VALÈNCIA. A pesar del elevado desempleo en España, el 75% de las empresas tiene dificultades para encontrar candidatos con los perfiles adecuados, según se desprende del informe que se ha presentado hoy en la sede del IESE en Madrid “Retos empresariales y competencias profesionales necesarias después de la COVID-19: el impacto sobre el empleo juvenil,de la investigadoras del IESE María Luisa Blázquez, la asistente de investigación Carmen Balmaseda y el profesor del IESE Jordi Canals.
El 76% de las empresas considera que hay un desajuste relevante entre las competencias que necesitan las empresas y la formación que ofrece la universidad y un 79% de las empresas considera que este desajuste también se produce en la formación profesional.
La crisis de la COVID-19 ha incidido de manera directa en ciertas macrotendencias —la automatización y la digitalización—, y han contribuido a su aceleración. En particular, la pandemia ha provocado un aumento muy significativo del teletrabajo. Como consecuencia de estas tendencias, las competencias profesionales (conocimientos, capacidades y actitudes) requeridas por las empresas se encuentran en un momento de cambio profundo, lo que supone un reto importante para estas, el sistema educativo y para los propios trabajadores.
El informe, que presenta los resultados de una encuesta exhaustiva realizada a directores de personas o talento de 83 empresas grandes y medianas, españolas y multinacionales, que operan en España, también hace referencia al teletrabajo, que supondrá cerca del 40% de las horas de trabajo en 2025. Por ello, los directivos necesitarán más conocimientos del ámbito comercial y marketing digital (según el 59% de las empresas encuestadas), y mayor capacidad de reacción (72%) y visión de conjunto (66%). El resto de los empleados necesitarán más conocimientos de big data (43%) y una actitud de compromiso (77%), autonomía (59%) y resiliencia (57%).
El estudio pone de relieve que un 65,9% de la plantilla de las empresas participantes ha trabajado en remoto durante la pandemia. De cara al 2025, las empresas participantes esperan que el teletrabajo suponga un 37,9% de las horas de trabajo y eso provocará cambios en los perfiles profesionales requeridos, según el 47% de los encuestados.
Las nuevas necesidades de las empresas derivadas de la tecnología, los nuevos enfoques del consumidor o las cuestiones medioambientales empujan a las empresas a encontrar nuevas competencias profesionales entre los jóvenes. La falta de adecuación entre las competencias buscadas y las competencias reales que tienen los jóvenes al terminar un grado o un ciclo de formación provoca una brecha de competencias y las empresas encuentran mayores dificultades para cubrir los puestos de trabajo. Así lo asegura un 75% de las empresas encuestadas.
La brecha de competencias ―las que necesitan las empresas en relación a las que encuentran en los jóvenes graduados― se refleja en el nivel de conocimientos, capacidades y actitudes. La principal sigue registrándose en el área tecnológica. Un 94% de las empresas encuestadas considera que existe un desajuste relevante entre lo que buscan y lo que encuentran en los graduados en las áreas de Inteligencia artificial, Big data (85%) o Marketing digital (82%).
Por su parte, las capacidades son cada vez más importantes para las empresas y se detectan desajustes significativos en relación con la capacidad de liderazgo (mencionado por un 90% de las empresas), negociación (89%) o innovación/creatividad (86%). De la misma manera, también se aprecian una deficiencia en actitudes como el compromiso (88% de las empresas) o la visión de conjunto (87%).
El 76% de las empresas participantes considera que existe un desajuste relevante entre lo que necesitan y la preparación que ofrece el sistema educativo universitario. El 79% opina que esto también se produce en el ámbito de la Formación Profesional (FP). En este sentido, hay que seguir invirtiendo en la formación con el fin de evitar una brecha mayor en el futuro.
El informe pone de manifiesto que las empresas siguen mostrando una clara preferencia por los graduados universitarios frente a los de FP. Ello se hace más patente en las áreas de Personas (un 95,1% de las empresas encuestadas contrata perfiles universitarios), Finanzas (92,7%) o Comercial y Marketing (86,6%). Tan solo en las áreas de Producción, Operaciones y Logística, las empresas encuestadas prefieren perfiles de FP (46,9% frente a un 35,8% de universitarios). La calidad e impacto de los ciclos de formación profesional deben seguir mejorando para que sus graduados tengan mayores posibilidades de encontrar salidas profesionales adecuadas.
Las empresas consideran que la responsabilidad de cerrar la brecha de competencias debe ser compartida entre centros educativos, empresas, Gobierno y familias. Los centros educativos son los principales responsables del desarrollo de conocimientos (4,73 sobre 5), pero también de capacidades (4,41). Al respecto, las empresas consideran que los centros educativos deben aplicar, además, enfoques más prácticos para favorecer el desarrollo de las capacidades necesarias. Por su parte, las familias desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de las actitudes necesarias para la vida profesional: las empresas les otorgan una importancia de 4,93 sobre 5 al rol que estas ejercen en el desarrollo de actitudes en los jóvenes.
Las empresas también se atribuyen un papel muy relevante en el desarrollo de las competencias profesionales necesarias entre los jóvenes y piden una mayor participación en su definición competencias y su inclusión en los planes de estudio. En la actualidad, la opinión de las empresas en este campo tiene poco impacto en la definición de los planes de estudios. La formación continuada es un mecanismo utilizado por el 98% de las empresas encuestadas para tratar de reducir la brecha de competencias. En el 2021, el 82% de los empleados de las empresas encuestadas recibió formación, en su mayoría en formato online.
Los Gobiernos, por su parte, deberían facilitar la involucración de las empresas en el futuro de la educación, así como flexibilizar el contenido y la adaptación de los cursos y módulos a las necesidades de empresas. Este tipo de actuaciones se considera más efectiva que algunos cambios legislativos globales. Otras actuaciones relevantes, a nivel general, son seguir promoviendo la FP dual y las prácticas en las empresas, así como las políticas activas de empleo que faciliten el encaje de los jóvenes. La formación permanente de los jóvenes para facilitar su preparación es una práctica necesaria y de máximo impacto social.