VALÈNCIA. El pasado jueves se reunieron las tres fuerzas -PSPV, Compromís y Podemos- que firmaron en junio de 2015 el Pacto del Botánico, un acuerdo dividido en varios ejes políticos para la gestión del incipiente Consell que presidiría el socialista Ximo Puig, líder del partido más votado en el frente de izquierdas.
En aquella alianza, la formación morada que lidera Pablo Iglesias desestimó entrar a formar parte del Gobierno valenciano. Una decisión difícil que en aquel momento tenía un componente estratégico notable: Podemos se enfrentaría poco después a unas elecciones generales y consideró mejor mantenerse impoluto -en la gestión y en las aproximaciones a otras fuerzas políticas- para obtener un mejor rendimiento en las urnas.
Casi tres años y medio después, todavía se discute en el seno de esta formación si fue la decisión adecuada. Los resultados logrados en las dos elecciones generales celebradas a posteriori fueron buenos pero no alcanzaron su objetivo de superar al PSOE. En cuanto a la Comunitat Valenciana, Podemos ha sufrido las dificultades de mantener la visibilidad gozando tan solo de la capacidad de reivindicarse con sus votos en Les Corts, unos escaños en ocasiones menos decisivos de lo esperado debido a los acuerdos puntuales que se han producido con Ciudadanos o con los diputados no adscritos que salieron del partido naranja.
Este escenario, si las mayorías se repiten, no volverá a producirse. En esta ocasión, y aunque estará pendiente de las correspondientes consultas internas, los dirigentes de Podemos se muestran partidarios de formar parte del futuro Ejecutivo y tomar el protagonismo necesario para poner en marcha las políticas que consideran obligadas.
Prueba de ello, para algunos, se sitúa el hecho de que desde la formación morada se viene planteando una actitud reivindicativa pero dialogante de cara a la aprobación de los últimos presupuestos de la legislatura. Es más, desde las otras fuerzas del Botánico consideran que Podemos tiene la intención de reforzar especialmente la inversión en determinadas partidas que, posteriormente,querrán ocupar en un hipotético reparto de gobierno.
Precisamente ese reparto apunta a resultar más complicado de lo que podría parecer. En 2015, PSPV y Compromís mantuvieron una negociación que concluyó en una división igualitaria en el número de consellerias: cinco para cada partido con el voto de calidad del presidente del Gobierno, Ximo Puig. Es decir, y aunque nunca se ha tenido que llegar a esa situación -al menos que se conozca-, los socialistas gozan de mayoría en el Pleno del Consell en caso de tener que sacar adelante alguna iniciativa en la que sus socios no estén de acuerdo.
Ahora bien, una hipotética entrada de Podemos -que posiblemente concurrirá a los comicios con Esquerra Unida- en el Gobierno valenciano, podría abocar a un rediseño completo del Ejecutivo. Como siempre, todo dependerá de la aritmética resultante de las elecciones, pero desde el PSPV no están dispuestos, si los resultados se repitieran, a quedarse en minoría en el Consell.
Conviene recordar que en 2015 los socialistas lograron 23 diputados por los 19 de Compromís y los 13 de Podemos. Al no concursar estos últimos en el diseño del Gobierno, el reparto de carteras fue de cinco y cinco. Ahora, los dirigentes más veteranos del PSPV apuestan porque fuera el partido de Mónica Oltra quien cediera parte de su espacio a Podemos en caso de que los resultados fueran similares. Una tesis que defienden con especial firmeza si se produce un aumento de la diferencia entre PSPV y Compromís.
En el caso de que la aritmética fuera similar a la actual, otras reflexiones se dirigen a que el PSPV mantuviera la mayoría en el Consell a través de un incremento del número de consellerias que se aprovecharía para realizar un rediseño de competencias. En la actualidad, existen una decena de carteras -el popular Francisco Camps llegó a tener 14, más la Presidencia y con tres vicepresidencias incluidas- por lo que un aumento de dos departamentos podría considerarse asumible, según consideran algunas fuentes socialistas.
De esta manera, por poner un ejemplo, si los socialistas han permanecido en cabeza como ocurrió en 2015, podrían dirigir media docena de departamentos por cuatro de Compromís y dos de Podemos. Un reparto supuesto que, en cualquier caso, dependerá del resultado en las urnas y que incluso podría darse a la inversa si el partido de Mónica Oltra supera a los socialistas.
Por otro lado, todavía no se descarta en las fuerzas gobernantes que pudiera ostentarse la capacidad de sumar la mayoría absoluta de 50 escaños entre PSPV y Compromís.
Así, el empujón del PSOE tras acceder en La Moncloa viene arrojando para los socialistas un ascenso en las encuestas que podría trasladarse al territorio valenciano. Según ha podido saber este diario, el PSPV manejó antes de verano una encuesta en la que se encontraba disputando el primer puesto con el PP y con Compromís a cierta distancia.
No obstante, este estudio tampoco revelaba que entre las dos fuerzas de izquierdas fuera suficiente para sumar los 50 escaños requeridos por lo que seguía siendo necesario el apoyo de Podemos. De la misma manera, tampoco este sondeo arrojaba que PSPV y Ciudadanos pudieran alcanzar ese mínimo, por lo que el Botànic estaría condenado a repetirse.