VALÈNCIA. En esta Comunidad, le pese a quien le pese, el cambio se llama Botànic, se llama Compromís, PSPV y Podemos, y se produjo en una noche electoral histórica en la que pusimos fin a 24 largos años de alcaldía del PP en el Cap i Casal y 20 años de gobierno corrupto del PP en la Generalitat.
Esa noche dejamos atrás una etapa de mala gestión, despilfarro, opacidad y corrupción que espero nunca vuelva. Para ello no esta de más recordar que la candidata actual del PP a la presidencia de la Generalitat formaba parte de aquellos gobiernos de la vergüenza y ya llevamos pagados 135 millones de euros en indemnizaciones y sentencias por su mala gestión. Sin olvidar que la recién elegida candidata a la alcaldía de Valencia, fue la responsable de todos los recortes que padecimos en educación. De su puño y letra venían firmados los recortes en transporte escolar, en becas de comedor, en profesorado, y su permanente obsesión por favorecer a la enseñanza privada concertada en detrimento de la pública, regalando incluso liberados a su patronal sin ningún sustento legal.
Pero todo ello quedó atrás, les colocamos en la oposición, y durante esta legislatura han carecido de cualquier argumento sólido contra la gestión del Botànic. Tanto el PP como Cs han carecido de relato alternativo alguno que no sea el basado en el odio hacia nuestros vecinos del norte, hasta caer en el ridículo.
Mientras tanto el Govern de la Nau como el Botànic han dedicado esta legislatura a construir el cambio. Rescatar personas con políticas sociales tangibles y una ley de servicios sociales que las garantiza; mejorar la educación pública construyendo colegios, reduciendo la ratio de alumnos por aula, impulsando el aprendizaje de inglés, incrementando número y cuantía de las becas de comedor.
Se han impulsado los planes de empleo Avalem que nos sitúan entre las Comunidades en las que más crece el empleo, y gracias a la política industrial del Botànic se está recuperando la economía valenciana, mediante el apoyo a las pymes industriales y a las Áreas Industriales, con un incremento presupuestario del 42%.
La ciudad de València es otra. Se ha duplicado la inversión en los barrios, se ha incrementado en un 50% las ayudas de emergencia social, sin cortes de luz y gas, se ha mejorado la limpieza de las calles, se ha multiplicado la actividad cultural gratuita haciéndola llegar a los barrios, y se ha impulsado un modelo de movilidad sostenible, que hoy puede no gustar a todo el mundo pero que a largo plazo supondrá una ciudad más habitable y saludable.
Y todo ello acompañado de una reducción de la deuda a la mitad y pago a proveedores en tiempo récord, con planes de empleo de los que se han beneficiado 1.400 personas, e incremento de las zonas verdes que tanto necesitaba esta ciudad (Malilla, el Parc Central, … y en breve Nazaret).
Valencia respira con otro aire, más limpio en todos los sentidos, con un ayuntamiento abierto a la ciudadanía y un balcón en el que cualquiera puede asomarse. Y un Alcalde accesible con el que ya han hablado más de 12.000 personas a través de "Parla amb Joan Ribó".
La ciudad ya no tiene un dueño, es de todas y todos. Al igual que se celebran las fiestas religiosas con sus procesiones, o las cabalgatas de los Reyes Magos más espectaculares que haya visto esta ciudad jamás, se abre la puerta del ayuntamiento a la cabalgata de las Magas de Enero: Igualdad, Fraternidad-sororidad y Libertad.
Ambos gobiernos representan el cambio, que no para y que ha dejado atrás los años oscuros de una derecha incapaz e intolerante, que fue menguando las políticas sociales, privatizando la sanidad pública por pedazos, creando copagos y repagos, limitando el acceso a los servicios públicos, castigando a los más humildes mientras robaba a manos llenas e imponiendo una visión sesgada de la sociedad, que dejaba fuera a buena parte de la población valenciana que no comulgaba con ella.
La Igualdad, con el Pacto contra la Violencia de Género más avanzado del Estado y la recuperación de derechos; la Fraternidad-sororidad con las políticas sociales y de integración y ayuda a las personas refugiadas; y la Libertad, como valor humano de respeto por las decisiones y pensamientos de cada uno, sin condicionarlas o vetarlas arbitrariamente. Son los valores que ensalzan las Magas de Enero, conmemorando cuando Valencia fue capital de la España republicana, que luchaba por la democracia frente al alzamiento fascista que trajo cuarenta años de oscura y sangrienta dictadura.
Valencia quiso celebrar entonces la Fiesta de la Infancia, y recordarles a las niñas y niños de la guerra los valores que han de inspirar nuestras acciones en relación a los demás, los valores de la República y hoy se conmemora aquella fiesta reivindicando los mismos valores, propios de cualquier democracia que se precie.
Esta Valencia de hoy es más bella porque cabemos todas y todos, porque se respetan las distintas creencias e ideologías, porque se invierte en políticas para la mayoría de la gente y se hace arriesgando con visión de futuro a largo plazo.
Atrás han quedado los gobiernos sectarios, que se preocupaban de su red clientelar y protegían a los poderosos, que desmantelaban las políticas sociales multiplicando la pobreza y se olvidaban de reclamar a los gobiernos del Estado nada, por mantenerse en sus puestos dentro del partido. Y ahora algunos pretenden que las gentes den por buenos aquellos nefastos gobiernos y deforman completamente la historia manipulándola a su gusto y conveniencia. Pero chocan continuamente con la tozudez de los hechos que cantan la verdad.
Y la verdad es que gracias al cambio iniciado hace casi cuatro años la Libertad, la Fraternidad-sororidad y la Igualdad son valores más tangibles y señas de identidad de nuestros gobiernos. Por ello, no se preocupen, porque el cambio no para.
Isaura navarro es diputada de Compromís en Les Corts Valencianes