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La nave de los locos / OPINIÓN

El chico del momento

Sostienen los entendidos que Carlos Soler puede ser un jugador de época. A mí lo que me llama la atención de este muchacho moreno y de ojos achinados es que sea el único futbolista del Valencia que va a la Universidad. Esto me tiene fascinado porque la mayoría de los futbolistas bordean el analfabetismo funcional 

6/02/2017 - 

Cada vez me interesa menos el fútbol. Será por saturación. Todo era razonable cuando los partidos se jugaban las tardes de los sábados y los domingos. Por eso los esperabas con impaciencia. Sin embargo, desde hace unos años el fútbol es un plato insípido que se sirve todos los días y a cualquier hora. Para complacer a los aficionados de Asia, las malditas televisiones emiten encuentros a las doce del mediodía o a las cuatro de la tarde, como si olvidaran que aquí la siesta es un bien sagrado.

A pesar de todo, conservo un fino hilo con la actualidad futbolística. Los lunes dedico unos minutos a leer las crónicas de los partidos y echarle una ojeada a la clasificación. Es una costumbre que tengo desde niño, cuando mi padre traía a casa el Marca, y yo acababa con las manos tiznadas de tanto pasar páginas en blanco y negro. Entonces era colchonero; hasta me compraron la equipación del club del Manzanares y, con mi nueve a la espalda, soñaba ser como mi ídolo José Eulogio Gárate.

Aquella afición por el Atlético de Madrid se me pasó cuando Jesús Gil llegó a la presidencia. Razones éticas, y sobre todo estéticas, hicieron que me diera de baja como hincha de ese club, de manera que los dos equipos de mi vida han sido, a fin de cuentas, el queso mecánico y la selección nacional. Iniesta, mi paisano, me dio la mayor alegría de estos diez últimos años. Nunca se lo agradeceremos bastante.

Como veis, no soy valencianista ni levantinista pero siempre me alegro de que el Valencia y el Levante ganen sus partidos. Le debo mucho a esta ciudad; lo menos que puedo hacer es desear el triunfo de ambos equipos. He seguido las vicisitudes del Valencia en estas dos últimas temporadas. Hoy es un club en decadencia. Los culpables son los propietarios. Peter Lim no entiende de fútbol ni los sentimientos de una afición tan ciclotímica como la valencianista. Le importan sólo los números, pero el fútbol es algo más que números, por mucho que chinos y árabes se empeñen en convertirlo en un juego de trileros para ganar dinero.

En este mundo que se deshace a pedazos, necesitamos a personas como Carlos Soler que nos alegren la vida, héroes a nuestra medida

Creo que Lim debería marcharse. Mientras toma esa decisión, que los más realistas consideran que tardará en llegar, miremos a Paterna y fijémonos en ese joven de 20 años que ha devuelto la ilusión al valencianismo. Se llama Carlos Soler y es el hombre del momento. Según los que entienden, este centrocampista reúne cualidades para ser un jugador de época. Algunos sostienen incluso que podría ingresar en la lista de jugadores históricos como Puchades, Claramunt, Fernando y Albelda. Es precipitado afirmarlo porque este muchacho acaba de subir al primer equipo. Ejemplos hay —y no pocos— de futbolistas que acabaron en nada después de ser grandes promesas. Voro debería protegerlo de tanto elogio gratuito para que no se convierta en un Iván de la Peña cualquiera.

El lenguaje onomatopéyico de los futbolistas  

De Carlos Soler me llama la atención que sea el único futbolista de la plantilla que va a la Universidad. Esto me tiene fascinado porque la mayoría de los jugadores están reñidos con el conocimiento. Excepciones las hay como Valdano, Guardiola o el sabio Menotti. Sin embargo, una parte no desdeñable de los jugadores bordean el analfabetismo funcional. Basta oír sus declaraciones antes o después de un partido para comprobar que se expresan con monosílabos y sonidos onomatopéyicos en un lenguaje balbuceante y primario, muy parecido al que escuchamos en los documentales de la 2 de por las tardes.

Carlos Soler, estudiante de Periodismo, que como sus compañeros se ha examinado en enero, parece estar hecho de otra pasta. Sabiendo que el fútbol le puede resolver la vida, ha dado el paso de ir a la Universidad, lo que no deja de ser una decisión encomiable. ¡Chapeau por él! No soy quien para darle consejos, que para esto tendrá a su familia y amigos, pero me atrevería a decirle que no deje de estudiar, que siga yendo a clase cuando pueda. No importa que le lleve muchos años graduarse. Convivir con universitarios le enriquecerá como persona y le aportará un punto de vista de la realidad muy distinto al que se tiene en el mundo del fútbol.

Hasta la sonrojante derrota ante el Eibar, este muchacho moreno y de ojos achinados nos había devuelto la alegría cuando el Valencia jugaba, una alegría que se correspondía con un objetivo muy modesto, es verdad, la de no vernos descendidos. En este mundo que se deshace a pedazos necesitamos que alguien nos alegre la vida, héroes a nuestra medida. En sus primeros partidos, Soler ha hecho feliz a mucha gente que espera ir a Mestalla para olvidarse de sus vidas de saldo. 

Ahora hace falta que conserve la cabeza fría para evitar expulsiones como la del sábado, y que no se crea todo lo que le dicen sus aduladores, hoy una verdadera muchedumbre. Que recuerde que es sólo un chaval que golpea una pelota una vez a la semana, ante miles de espectadores. Y la golpea como pocos. Puede ser una estrella o acabar tirando las faltas en el Galatasaray. Veremos. 

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