'DEBATE A DOS'

El arte de las fallas en entredicho

Si las fallas son arte popular, artesanía o aberración, es un controvertido tema presente constantemente en las sobremesas de estos días, preguntamos a dos ilustres mujeres para aclararnos

8/03/2016 - 

VALENCIA. Mucho se ha debatido hasta ahora sobre si las fallas son arte o no, si se quedan en pura artesanía (nada de malo tendría) o si trascienden como peculiar obra que tiene, literalmente, sus días contados. No es baladí que al creador de una falla se le llame "artista fallero" pero eso, a los profanos, nos confunde. Aquellos que habitamos en pleno centro de Valencia e intentamos huir de -casi- un mes de jolgorio que paraliza nuestras calles y ensordece a nuestras más asustadizas y queridas mascotas a base de traca, nos cuesta entender hasta qué punto la fiesta en cuestión tiene algo de artístico. Pero no hay que cerrarse en banda, ha pasado un año del caloret faller, han cambiado muchas cosas, pequeñas, poco a poco, peatonalizando aquí, visibilizando allá, y el caso es que una nueva perspectiva merece plantearse, reabrir el debate y profundizar en la reflexión en torno a nuestro ineludible folclore.

Hoy 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, preguntamos a dos de las mujeres más activas de nuestro tejido cultural valenciano, la diseñadora Marisa Gallén y la arquitecta Mercedes Navarro, sobre la cuestión fallera que nos trae de cabeza. Dos generaciones diferentes aunque nada distantes, dos puntos de vista contrapuestos pero complementarios, se encuentran en Espai Rambleta y casi de forma espontánea surge el diálogo que relaciona sus profesiones con la manera que tienen de ver estas fiestas regionales.

Marisa Gallén estudió Bellas Artes en la Facultad de Bellas Artes San Carlos de Valencia e inició su carrera profesional en 1984 en el estudio La Nave como socia fundadora hasta su disolución en 1990. Después trabajó en el estudio Ni hasta 1997, Figuerola+Gallén hasta 2008 y fundó su propio estudio Marisa Gallén hasta 2013, año en que funda Gallén+Ibáñez junto a la también diseñadora Carmina Ibáñez. Juntas, fueron las elegidas para diseñar la imagen del célebre cartel del 9 d'Octubre el pasado 2015, superponiendo tres tipografías con los colores de la bandera valenciana para subrayar la longevidad de la celebración festiva.

Saben bien que la publicidad y el diseño dominan los escenarios públicos, para bien o para mal y son muy críticas respecto a la devaluación del paisaje urbano. "Sueño con la idea de que los diseñadores seamos capaces de masificar lo estético. A diferencia del arte, nuestra disciplina está muy próxima al espectador, todos los días se relaciona con ella a través de la prensa, de internet, de los productos que consume, deambulando por las calles llenas de rótulos comerciales, de publicidad, etcétera, el diseño gráfico es omnipresente y si todo estuviese bien diseñado esa presencia podría ser un regalo para la mirada además de cumplir con su función primordial que es facilitar la comprensión de los mensajes. Pienso que es necesario tomar conciencia de esto ya que desde nuestra profesión debemos contribuir a crear un entorno que en lugar de agredirnos visualmente nos enriquezca porque aporta valor cultural", explica Gallén.

El interés de Marisa Gallén por la profesión se extiende a otros ámbitos implicándose en iniciativas para la promoción del diseño. Ha sido Presidenta de la Asociación de diseñadores de la Comunitat Valenciana (ADCV) y Secretaria de la Federación Española de Asociaciones de Diseño (FESAD). Ha ejercido la docencia y en la actualidad imparte conferencias en escuelas de diseño nacionales y extranjeras. Tiene muchas ideas sobre cómo mejorar el tránsito por la ciudad a través de un proceso de regeneración de la señalética y otros factores que influyen en nuestra percepción de los lugares por los que transcurrimos a diario sin darnos cuenta y en consecuencia en el estado de ánimo que nos produce recorrerlos o la fluidez o falta de fluidez con que lo hacemos. Así, con esa especie de guía de estilo que sabemos que ronda por su cabeza pero que todavía no ha publicado, le pedimos que arroje un poco de luz sobre las fallas, en cuanto a artefacto escultórico y todo lo que conllevan (señales y vallas amontonadas en las vías, carteles y libretos de dudosa calidad a nivel diseño, carpas etcétera).

Son nada menos que cuatro los carteles protagonistas de las Fallas 2016 y su diseñador es Ibán Ramón, quien para crearlos ha tenido en cuenta como contexto principal la posible inclusión este año de las fallas en el catálogo de patrimonio inmaterial de la humanidad de la UNESCO. Esta fiesta es candidata a tal trascendente consideración porque en ella se producen obras consideradas artísticas que son efímeras y su imagen gráfica puede ayudar a entender su magnitud e interés."La campaña de Ibán Ramón para las fallas de este año, su cartelería, tiene un concepto interesante e innovador, aplaudo la iniciativa. En general no tenemos históricamente una buena cartelería de fallas, ha habido algunos interesantes pero en la historia reciente no tengo en mi memoria uno que destaque", declara Gallén.

