugando con juguetes

Albors ha mantenido siempre un espíritu inquieto y ha tocado palos como la pintura, la fotografía e incluso la música electrónica. «Tanto la pintura como la música exigen una dedicación total. Yo no quería abandonar por completo el diseño y centrar todos mis esfuerzos en esos campos, así que nunca dejé de lado el diseño de producto». Un ejemplo de este interés es su contacto en Sao Paulo con un grupo de grafiteros brasileños, que utilizaban medios similares a los que Albors empleaba en pintura, como el uso del spray. Este colectivo apostaba por la inclusión de mensajes reflexivos y de corte social en sus trabajos callejeros.

Mientras trabaja para Ronda, Albors retoma su trabajo para la industria juguetera (previamente había ganado el Aro de Oro de la Feria del Juguete) gracias a proyectos para Feber, la firma fundada por el alicantino José Rodríguez Zurita, y Famosa. Para esta última realizó el proyecto Spay, en el que colaboraron otros destacados diseñadores como Paco Bascuñán, Marisa Gallén y Sandra Figuerola. El motivo era que Albors había pasado en 1985 a formar parte del colectivo La Nave.

A partir de Spay, Albors traslada a Famosa la posibilidad de investigar sobre conceptos relacionados con el mundo del juguete. «Un ejemplo es Robotics, una idea muy buena pero que venía aparejada con una necesidad de inversión grande. Famosa no se arriesgó y prefirió mantener su apuesta por juguetes clásicos como Pin y Pon. Ellos querían seguir enfocando su producto hacia los abuelos y abuelas, que al fin y al cabo eran quienes compraban los juguetes». Tras la negativa de Famosa a prestar atención a la investigación de producto, Albors abandonó el mundo del juguete.

De la Expo 92 al aula

A comienzos de los noventa, Albors trabaja con la compañía Zass en el diseño de la lámpara Ícaro, que formó parte del programa de amueblamiento —proyecto DOM, coordinado por Carlos Tíscar— del pabellón de la Comunitat Valenciana en la Expo 92, un edificio modular propuesto por el arquitecto Emilio Giménez y que contó con un proyecto global de interiorismo desarrollado por Vicente Navarro. En esos años Albors comienza a involucrarse en el mundo de la docencia a través de Manolo Bañó y Juan Montesa, responsables del lanzamiento de los estudios de diseño en UCH-CEU. Albors también dio clases posteriormente en la Universitat Politécnica de València.

Durante la década de los 90 y comienzos del 2000 Albors no abandona el diseño de luminarias, trabajando para compañías como Almerich, Antares o DeO, una apuesta desarrollada por el Grupo Robles, para la que Albors realiza una nueva propuesta global en torno a la iluminación técnica. 

Albors trabaja también con Manufacturas Celda para quien efectúa una labor de asesoría, supervisando y coordinando el área de diseño de la compañía. El trabajo con Celda pone en contacto a Albors con un proveedor de la empresa, quien inquiere al diseñador acerca de las posibilidades de unir la cerámica a la iluminación. De esta pregunta surge Zeramic. «Yo no tenía experiencia con este material, pero advertí que tenía un costo muy bajo y enormes posibilidades en cuanto a forma o acabados. La inversión era escasa en relación con trabajar con un producto que necesitara de moldes realizados en plástico, por ejemplo». 

Al tiempo que desarrollaba la propuesta para Zeramic, Albors trabajó en proyectos similares para empresas como Zul, nueva marca nacida de Creval, compañía de iluminación clásica. La propuesta desarrollada por Albors difería para cada empresa según factores como el material empleado o la red comercial. Albors adaptaba la propuesta según la idiosincrasia y necesidades de cada compañía. Otra máxima que Albors seguía al pie de la letra era la de no trabajar para empresas que podían ser competencia entre ellas.

De Italia a China 

Más recientemente, Eduardo Albors ha desarrollado proyectos para empresas nacionales (Velux, Vizcaya) e internacionales como Firma di Vetro, perteneciente a un amplio holding industrial, e incluso la propia Ronda, mediante una nueva fase de colaboración para el relanzamiento de la marca. Albors también visitó China repetidas veces desde el año 2011: «El gobierno lanzó un plan quinquenal para cambiar la imagen del made in China: pasar de la copia burda a desarrollar producto propio. Incentivó a las empresas para salir a buscar profesionales internacionales. Fue una gran oportunidad». Con el propósito de desarrollar proyectos para el mercado chino, Albors fundó la firma DXW (Design for the World) acompañado de otros diseñadores como Rafa Ortega, Conca y Marzal o Marcelo Alegre

Incansable, Albors, en las próximas semanas, tiene previsto regresar a Brasil para mantener una nueva reunión con Adolfo Ronda, el valenciano que se instaló en Sao Paulo y nunca ha regresado. «Adolfo tiene 78 años, pero no para quieto. Creo que conectamos tan bien porque en ese aspecto somos parecidos. Me ha pedido que viaje a Sao Paulo para aconsejarle en una nueva aventura empresarial. Hace años que me jubilé oficialmente pero no he podido dejar el diseño ni creo que el diseño me abandone nunca».

* Este artículo se publicó originalmente en el número 86 (diciembre 2021) de la revista Plaza

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