El Centre del Carme repasa los infinitos puntos de fuga de Fuencisla Francés

VALÈNCIA. Hace unas décadas, medio siglo o así, Fuencisla Francés pasaba las horas en algunas de las capillas de lo que es actualmente la sala Ferreras-Goerlich. Eran las aulas de la antigua facultad de Bellas Artes. Allí empezó todo su arte, y desde ahí mismo parte la gran retrospectiva que le dedica, desde hoy y hasta el 1 de marzo de 2020, el Centre del Carme. Una exposición titulada Fuencisla Francés. Punto de fuga.

La muestra, comisariada por Pilar Tébar, recorre los cincuenta años de la artista nacida en Segovia, desde sus dibujos más académicos hasta su ruptura total con el marco y la figuración. A sus 65 años, Francés no ha dejado de producir, y la exposición cuenta con obras inéditas. 

El trabajo de Fuencisla Francés no parte de un discurso ideológico sino que tiene pretensiones sensitivas. Cada uno de sus trabajos parten de algo que ha vivido o ha sentido, y quiere trasladarlo al público. Así pues, cada una de las salas resulta una puerta que se abre a un mundo extraño. El viaje se empieza desde el fondo a la derecha, en una sala concebida como un taller en honor a los años de la academia. En ella ha reunido trabajos durante su etapa de estudio y fotografías del Centro del Carme en su vida anterior, al igual que un homenaje a los modelos que entonces trabajaban allí.

En la siguiente sala, Instante, ya todo se transforma y se empieza a ver el pilar fundamental con el que ha trabajado Francés: el collage, los materiales frágiles y la abstracción. Un cuadro de gran formato reúne retales de diferentes trabajos suyos. Es una explosión de colores, ninguno especialmente estridente. Ella explica el trabajo: "Quería materializar ese momento en el que el sol en el horizonte cambia de color al instante". 

A partir de ahí, diferentes salas recogen algunas de sus instalaciones más singnitficativas, al menos para ella. Super cuerdas o Resonancias tratan de generar espacios extraños a los que adaptarse. Destaca el uso del dispositivo sonoro en muchos de estos casos.

Hay dos salas que, de alguna manera se complementan: Sobre blanco y Sobre negro. Las dos son bosques, creados en una sala repleta de obras, con espacio sonoro propio y obras que son pilares, como árboles en mitad de la floresta. "La tridimensionalidad de las obras hace que te puedas meter dentro de ellas, y que conforme vayas por el espacio descubras algunas cosas y se te oculten otras", explica la artista.

Dos grandes instalaciones coronan el recorrido. Primero, la primera a la que se enfrentarán los visitantes: una explosión de trozos de papel que llenan todas las paredes y salen del marco. Para Fuencisla Francés salirse del espacio establecido, jugar con las arquitecturas, es imprescindible. Habla de libertad, también de caos, y otorga una fuerza descomunal a materiales tan frágiles como el papel. La segunda es la obra que da título a esta gran retrospectiva, Punto de Fuga. En ella, varios móviles sostienen varias decenas de trozos de madera, como lingotes, que apuntan a infinitos lugares. Pretende ser un resumen de la obra de la propia artista: una carrera que ha mirado desde diferentes puntos de vista, pero al que aún le quedan otros tantos, un punto de fuga que es el origen pero que tiene determinado el final. Muchas de las personas presentes en la rueda de prensa destacaron la vitalidad con la que Fuencisla Francés había concebido su vida en general y esta exposición en particular, aportando obra nueva. Pero, como bien respondió preguntada por su uso de materiales frágiles, "la fragilidad y la sensibilidad son cosas diferentes. Me gusta la belleza de lo frágil, que puede convertirse en una visión rotunda". Ella, de apariencia frágil, es la responsable de obras de una fuerza sensitiva más que notable.