Tratando de dirigirnos hacia una Valencia más amable, las carpas parece que se han reducido y que sus ubicaciones no responden tanto a intereses caprichosos como a enclaves con sentido y posibilidades de evacuación en caso de emergencia. Sospechamos que tras estos avances en materia de convivencia local está la escucha de cientos de quejas de vecinos que durante décadas sufrieron condicionamientos en su día a día, a la hora de ir a trabajar, de aparcar, de hacer vida, por una falta de sensibilidad desde el Ayuntamiento en su anterior gobierno. Agentes culturales de diversa procedencia alzaron la voz para denunciar la contaminación lumínica, por ejemplo, y el momento de indignación máxima hacia la política valenciana el año pasado inspiró al artista David Moreno y al arquitecto Miguel Arraiz a plantear la propuesta "Ekklesía" para la falla Nou Campanar en Sección Especial, aprovechando la tirada mediática para reivindicar la crítica que en origen tenían los monumentos falleros y que parecía estar ablandándose. Son también los responsables de estar conectando a las Fallas con el mayor festival de arte del mundo por audiencia, el Burning Man. 

"Me alegro de que haya gente que introduce nuevos modos de ver esta fiesta e interpretarla, porque hay mucho artesano que no se plantea nada más allá de repetir cada año aquello que sabe hacer. Veo enriquecedor que de otras disiciplinas acudan al mundo de las fallas y les aporten. Personalmente me siento poco implicada, es más, suelo huir de Valencia en estas fechas porque me cuesta soportar las aglomeraciones de gente, el ruido, los petardos... y lo peor: esas humaredas negras, el hecho de que las fallas estén fabricadas con poliestireno como materia prima, contamina una barbaridad. En definitiva, mi relación con las fallas no es positiva", añade la diseñadora.

 "Existe un movimiento hacia reivindicar el origen de la fiesta a través del uso de materiales más respetuosos con el medio ambiente como son el cartón y la madera, usados en los comienzos de estas fiestas para elaborar las primeras fallas", cuenta Mercedes Navarro con optimismo. Ella, más conocida como Merxe Navarro -así, con X-, es arquitecta de formación por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia pero además una comunicadora nata a la que muchos conocemos por su intensa actividad en redes como Twitter, donde bajo el hashtag#brutalmentvalencià transmite otras formas de ejercer la arquitectura y de visitar espacios olvidados, inutilizados o que desconocemos. Harta de que la percepción generalizada sobre la arquitectura contemporánea ejecutada en la Comunitat Valenciana quede limitada a un único arquitecto, pretende mostrar que somos mucho más que Calatrava. La hemos escuchado en conferencias, mesas redondas y charlas, siempre comprometida con la ciudad.

Bajo una premisa de sostenibilidad y sentido crítico, hace unos meses participaba en el evento Ignite Valencia #10 hablándonos precisamente de las denominadas Fallas I+E y, con un lenguaje innovador, las identificaba como arquitecturas efímeras que van empleando materiales de combustión más ecológica que los de antaño. "Me han invitado a colaborar con editores en el diseño de algunos libretos de falla este año, que normalmente no están demasiado cuidados y hemos intentado darles una vuelta, aportar. Los arquitectos podemos refrescar, ampliar miras, pero trabajamos en equipo cuando nos relacionamos con el mundo de las fallas, claro, yo como arquitecta puedo aportar técnicas constructivas en las que quizás no se ha pensado desde la falla pero el peso recae sobre el que tiene una profesión, el artista fallero. Lo que pasa es que la transversalidad enriquece a todos", apunta Navarro.

El respeto hacia el esfuerzo que se realiza trabajando todo el año para una ocasión especial como son las fallas y por la labor del artista fallero es generalizado, más allá de si es una pena que se quemen las esculturas, de si se emplean presupuestos elevadísimos en algo que va a desaparecer, que es efímero y se disfruta apenas unos días, nadie duda, desde la academia a pie de calle, de la importancia que todo esto tiene para los valencianos y que nuestra ciudad es conocida fuera por esta tradición más que nada. Si hay historiadores del arte que analizan los vínculos entre diseño, artesanía y arte, que ahora ponen quizás un acento sobre lo que pasa en las fallas, a partir de que tanto arquitectos como diseñadores y artistas también están haciendo aportaciones a las fallas, será por algo. “Los cartelistas franceses de las décadas 20-30 del siglo XX difundieron eficazmente muchas de las propuestas del arte moderno y las difundieron en las calles, fuera de las galerías y de los museos. De este modo el diseño se convirtió en un arte próximo al espectador, democrático. Así es como me gustaría ver actualmente nuestras calles, como un espectáculo de calidad visual, tanto en su cotidianidad como en fallas", concluye Gallén, dejando en el aire la posibilidad de considerar nuestras calles en estas fechas como un museo al aire libre, repleto de esculturas e instalaciones de las que despedirse en breve.

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