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el cudolet / OPINIÓN

El caloret puso en cuarentena los conciertos en la Alameda

4/03/2023 - 

En mi niñez siendo militante activo de una comisión fallera del alto Ensanche, Isabel la Católica-Cirilo-Amorós-Hernán Cortés, no solía acudir al acto que daba la bienvenida a Las Fallas. Eran otras fiestas a las de ahora. Las vivía intensamente pero sólo del quince al diecinueve, y no volvía a ver a mis infantiles de desmarcación hasta prácticamente el año siguiente. Cruzar la Gran Vía Marqués del Turia era una auténtica odisea.

La mayoría de mis compañeros estudiaban en Dominicos. Yo en Maristas. Ellos jugaban a futbito. Yo al fútbol once. Ni la educación era concertada. Como mucho nos podíamos ver algún mediodía en los recreativos. En aquel cruce de Isabel con Cirilo, con un Mercado de Colón en horas bajas, hice mis primeros pinitos con la música. OMD, Europe, The Cult, Ramones, The Waterboys, Pet Shop Boys…grupos cartel de las pocas verbenas que tímidamente mi comisión organizaba. Más tarde compaginadas por aquellos brutales y principales conciertos de Fallas que dominaban toda La Alameda. Posteriormente fulminadas por higiene electoral tras el cambio de gobierno municipal. 

La juventud de la ciudad se organizaba a través de tribus urbanas, parapetadas en los billares de cada barrio. Los Alfa y Gama, en Cánovas del Castillo fueron el centro neurálgico de todas las bandas juveniles. Noches de Fallas, que la policía, en sus lecheras, intentaba frenar el libre albedrío del disparo indiscriminado de cohetes. 

Otra cosa fueron las mascletás, que sí las visitaba por una cuestión morbosa para ver en acción a los imberbes y jóvenes estudiantes de los institutos Castellanos y Luis Vives, con el fin de enfrentarse previo al disparo delante de un local de hamburguesas. Creo que un ataque con huevos a un coche oficial, con Vicente González Lizondo de ocupante fue un punto de inflexión sobre aquella tradición, pero no me hagan caso. 

Puse fin a mí celibato fallero un año antes de cumplir la mayoría de edad. Mi abuela me dio de baja. Se terminaron las Fallas per dins. Mestalla, principal destino, ocupó todo mi tiempo de ocio haciéndome un profesional de la grada. 

Han pasado demasiados inviernos desde entonces, transformaciones sociales y la fiesta ha evolucionado. La música forma parte del universo fallero. La música marca el ritmo del día y de la noche. La música embellece el ruido ensordecedor de los petardos y el bullicio. La música volverá al lugar donde nunca debió marchar el afrancesado Paseo de la Alameda. Aquellos conciertos patrocinados por las emisoras de radio nunca debieron eixir de aquel recinto. 

Este 23 vuelven en otro formato, retornan. Ya lo dijó MacArthur, me voy, pero volveré. Pues eso volverán los conciertos, lo que yo no sé es si volveré, y desde aquí felicitar al grupo musical Seguridad Social que ayer celebraron cuarenta años ¡larga vida!

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